Los extremos se tocan y hermanan en sus métodos, así pregonen ideologías de las antípodas.
Así sucede en el régimen uribista que maneja el país por medio de Duque debido a las posiciones asumidas por la Fiscalía, Contraloría y Procuraduría, que desgranan el país con procesos con intenciones políticas. De esta manera, igual que a las dictaduras de Venezuela y Nicaragua, han copado todos los poderes públicos para convertirlos en puntas de lanzas para encochinar a sus contradictores políticos y cerrarles el camino a las urnas, actuando en conjunto con medios de comunicación y redes sociales puestas a su servicio.
La Fiscalía y Procuraduría acaban de hacerlo con Fajardo, y en la mira está Petro, tal como lo habían planeado desde 2019, según una fuente de alta credibilidad le contó a la periodista María Jimena Duzán, tal como lo refirió por Spofity en entrevista al empapelado exgobernador de Antioquia.
El complot urdido con miembros del cartel de la Toga, cuando no había estallado el escándalo desatado por las declaraciones del detenido fiscal anticorrupción Gustavo Moreno, había sido propuesto con la intervención activa del maquiavélico y cianuresco esfiscal general Néstor Humberto Martínez (quien a la sombra parece maquinar a su sucesor Barbosa) después de renunciar, al conocerse esfuerzos por enterrar la investigación que comprometía a su patrón Sarmiento Angulo con los sobornos de Odebrecht y boicotear el proceso de paz con las Farc.
Es igual receta para todas las satrapías, así se autoproclamen de izquierda o derecha. El mismo chandoso con distinta guasca: …después de copar el poder Ejecutivo y acomodar en ministerios y puestos claves a sus compañeros de estudios y andanzas, se hacen al dominio de todos los organismos de control para que les tapen sus multimillonarios robos, después de adjudicar contratos a dedo o prefabricar licitaciones dirigidas a que se las ganen sus compinches, como se evidenció con la Abudinen y el adelanto de los 70.000 millones de pesos a sus socios los Char.
Mientras que usan a las “ias” para removerles o inventarles investigaciones a sus críticos y rivales políticos que tienen mayor aceptación buscando sacarlos de las elecciones y encarcelarlos, si es el caso. Para cumplir estos torcidos propósitos, además de los organismos de control, se apropian de agencias de inteligencia del Estado (antes era el DAS, ahora la Inteligencia militar) para chuzar y rastrear a sus rivales y tenderles trampas.
En Nicaragua, Ortega ordenó detener a 36 líderes de la oposición y a siete candidatos a la presidencia, sacándoles del sombrero toda clase de acusaciones, y acaba de empapelar al escritor Sergio Ramírez, la persona más respetada del país en el exterior, ex vicepresidente de Nicaragua, cuando el sandinismo acababa de derrocar a la dinastía de los Somoza, que Daniel Ortega, a nombre de la izquierda, ahora perpetúa junto a la sibilina y ambiciosa Rosario, su esposa, a la que solo le falta la escoba para volar (con perdón de las brujas que las rebajé mucho).
Cuando alguien se atreve a investigar a estos sátrapas de inmediato enfocan todo su poder en desprestigiar a los investigadores y sacarlos de circulación.
Pasó con la Corte Suprema cuando, investigando la parapolítica, se metieron con Mario Uribe, el primo del entonces presidente y el exgobernador del Cauca Juan José Chaux Mosquera. Para urdir un plan destinado a desprestigiar a los magistrados que los investigaban, entrando por el sótano se reunieron en la casa de Nari con el paramilitar y jefe de la Oficina de Envigado, Job, junto con el exsecretario jurídico de la presidencia, Edmundo del Castillo y el exsecretario de prensa, César Mauricio Velásquez.
Con testigos falsos buscaban empapelar y recusar al magistrado auxiliar Iván Velásquez, quien, por amenazas, después debió renunciar y asilarse. Luego, nombrado por la OEA, encabezó la investigación en Guatemala que por corrupción obligó a la renuncia del presidente Morales.
Otra faceta de justicia a la carta que han dispuesto los privilegiados del poder se manifiesta con la renuncia al Senado y Cámara que hicieron varios congresistas, a los que el más competente tribunal del país, la Corte Suprema, estaba investigando, pues su fuero y posición así lo ordena…
Viéndose pillados en los delitos por los que los investigaban prefirieron renunciar, siguiendo el ejemplo de su jefe Álvaro Uribe, para que los “investigara” la Fiscalía de bolsillo, la cual también se tomaron emulando a las dictaduras de Nicaragua y Venezuela que tanto critican, porque saben que teniendo de su lado a remedos de fiscales como Barbosa y Jaimes, la consigna es "échale tierrita y tápalo… tápalo", como en el estribillo de la vieja canción bailable.
