No se de donde sacan aquello de que Colombia es el país mas feliz del mundo. No sé si esas encuestas de felicidad se asemejan a las electorales. Y nos comemos ese cuento.
No puede ser Colombia “el país más feliz del mundo” con las cifras que se reportan para el 2021: el 39 % de los colombianos viven en la pobreza, es decir 20 millones de personas; 12 % en pobreza extrema lo que significa que 6 millones de compatriotas si acaso, comen, una sola vez al día. Mas allá de las cifras no es sino salir a la calle y ver en cada semáforo cantidad de hombres, mujeres y niños, rogando por una limosna o pretendiendo vender un dulce o buscando una moneda como premio a unos malabares que a veces resultan hasta peligrosos; otros tratando de trabajar en el rebusque limpiando los parabrisas de los carros y dando paso donde el trancón es grande y no se cuenta con semáforos. Colombia respira pobreza. Y con esa realidad, a algunos les sorprende el estallido social donde el clamor general es que se les dé una oportunidad.
Después de escuchar los testimonios recientes de los militares ante la JEP y la confesión de los crímenes atroces por ellos cometidos contra campesinos indefensos haciéndolos pasar por guerrilleros muertos en combate, no puede uno mas que llorar de profunda tristeza.
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No puede ser Colombia “el país más feliz del mundo” con las cifras que se reportan para el 2021
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Se conmemoran 20 años de la masacre de Bojayá, donde la guerrilla de las Farc en enfrentamientos con los paramilitares detonó un cilindro de gas en el altar de la Iglesia donde se refugiaba la población civil, tratando de resguardarse del fuego cruzado, con el aterrador resultado de 119 personas muertas.
Desde la firma del Acuerdo de Paz han asesinado a mas de 300 desmovilizados y a muchísimos lideres sociales.
La inseguridad en las ciudades se vuelve cada día mas grave y la vida vale un celular o lo que se lleva en la billetera. El precio de los alimentos está por las nubes. Cada día se compra mucho menos con lo mismo, y el campo colombiano, sin incentivos, produce poco. La distancia entre aquellos que tienen todo y los que no tienen nada es cada vez más grande. Somos un país donde las brechas y la inequidad crecen sin parar.
La corrupción extrema es otro de los problemas que vivimos, agravada por la ausencia de justicia, con unos organismos de control de bolsillo y al servicio de los intereses del partido de gobierno donde a pesar de los desmanes del Ministro de la Defensa tapando operaciones militares donde se vuelve a la práctica de los falsos positivos, aquí no pasa nada.
Son estos algunos de los asuntos que debe enfrentar el próximo gobernante de Colombia. Y nos pasamos la vida en discusiones polarizadas, apasionadas y bizantinas. Lo que resulta ser un hecho es que este gobierno, el presidente Duque y el Centro Democrático, demostraron con creces que las dificultades, las situaciones imprevistas y de crisis, les quedaron grandes y no pudieron darles manejo. La continuidad de esas políticas y votar por el candidato del gobierno, Federico Gutiérrez no es una opción. No tiene las cualidades intelectuales de un estadista, ni la preparación para solucionar las graves cuestiones que nos aquejan. La vida de los colombianos no la pueden definir los extremos. Existe la alternativa de centro que encarnan Sergio Fajardo y Luis Gilberto Murillo; y el equipo de la coalición de la Esperanza. Así como las encuestas nos retratan como el país más feliz del mundo sin serlo, también tratan de vendernos que Fajardo no tiene ninguna opción. Por el contrario, es la única con la que contamos para lograr un país más justo donde sea posible vivir en paz. Ese es el verdadero camino a la felicidad.