Durante la administración del presidente Iván Duque Márquez se ha generado modificaciones tributarias que han fortalecido el recaudo fiscal del Estado, imponiendo nuevos gravámenes sobre los sectores populares y de la clase media, acompañados de la disminución de la tributación a los sectores económicos agroindustriales, transnacionales y de las élites económicas del país. Estas modificaciones se han argumentado bajo la disminución de ingresos producto de la volatilidad de los commodities, la deuda externa, y la devaluación del peso colombiano frente a la divisa dólar.
Es de resaltar que en las modificaciones tributarias no se han contabilizado las cargas fiscales que implica la corrupción existente, la fuga de capitales a paraísos fiscales o los activos del narcotráfico, aunado del alto gasto en la política de seguridad e inversión militar que tiene el país. En tal sentido estas reformas han socializado la cargas tributarias pero privatizado la riqueza, aumentado así la desigualdad y agudizando los conflictos sociales en diversos escenarios del país.
Por lo tanto, hoy, 28 de abril, las centrales obreras, movimientos sociales y partidos políticos de izquierda se han dado cita para enfrentar en las calles la nueva propuesta de reforma tributaria, la cual viene cargada de impuestos regresivos a la canasta familiar, a bienes de consumo masificado en los sectores populares y de clase media, conjunto del otorgamiento de mayores facultades políticas al presidente para tomar decisiones unilaterales sobre el presupuesto general de la nación, con el fin de poder saltar las discusiones que se dan en el congreso de la república a la hora de planificar los gastos e inversiones del país con relación a sus activos.
Marchas en medio del tercer pico de la pandemia
Desde hace una semana se viene presentando un aumento exponencial en las muertes por COVID-19, a la fecha fallecen 470 personas por día, lo cual ubica al país como uno de los peores en el manejo de la pandemia, dado que no ha masificado el proceso de vacunación, no ha generado las condiciones económicas para mantener a su población confinada, y no ha ampliado el número de profesionales de la salud conjunto de implementos para atender la inminente crisis sanitaria.
En tal sentido en diversas partes del país el sistema de salud se encuentra colapsado o lleno en un 90% de sus servicios de cuidados intensivos, lo cual deja muy mal parado al gobierno nacional y los gobiernos locales en el manejo de la pandemia. Aun así, la administración del presidente Duque ha mantenido su propuesta de reforma tributaria en contra de la oposición de múltiples sectores, conservando las orientaciones emanadas por el FMI y la OCDE, que solicitan la realización de esta reforma para mantener su calificación frente a eventuales procesos de endeudamiento, ampliando así las condiciones de seguridad a los capitales extranjeros invertidos en el territorio y dilapidado aún más la soberanía nacional.
En contraposición, se encuentra que el gobierno ha hecho adquisiciones de equipamiento militar de aviones por la suma de 14 billones de pesos colombianos, con el fin de mejorar su posición estratégica frente a un posible conflicto armado con Venezuela, sin contemplar las necesidades acuciantes de su población en materia de pobreza estructural, necesidad de implementación de los acuerdos firmados con la ex guerrilla de las Farc y demás demandas sociales que tienen el pueblo en temas de salud, educación, empleo y vivienda.
En concordancia la movilización se va a marcar por otras exigencias propias de los sectores sociales, que demandan garantías democráticas para la oposición, la paz en los territorios frente a las masacres y muertes de líderes sociales, conjunto de la búsqueda de ampliación de las políticas para disminuir la desigualdad social.
Un pulso que nos lleva al posuribismo
Es necesario enunciar que estas movilizaciones se encuentran enmarcadas en un año preelectoral, en donde múltiples sectores políticos observan como el uribismo, que gobierno al país durante 20 años, se ha desgastado por sus relaciones con el paramilitarismo, su personificación en la acción política y por el deterioro de las condiciones de vida de los ciudadanos, quienes descreen cada vez más de sus promesas. Por lo tanto diversas expresiones buscan desmarcarse políticamente con el fin de tener una oportunidad para el 2022, desplegando una agresiva política de alianzas que reacomodan las fuerzas partidarias, entendiendo que el uribismo quedada convertido en una maquinaria política que debe actuar sin identidad propia.
En este espacio emerge la posibilidad para las fuerzas democráticas, de izquierda y progresistas de avanzar en la consolidación de un plan de acción, el cual tiene como foco buscar el acceso a la presidencia, ganar espacios de representatividad en gobiernos locales y acumular nuevas correlaciones en el congreso de la república. De ello surgen dos tendencias que aún deben delinear más su estrategia, candidatos y apuestas políticas, entre ellas se encuentra el Pacto Histórico y la Coalición de la Esperanza, que tienen como reto plantear soluciones a los problemas urbanos, de desigualdad social y de tránsito a la democracia plena, para lo cual deben integrar elementos programáticos que reivindiquen el Estado social de derecho y un modelo económico basado en el bienestar social.
Finalmente este pulso inicia con la movilización del paro nacional, por ello los ojos se encuentran centrados en la manera en como se exprese la ciudadanía en la calle y en las reacciones que pueda tener el gobierno nacional. Por lo tanto, el uribismo ha realizado su apuesta, corresponde al sector popular y democrático responder a la altura del contexto con una movilización nutrida, que eleve los temas coyunturales a debates de país.
* Especialista en memoria colectiva, derechos humanos y resistencias Clacso, y especialista en métodos de investigación social Clacso.