Colombia de rodillas viviendo la misma pesadilla

Colombia de rodillas viviendo la misma pesadilla

Por: Julian Otoya Tobon
septiembre 04, 2013
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Desafortunado el soñador que cuenta que transcribe… Los sueños siempre se dan en imágenes etéreas imprecisas e impersonales Muy complejas de representar con unos pocos caracteres o símbolos que apenas si permiten al iluminado reanimar su experiencia onírica tal cual como la soñó a quienes oyen o leen Ustedes.

Soñé que en folclóricas reuniones entre campesinos terratenientes y políticos ojerosos del alto gobierno se llegaba felizmente a un acuerdo en el que el gobierno en un acto patriótico con rasgadura de disfraces y quema de contratos desafiaba las grandes potencias occidentales mamándose para siempre de dar cumplimento a los TLCs.

Soñé que los más estirados políticos en campaña del alto gobierno atendiendo las peticiones de sus campesinos ya casi muertos de hambre aceptaban de muy buena gana subsidiar con premios de lotería sus programas agrícolas asegurándoles por adelantado el cincuenta por ciento del valor de sus cosechas.

Soñé que en reunión a puertas cerradas en la cabina de un ascensor presidencial ministros y secretarios de la presidencia se comprometían de buena fe frente a notarios públicos y representantes de la comunidad internacional a quitar para siempre la barrera arancelaria responsable en gran medida del alto precio de los insumos agrícolas.

Soñé que esos mismos monigotes reunidos en la azotea de la casa de un implorante campesino arrodillado del miedo En un acto de piedad reflejado en el color rojo de los lagrimones que saltaban de sus ojos decidían por fin bajar hasta un comprometedor treinta por ciento el precio de los combustibles en vía de extinción.

Soñé que los campesinos de todos los climas y colores desbordados en carreteras y calles y trochas y caminos celebraban con gran estruendo de ollas y panderetas la decisión del alto gobierno de acabar para siempre con el cobro de peajes en todas las carreteras de la nación.

Soñé que con guacherna y mucho guaro los directores de los gremios de guayabera celebraban su decisión de apoyar en lo sucesivo a sus asociados gestionando la compra masiva de insumos que en seguida serían regalados a precios justos a los campesinos arruinados.

Soñé que estos mismo barrigones cebados como cerdos en la dirección de los gremios festejaban con fritanga y ron frente a todas las iglesias mientras se comprometían ante curas dios y espíritu santo a expulsar de las cadenas de distribución a todos aquellos agentes especuladores cuyo único propósito es acaparar productos antes de robar la gran tajada.

Soñé que el presidente ojeroso de la república con un pesado y defectuoso lapicero rojo de tinta azul verde y amarilla que impedía le temblara la derecha en la TV sancionaba en papel sellado el decreto con el que desterraba del país a Monsanto Dupont y Syngenta mientras a todo pulmón gritaban que en adelante solo sería permitido en el campo el uso de semillas naturales de genética criolla.

Soñé que una señora linda de mil gafas con el apoyo de un presidente en campaña de parpados caídos y ojos abotagados tomaba la decisión irrevocable de someter con el Sena el campo para trabajar sin descanso hasta volver esclavos tecnólogos y hasta profesionales a toditicos los campesinos desplazados.

Soñé que hasta la mismísima naturaleza desértica confabulada con todo este largo sueño se comprometía con el agro hecho añicos y con ella misma a nunca más volver a alterar de manera sobrenatural y desastrosa ni su régimen de inundaciones ni sus ciclos de sol y sombra.

Soñé que esa mismísima naturaleza chamuscada y reseca que se comprometía con la juiciosa regulación del clima en el mismo sueño volvía y se comprometía a cambio de nada ahora con todos los campesinos agricultores y terratenientes y hasta con lo más encopetado del alto gobierno a ser milagrosa auto controlando plagas y pestes y celestialmente generosa manteniendo rendimientos extraordinarios nunca antes vistos garantizando bonanza en los capos a nivel de paraíso.

Soñé que los grupos armados ilegales los traquetos del perico la marihuana la heroína y las armas los militares y todos los comprometidos con el desplazamiento de campesinos se fumaban dichosos una pipada de paz con los más trabones del alto gobierno en una isla castrense y se comprometían apretándose las manos con los campesinos arruinados a no volver ni a ponérselos de ruana ni mucho menos a remplazarlos en sus tierras por ganado.

Soñé al presidente en campaña disfrazado de frac en un acto insólito empinado frente a una señora linda muy estirada y de un mundo de ministros incapaces muertos de la risa no sólo garantizando el punto final a las fumigaciones contra la coca y el agua la marihuana y la tierra el café y los seres vivos… sino jurando en un coro de gritos solemnemente ante una gallada de arcángeles recuperar en menos de un año y sin la ayuda de gringos ni gringas periqueros la catástrofe ecológica provocada por el glifosfato en el territorio campesino.

Soñé que todos los agricultores terratenientes disfrazados de saco y corbata y los campesinos de ruana y torso pelado en una bullosa protesta empelota sin precedentes en medio de gran algarabía se votaban a las carreteras bloqueadas del país y a las calles llenas de huecos y plazas con árboles podados y pintados con cal de todas las ciudades capitales a saludar y felicitar la nación comunicando la rebuena nueva: “Nunca más habrá cercas ni alambre de púas en el campo Pues de ahora en adelante trabajaremos como si fuéramos uno solo”.

Soñé que me despertaba, que recuperaba difícilmente la vigilia sentado al lado de un torcido ramillete de redomados políticos: presidente, expresidentes, ministros, senadores magistrados… alrededor de una inmensa olla humeante en la que con la contribución de todos: campesinos agricultores terratenientes estudiantes amas de casa Cocinaban un sancocho sagrado cargado con papa y coca arroz y marihuana cebolla y amapola maíz y burundanga yuca y hongos plátano y ayahuasca huevos y cuartos traseros de gallina, espinazos de cerdo costillas de buey y muchísimos lomos de lagarto… Pero justo cuando iban a servir desperté iluminado viendo de frente en el horizonte de la razón la única escena que no había soñado en toda la vida: “Colombia de rodillas viviendo la misma pesadilla”.

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