En un país con futuro los poderosos deberían ser los industriales, la gente que produce, genera, crea valor, convierte una materia prima en un producto o presta un servicio; pero no, en Colombia los más ricos son los que venden cerveza y bebidas azucaradas, los banqueros, los dueños de las EPS y de las carreteras, y por supuesto los políticos y narcotraficantes.
Traficar influencias, estupefacientes, emborrachar a la gente, prestar plata a tasas de usura, cobrar peajes por pasar por carreteras que parecen trochas, quedarte con la plata que da el gobierno para la salud... esos son los nobles oficios de los dueños de Colombia. Mientras en Estados Unidos, China, Corea y Alemania la gente rica y poderosa son los industriales que fabrican vehículos, los nerds que inventan las redes sociales y aplicaciones, la gente que innova.
La gente deshonesta necesita un ejército deshonesto que la proteja y la ayude a atornillarse en el poder. De ahí nace la policía que dispara a diestra y siniestra. Fiel copia de los ejércitos de sicarios que protegen a los traquetos. Porque en realidad eso es lo que está convertido el Estado colombiano, en una mafia que usa y abusa del poder para satisfacer la desmesurada codicia de los poderosos.
Son corruptos y corruptores. Por el mal ejemplo de estos tipos es que en este país no se encuentra una sola persona honesta, nos robaron hasta los buenos principios. Acá desde la señora que sirve los tintos hasta el CEO buscan cómo tumbar a la empresa para la que trabajan. Ser torcido es la única forma de surgir en esta republica bananera.
Con ese objetivo de saquear todo lo que se pueda nunca se va a poder construir un país. El progreso requiere unos mínimos niveles éticos, en los buenos negocios ganan las dos partes.
A los cabecillas de esta organización llamada Colombia se les llena la boca hablando de capitalismo y de salvar a la patria de volvernos una Venezuela comunista. Se hacen pasar por capitalistas, pero en realidad son mafiosos. Se pueden disfrazar de saco y corbata, hasta de comediantes se hacen pasar, pero en últimas son viles mafiosos. Porque al final de cuentas lo que menos importa es la ideología, para ser un verdadero rico debes crear riqueza, no quitársela a otro.