Es increíble el poder que han tomado las redes sociales en los últimos años en Colombia, hasta el punto de que ya hacen parte de la ola de desinformación que arrasa con nuestro país. Pero el problema no está ahí, sino en la manera como decidimos usarlas. Está en nuestras manos elegir si compartimos o no cualquier información que aparezca ante nosotros.
Aunque no seamos conscientes de su alcance, acciones como reenviar un mensaje por WhatsApp o compartir contenido en Facebook, Instagram, Twitter o YouTube, se han vuelto trascendentales para nuestro futuro. Con solamente mover un dedo y tocar la pantalla de nuestro celular nos volvemos cómplices del tráfico de noticias falsas o de información de dudosa procedencia. Esto no lo digo yo, lo dice un estudio de la Universidad de Oxford llamado “El orden de la desinformación global”, en el que Colombia aparece como uno de los países que más se deja manipular a través de estas plataformas.
Uno creería que hay muchas personas que antes de compartir un contenido en redes buscan la credibilidad de la fuente de donde provino, investigan en otros medios o al menos les preguntan a otras personas si eso que acabaron de ver es verdad o no. Pero no, la realidad es otra: los colombianos caemos en la trampa de desinformar a nuestros amigos o conocidos, y lo que causamos es viralizar un contenido que después ya parece imposible de que no sea cierto. Esto corrobora la ley de propaganda del jefe de campaña de Hitler, Joseph Goebbels: “Repite una mentira con suficiente frecuencia y se convierte en verdad”. Ojo, el hecho de que algo lo hayan visto o escuchado muchas personas no significa que sea algo comprobado o verdadero.
Pero qué se puede esperar del país en el que el chisme es patrimonio cultural inmaterial. Nos pica la lengua si no decimos algo que escuchamos de otro, así no sea verdad, y precisamente por culpa de esta actitud terminamos tomando muchas decisiones de las que después nos arrepentimos o terminamos peleando con amigos o familiares que queremos mucho.
¿Por qué ocurre esto? La hipótesis más conducente que se me ocurre es el nivel de educación que tienen las personas que comparten esta información, pero no. He visto las mismas noticias falsas compartidas por personas con ningún tipo de estudio universitario y por personas con posgrados. Entonces la cosa no va por ahí. Creo yo que la causa de esto está más relacionada con una esencia que está instaurada en los colombianos desde hace muchísimo tiempo, desde generaciones atrás: la cultura de tragar entero.
Colombia es un país que ha tragado entero desde hace muchísimos años. Nos hemos comido todo tipo de cuentos y después nos han clavado el cuchillo por la espalda. Luego, los que nos clavaron el cuchillo nos echan el cuento de que ellos no lo hicieron y luego nos lo vuelven a clavar. Y así se repite y se repite el ciclo en un país sin memoria y sin justicia.
¿Por qué es importante no tragar entero? Nos lo dicen los estudiosos de la mente y el comportamiento humano. A nosotros como humanos nos crecen los dientes, porque necesitamos masticar la comida para que podamos digerirla y nuestro organismo la pueda procesar. Lo mismo pasa con lo que recibimos del mundo exterior, cualquier estímulo que nos llegue necesitamos entenderlo y asimilarlo, porque de no hacerlo nos va a quedar más difícil después procesarlo.
Ahora, si nuestro cuerpo está condicionado biológicamente para no tragar entero, empezando por la boca y los dientes, ¿por qué no hacemos lo mismo con la información que nos llega? Antes de reenviar o compartir cualquier cosa, tomémonos así sea 30 segundos para al menos pensarla o “masticarla”. No perdemos nada solamente preguntándonos: ¿será que esto que estoy recibiendo es cierto? ¿será que puedo confiar en el medio de comunicación que lo publicó? ¿será que esta imagen o video no estarán editados? ¿será que esto sí sucedió de esta manera y por esta razón? ¿será que esta persona sí dijo lo que aparece en este titular?
Yo entiendo que la magia del periodismo está en seducir a la audiencia, pero a veces esa seducción se empobrece cuando necesita de falacias o contenidos no comprobados, solo con el fin de ganar rating, favorecer intereses o vender más que la competencia, y esto no solo ocurre en redes sociales, lo hemos visto en grandes medios de comunicación como la televisión y la radio, en los que ciegamente siempre hemos confiado.
Por eso todos nosotros, independientemente de la ideología política, la religión, el nivel educativo, la edad, la clase social, etcéteta, deberíamos fortalecer nuestro pensamiento crítico, que está considerado como una de las principales competencias para construir ideas de mayor calidad y que puede favorecer nuestro crecimiento personal y profesional.
Esto en últimas es un llamado a que dudemos más de la información que aparece frente a nosotros, incluso dudemos de esto que estoy escribiendo: ¿será que lo que cité en el artículo es verdad?, ¿será que tengo o no tengo algo de razón? Debemos ser capaces de criticar con mejores análisis y argumentos, y aprender que la verdad no siempre es tan fácil de hallarla y entenderla, porque a veces encontramos mentiras totales, encubiertas en verdades parciales.