Colombia, el país de las "maravillas"

Colombia, el país de las "maravillas"

"Nuestro país pasa por una de sus mayores crisis, no solo por la emergencia sanitaria, sino por el régimen que gobierna"

Por: Juan Esteban Mazo González
septiembre 07, 2020
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Colombia, el país de las

Colombia, el país de las “maravillas”, donde pasa todo y no pasa nada; decir “maravillas” es un acto casi aberrante, pero en esta ocasión hacer uso del sarcasmo y el humor para llevar un mensaje conciso es quizá la mejor herramienta.

Colombia, territorio hermoso, lleno de estructuras históricas maravillosas, paisajes y —en cierta medida— de gente carismática y mezquina al mismo tiempo. También, y tal vez lo más resaltable, territorio desangrado desde su recorrido histórico, no solo desde su conquista por parte de las tropas españolas a cargo del rey Fernando II de Aragón y la reina Isabel I de Castilla, asimismo, auspiciados por los reyes ingleses. De igual manera por quienes decidieron sublevarse ante la monarquía que por años explotó su riqueza, exterminó su cultura y desvistió ante los ojos de sus propios coterráneos la avaricia y mezquindad heredada por las figuras españolas que por más de 3 siglos colonizaron sus tierras. Una prueba de lo dicho anteriormente, es la declaración de libertad en 1810, lo cual es bastante controversial, además, desde su constitución como república ha dejado ver ante los ojos del mundo que es habitada por individuos sangrientos, pirómanos y demagogos.

Seguramente, la herencia fruto de aquellos sucesos tristes, de masacres, despojos, desapariciones y explotación de las reservas naturales es quizá el claro reflejo de lo que es actualmente el país. Lastimosamente no bastó el destierro de los españoles, pues dejaron su herencia, sus sucesores, familias enteras, mismas que han gobernado por décadas nuestro país. Hernando valencia Villa en uno de sus libros titulado Cartas de batalla (1987) es preciso al manifestar que: “Colombia es el único país de Hispanoamérica que ha sido gobernado desde 1849 por los dos mismos partidos políticos” (Valencia Villa, 1987). Sus nombres los dejo a cargo de los lectores. En ese sentido, nuestros padres, abuelos y tatarabuelos, tuvieron que vivir las más de 11 guerras civiles que se han desarrollado en el territorio, y no precisamente por extranjeros, al contrario, por los propios colombianos, quienes en un acto de autoritarismo, arribismo y apatía, han enviado a la guerra a las clases más marginadas, o sea, a el sector empobrecido del país, a lo que hoy le denominan estrato 0, 1, 2, 3; siendo estos los eufemismos modernos utilizados para adornar la esclavitud, represión y miseria.

Ahora bien, en la actualidad nuestro país trasciende por una de sus mayores crisis, no solo por la emergencia sanitaria en la que se encuentra debido al COVID-19, sino por el régimen que gobierna. Este mismo lleva en el poder desde 2002 cuando se posesionó como presidente de la república el adalid de los partidos políticos históricos del país. A hoy siguen teniendo en sus manos el control del Estado, de una gran proporción de la clase “alta” del país, misma que se ha enriquecido gracias al trabajo de los más necesitados y carentes de oportunidades. Hoy, estas altas élites se enfrentan a una nueva y emergente sociedad, una con nuevas propuestas, con variedades significantes en su concepción de democracia y de estado de derecho, una nueva sociedad que debido al sufrimiento ha perdido el miedo y su único consuelo es buscar el camino que los lleve a derrotar a quienes históricamente han detentado el poder y asesinado a todo lo que huela a progresismo (oposición). Esta emergente sociedad lleva años intentando dar un nuevo giro al desarrollo social, cultural, político y económico del país, sin embargo, el poder y la maquinaria de sus verdugos ha sobrepasado sus fuerzas, nos han dividido como habitualmente lo hacen, por medio de la corrupción, la burocracia y el clientelismo. Podríamos justificar algunas cosas por sus condiciones socioeconómicas, mismas que establece ese sistema de mercado, a lo que no me atrevo a llamar “capitalismo”, más bien estamos sumidos bajo la dominación de un feudalismo moderno.

A pesar de todo, la lucha revolucionaria emprendida con el objetivo de moldear nuestra consciencia social, mutar nuestra forma de comprender la realidad que vive el país y ante todo, la lucha por obtener una sociedad con mayor sentido de pertenencia y amor por los nuestros, no cesa, al contrario, se intensifica y devela la esperanza del cambio que por años se ha soñado, el mismo que ha dejado cifras inimaginables, para algunos, de líderes sociales, políticos, sindicales, profesores, defensores de derechos humanos, nuestros indígenas, afros, y un largo etcétera, asesinados. De ese modo, el mensaje para los colombianos/as es claro, debemos prepararnos para salir a las calles a exigir —lastimosamente es la única manera— el derecho fundamental que tiene todo ser humano, el derecho a la vida. Y no menos importante recordar el legado que nos dejó el sociólogo Alfredo Molano Bravo, darle voz y escuchar a las víctimas, escucharlas para comprenderlas, no para juzgarlas. En suma, entender que “para comprender a las personas no hace falta estudiarlas sino escucharlas” (Molano Bravo, 2001).

Postdata. Agradezco infinitamente a los integrantes del Movimiento araucano por una equidad social del cual hago parte e igualmente a las personas que asistieron al “plantón por la vida”. También por su esfuerzo, dedicación y ambición ante la búsqueda por obtener una sociedad con una consciencia colectiva y comprensión de la historia y actualidad del país, en el corregimiento de Arauca-Palestina, Caldas.

Referencias

Valencia Villa, H. (1987). Cartas de Batalla (3.ª ed.). Bogotá: Panamericana Editorial. Bogotá: Panamericana Editorial.

Molano Bravo, A. (2001). Desterrados (8.ª ed.). Bogotá, D, C.: Penguin Random House Grupo Editorial, SAS. Bogotá, D, C.: Penguin Random House Grupo Editorial, SAS.

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