La llegada del hombre a la luna fue la culminación de la carrera espacial que disputaron EE.UU. y la Unión Soviética en el marco de la Guerra Fría. Sucedió un 20 de julio de 1969, mientras en nuestro país se celebraban los 159 años del grito de independencia, en lo que significó un avance tecnológico sin precedentes, que aceleró el desarrollo de la humanidad, y que, aunque pocos lo sepan, tuvo talento boyacense. La presencia de Colombia en la NASA y en el Apolo 11 se dio gracias a unas telas de lana de oveja virgen hechas por Raquel Vivas y su empresa Telas Huatay, que sirvieron para forrar la capsula donde viajaron Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins.
Desde la industria textil, Colombia hizo presencia en las naves de las misiones Apolo. La parte interior fue forrada por telas de lana de oveja realizadas en la empresa familiar "Telas Huatay" ubicada en Bogotá. pic.twitter.com/S2lXHHquah
— Moon Village Colombia PESC Team (@MVAColombiaPESC) August 21, 2020
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Un accidente, la razón para que Raquel Vivas se ganara la licitación con la NASA
Para entender por qué telas colombianas llegaron al Programa Apolo, hay que viajar hasta 1967, cuando se llevó a cabo la misión Apolo 1. En ella, estaban en cabina los tripulantes Gus Grissom, Edward White y Roger Chaffe, era la primera misión tripulada del programa. Sin embargo, la cabina se incendió y no hubo forma de salvar a los astronautas, lo que supuso un problema para la NASA.
De esta forma, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de EE.UU. empezó a buscar telas que tuvieran algunas especificaciones, que no fueran inflamables, que fueran antiestéticas y que generaran una sensación de 'calor de hogar'. Así fue como Raquel Vivas se presentó a la licitación con su empresa Telas Huatay y terminó poniendo un granito de arena colombiano en el objetivo de llevar al hombre a la luna y devolverlo a la tierra sano y salvo.
La historia de Raquel Vivas y su empresa, Telas Huatay
Raquel Vivas nació en Floresta, Boyacá, en 1901. Desde pequeña, estuvo rodeada por lo que se conoció como la industria del batán, que consistía en crear telas, paños, ruanas, cobijas, entre otros productos, a base de lana de oveja virgen. Así fue como decidió dedicarse al tejido y creó la fábrica Telas Huatay, que tendría como sede la calle 119 con sexta, en la localidad de Usaquén, en Bogotá, y que se consideraría en los años 60 y 70 como la empresa de las mejores telas de Colombia.
No hay datos del momento exacto en el que la empresaria fundó la compañía, pero sí se sabe, gracias al testimonio de algunos de sus empleados, que empezó a exportar telas a EE.UU. en 1954, decisión que llevó a la tela de oveja virgen a tener un reconocimiento importante en la élite gringa, pues ella vendía sus productos a decoradores estadounidenses, que a su vez los vendían al Gobierno. Por ejemplo, sus telas forraron el avión del presidente Nixon y cubrieron algunos salones de la Casa Blanca bajo el mandato de Kennedy, según confirmó El Tiempo en un artículo del 8 de julio de 1969.
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La presencia de Colombia en la NASA gracias a Telas Huatay
Después del accidente del Apolo 1, la NASA dispuso a una parte de su equipo a encontrar una tela que fuese resistente al fuego, lo que llevó a que se encontraran con la lana de oveja virgen de Boyacá y Santander y con la tela fabricada por Telas Huatay. Según algunos artículos, la empresa de Raquel Vivas no solo hizo presencia en la fabricación de la cápsula del Apolo 11, sino que estuvo en gran parte del Programa Apolo, después de que sus productos fueron puestos a prueba en laboratorios de Estados Unidos y cumplieron con los requerimientos.
Específicamente para la misión Apolo 11, Telas Huatay exportó 3.200 metros de tela de lana de oveja virgen, después de que 12 trabajadores de la compañía estuvieron, durante tres meses, tejiendo los telares. El producto de Raquel Vivas cubrió la cápsula de la nave espacial y sirvió no solo para evitar que los astronautas fueran incinerados, en caso de un incendio, sino que también cumplió un papel tranquilizador para los tripulantes, al dar esa sensación de 'calor de hogar', de seguir en la tierra.
Fue tan importante el aporte de Raquel Vivas y Telas Huatay para el objetivo de llevar al hombre a la luna, que la empresaria fue invitada por la NASA y por el Gobierno de los Estados Unidos para presenciar el despegue del cohete en Cabo Cañaveral, siendo uno de los colombianos en estar presente en el lanzamiento, ya que el otro fue su sobrino.
La desaparición de Telas Huatay, la empresa de Colombia en la NASA
En 1995, Raquel Vivas Rincón murió a la edad de 94 años y la empresa fue heredada a sus hijos, que la mantuvieron durante algunos años más. En 2001, la vendieron y se convirtió en un pequeño local, después de vender gran parte de su espacio a otras tiendas. Finalmente, la fábrica desapareció para siempre y lo único que queda de ella es un cartel con la palabra 'Huatay', en la calle 119 con sexta, lugar donde se fundó y en donde probó las mieles del éxito, al llevar sus productos a la mismísima luna.