Colombia en el espejo de El Salvador

Colombia en el espejo de El Salvador

Los desequilibrios que enfrenta el recién elegido Nayib Bukele recuerdan a los del presidente Duque. Una mirada esencial para el ejercicio geopolítico de América Latina

Por: Francisco Henao
febrero 05, 2019
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Colombia en el espejo de El Salvador
Foto: Twitter @IvanDuque / @nayibbukele

Nayib Bukele, de origen palestino, 37 años, acaba de ganar la presidencia de El Salvador. Un hito, rompe la hegemonía de los dos partidos que gobernaron por 30 años: la derecha ARENA y la izquierda FMLN (exguerrilla).

Otro joven gana, como en Francia, Colombia, Liberia, Nueva Zelanda, Austria, Canadá, el derecho a gobernar su país. Esto no garantiza el éxito, pero sí es una perspectiva distinta. Tal vez más oxigenada y con visos de implantar un clima psicológico de esperanza. Todos ellos han vencido con un señuelo común: hacer una política diferente a la tradicional.

También el triunfo de Bukele acentúa el ascendiente de las redes sociales, donde en El Salvador se libró más que nunca la campaña electoral. Casi no se le vio en la calle, ni en mítines tumultuosos. Su receta para ganar fue denunciar la corrupción de los dos partidos tradicionales en las redes sociales. Además, cuidó muy bien de mostrarse como un político outsider, lo cual produce réditos en votos cuando hay desesperación y no se ve la luz al final de túnel.

Bukele practica la política improbable. Fue alcalde de Nuevo Cusclatlán y de San Salvador, donde ganó con el apoyo de FMLN, partido del cual fue expulsado en 2017. Ganó la presidencia con el movimiento centroderecha GANA, desgajado de ARENA, cuya cabeza visible, el expresidente Antonio Saca fue condenado a cárcel por saqueo de las arcas públicas. Pura política improbable, como Colombia, donde era difícil imaginar a César Gaviria pactando con Álvaro Uribe, y a este aliado con Andrés Pastrana. Política por mor del oportunismo, que genera recelos.

Ya ganador dijo que El Salvador ha pasado la página de la posguerra. Dios lo oiga. Hace 27 años, en los acuerdos de Chapultepec, el gobierno y la guerrilla Farabundo Martí pusieron fin a 12 años de guerra civil. Hoy queda una violencia endémica y cruel, las maras o pandillas son 55.000 miembros (17.000 están tras las rejas), muy activas e implantan el terror en todo el país. Por tanto el primer desafío de Bukele son las bandas criminales, responsables de 3.340 asesinatos en 2018. Hace seis días, el director nacional de Fiscalías de Colombia, Luis González, dijo que en el país hubo 12.400 asesinatos en 2018. Qué rubor.

Qué ha fallado en el posconflicto salvadoreño. Que los distintos gobiernos de izquierda y derecha le encendieron una vela a Dios y otra al diablo. Se pusieron a jugar a las negociaciones y a las represiones con las bandas criminales; las maras se crecieron y en el momento constituyen un poder político económico y militar. Tampoco se implementaron reformas democráticas y no se limaron las desigualdades sociales. Por tanto una guerra civil, costosa e inútil, que no sirvió para sacar lecciones

Otro desafío muy importante que deberá enfrentar el futuro presidente es la pobreza creciente en una economía dolarizada, que en realidad es el corazón del problema. Mientras exista violencia y miseria esto hace ingobernable a los países. Impulsa a sus ciudadanos a huir del país. Más de 3.000 salvadoreños se subieron a las caravanas hacia el sueño americano entre octubre y noviembre del año pasado. En los Estados Unidos debe de haber cerca de 800.000 colombianos que se han ido por falta de oportunidades.

No es suficiente que Bukele diga ser un hombre sin prejuicios ideológicos, que no mira atrás sino al futuro. Cuenta con una enorme desventaja. El parlamento le es adverso, donde ARENA y FMLN imponen su ley. No es suficiente que haya tuiteado diciendo que, ningún partido tendrá cuotas. Sus desequilibrios recuerdan a los del presidente Duque en Colombia, quedó a merced de todos los grupos políticos.

A Brasil, Argentina, Ecuador, ahora se suma El Salvador, viran a la derecha. En todos ellos se ven programas políticos contradictorios y poco claros. La alianza derechista GANA es favorable a la pena de muerte, sí ha leído bien, pena de muerte, contrarios al aborto. Bolsonaro quiere armar al pueblo brasileño y rescatar las escuelas militares en todos los estados. Ahora en Colombia, increíble, se habla de rearmar a los grandes propietarios del campo, por el desamparo del Estado. ¿A dónde se llega por ahí?

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