El 24 de junio de 2014 quedará en la memoria de los colombianos como la mejor exhibición de una selección Colombia (hasta el momento) en una copa del mundo. Lejos de aquel 4-4 frente a la Unión Soviética en el 62’ y el 1-1 contra la Alemania campeona del 90’, la goleada 4-1 ante Japón se convierte en un partido histórico para nuestro país.
Y no sólo por ser la mayor goleada de nuestro equipo en la máxima cita futbolística del mundo en cinco participaciones, sino por la consolidación de un estilo de juego que nos identifica, con el que nos sentimos cómodos y con el que hemos obtenido nuestras mayores alegrías.
Antes de llegar a Brasil, nuestro historial mundialista era realmente pobre: 13 partidos con tan sólo tres victorias, dos empates y ocho derrotas. Sumado a esto, la ausencia por 16 años de este magnífico torneo, hacía que el mundo futbolístico llegara a cuestionar el juego del equipo e inclusive su puesto como una de las ocho cabezas de grupo.
Pero con un fútbol estético, atractivo y contundente, la selección Colombia ha logrado ya su mejor participación en un mundial: nunca un representativo colombiano había logrado tres victorias en fase de grupos y mucho menos siete goles a favor en la diferencia. Italia 90’ fue la única ocasión que el equipo logró alcanzar los octavos de final, quedando afuera 2-1 contra Camerún.
José Néstor Pékerman, todo un revolucionario para nuestro fútbol, ha logrado que una generación tan buena o mejor que la de la primera mitad de los 90, se crean el cuento que realmente son buenos, alcanzando un nivel de profesionalismo y cohesión muy inusual en procesos anteriores.
Todo esto, unido a un grupo de jugadores que mezclan muy bien la veteranía con la juventud y el talento con solidez, han creado una armonía importante en el grupo que se nota desde las celebraciones con el “coreógrafo” Armero hasta las bromas que sus compañeros exhiben en redes sociales. La escena de la entrada de Faryd Mondragón a sus 43 años para cumplir el récord de longevidad, es memorable en este sentido.
Tres triunfos para la historia
Ganar de la manera que se hizo el grupo más parejo del mundial tiene muchos méritos. Cada uno de los rivales planteaban diferentes desafíos para la táctica del equipo y en cada encuentro la selección estuvo a la altura.
Mientras Grecia era un equipo defensivo y aguerrido, Costa de Marfil tenía mucha más técnica y peligro ofensivo, y Japón planteaba un reto por sus ataques rápidos y precisos, sobre todo en los laterales del campo. Más allá de las victorias, da una enorme sensación de confianza ver como Colombia se adapta al rival que tiene en frente sin dejar nunca de lado su estilo de toque, sostenimiento del balón y ataque con volumen de juego.
El 4-2-3-1 que implantó Pékerman para este campeonato (por la lesión de Falcao y la súbita aparición de Víctor Ibarbo) le ha dado variantes importantes al equipo, sobre todo desde la creación de juego de James Rodríguez y Juan Guillermo Cuadrado, el filtro de marca en el medio con Sánchez, un Teófilo que se defiende muy bien como único delantero, dos centrales que mezclan juventud y experiencia, los laterales que a medida que suman minutos van mejorando su nivel y un David Ospina que brinda seguridad bajo los tres palos.
Inclusive, al recurrir a ocho suplentes contra Japón por su previa clasificación, suplentes como Balanta, Martínez, Valdez, Mejía y Carbonero, demostraron que el nivel del equipo es tanto positivo en su titular como en la banca.
Al hablar de fallas, el equipo tuvo imprecisiones en defensa y marca tras el primer gol contra los europeos, defectos en los laterales en los últimos minutos contra los africanos y baches futbolísticos contra los asiáticos, pero siempre con esa sensación de que en cualquier momento reacciona y muestra toda su categoría.
Se viene una dura batalla
Los octavos de final nos ponen frente a un viejo conocido de las eliminatorias. Uruguay, campeón en 1930 y 1950, regresará al mítico Maracaná en un partido que propone de antemano el enfrentamiento de dos estilos muy diferentes, cada uno con sus virtudes y defectos.
A priori podría pensarse que el partido nos es favorable gracias a la manera en cómo llega el equipo y su buen juego, además de la posible suspensión de Luis Suárez, máxima figura oriental, por su intento de mordida al defensor italiano Chiellini. Pero lejos de eso, jamás hay que confiarse ante un equipo que por encima de todo, siempre deja todo en la cancha con su famosa “garra charrúa”.
Gracias a Dios, “el profe” ha demostrado en sus declaraciones y actos que va paso a paso y que no deja que a los jugadores se les suba el éxito a la cabeza. Lo acertado de sus cambios y la cercanía con el grupo, permiten creer en un buen futuro para la selección.
Seguramente el juego planteará el balón para Colombia y una férrea defensa uruguaya, en un juego que de no tener la pasión de por medio, sería un excelente plato futbolístico. Todos los colombianos, así no les guste el fútbol, estarán pendientes el próximo sábado a las tres de la tarde por la total consolidación de un grupo que nos hace soñar a todos.
Así que por favor, a ponerse la camiseta y a apoyar a una de las pocas cosas que hacen que todos quienes habitamos el país del “sagrado corazón” estemos unidos. Mucha suerte para el equipo.
@LFBC
