Los jóvenes han sido protagonistas de este paro nacional en contra de la reforma tributaria que se quiere llevar a cabo después de un año de confinamiento por la pandemia, donde toda la plata que supuestamente el gobierno tenía destinada para mejorar el sistema de salud y el abastecimiento de vacunas se perdió.
Las manifestaciones se han llevado a lo largo del país, donde se ve lo mamada que está la gente de la ineptitud del gobierno. Además, se ve el cansancio en sus ojos y en su cuerpo por las largas jornadas de protestas, al sol y al agua, aguantando gases lacrimógenos y bombas aturdidoras de parte de la policía, pero con la fe intacta de cambiar y hacer una mejor Colombia.
Varias denuncias ciudadanas se han visto en las redes sociales, donde se expone y se evidencia la represión y la violencia del "organismo público" llamado Policía Nacional. Esta lástima, mutila, mata, golpea, arresta, roba, entre otros vejámenes que se supone no debe realizar un "miembro de la fuerza pública" a los manifestantes, por el simple hecho de ejercer su derecho a marchar. Además, cómo es posible que tal institución maneje tan doble moral de acuerdo a sus valores y principios que están constituidos legalmente.
Durante los últimos años, en Colombia no corre un mar de agua dulce o salada, sino uno de sangre; sangre de los 6402 falsos positivos que ordeno Álvaro Uribe Vélez, sangre de los líderes sociales asesinados, sangre de todas las personas que ha matado la Policía Nacional, etc. Por estas y muchas razones más el paro se mantiene. Que quemen y rompan todo. Un monumento, un bus, una pared o una ventana no valen nada cuando a su pueblo le han quitado todo.