La idea de panóptico tiene una larga historia. No es noción nueva, dado que en la religión está presente: “Dios nos ve mejor que nadie. Él ve todo, oye todo, y también conoce nuestros pensamientos más secretos. Nada lo toma por sorpresa ni lo halla desprevenido”. Con ello la religión pretende un control del pensamiento y acción del hombre, y según el comportamiento o pensamiento se premia o se castiga.
La idea del panóptico, en los tiempos modernos, la expuso Jeremías Bentham en el siglo XVIII. El panóptico es una cárcel en la que todo se pude vigilar sin ser visto ni oído. En estas latitudes la idea del panóptico se hizo realidad, como se sabe que el Museo Nacional, ubicado en la carrera 7 entre calles 28 y 29, (Bogotá) es el edificio donde se erigió el Panóptico. Con ese tipo de cárcel se trataba de reformar la conducta del detenido que luego de pasar por la prisión llegará a un estado de conciencia en que se siente vigilado luego de salir de la cárcel.
Más la novela de George Orwell: 1984, publicada en 1949, como pesadilla futurista traza una distopía no desde la religión, ni desde la filosofía utilitarista, sino desde la política. El Estado hace posible el panóptico que vigila al individuo, la sociedad y al mismo Estado, mediante la policía del pensamiento.
La contribución de Orwell al pensamiento político es el bosquejar el totalitarismo y vislumbrar con extraordinaria claridad la realidad panóptica en el futuro. Realidad, hoy en día, de todo generó de espionaje, gracias a la tecnología, con sus interminables cacerías, en tiempos en que los medios de comunicación se dedican a informar a contar hechos, sin que exista el interés para analizar, ni para la disensión y la crítica.
Una sociedad que recuerda a Jonathan Swift en Los viajes de Gulliver, obra en la que bosqueja el reino de Tribnia, donde se busca que la mayoría de la gente sean denunciadores, testigos, delatores, querellantes, testantes, juradores.
Winston Smith, el personaje del relato 1984, trabajaba para el partido en el Ministerio de la Verdad, reescribiendo artículos que cumplan con la ideología y la imagen que vende la organización política. Y, es llamativo, cuando en estos tiempos hay las cámaras de video para monitorear casas, jardines de infancia, oficinas, bancos, tiendas, garajes, pasillos, edificios, espacios públicos.
Con ello se pretende la seguridad, pero se encarcela la libertad, como es el hecho de la base de datos que registra cada compra con tarjeta de crédito, sitio web visitado y los correos electrónicos, enviados por cualquier persona.
Una nueva versión del panóptico religioso o bien el de Jeremías Bentham que monitorea la vida individual y social. Bien se puede ver que la fraternidad, la igualdad y la libertad poco importan. Hay que conseguir, en todo momento, el estado de seguridad, un propósito esgrimido por el Estado, dizque para hacer posible la vida ciudadana.