El paro nacional que comenzó con la marcha del 21 de noviembre del presente año en Colombia se ha ido generalizando para sumar a amplios sectores de la sociedad colombiana, tales como estudiantes, profesores, barras de fútbol, comunidad LGBTI, defensores de derechos humanos, trabajadores, subempleados, desempleados, artistas, entre otros.
El descontento social ha ido en aumento. Ha ido demostrando que en el país hay un sinnúmero de motivos para hacer un cese de actividades y salir a las calles a protestar.
Los participantes de las marchas exigen el respeto de los derechos humanos. En Colombia asesinan casi a diario a los miembros más débiles de la sociedad. Condenan el persistente asesinato de los líderes sociales.
La gente se está expresando para rechazar el intento de regular la protesta social. Está indignada por la desigualdad social. Colombia es el segundo país más desigual del continente; tiene la mayor cantidad de desplazados del mundo. Este motivo por sí solo hace que la protesta social del pueblo colombiano sea justa.
Pero no. Los manifestantes van por más. Están en las calles colombianas expresándose contra todo el modelo neoliberal, por la paz, la vida y la democratización de la democracia.
Marchan contra el paquetazo del gobierno de Colombia. Están protestando contra las reformas tributaria, pensional y laboral. Desaprueban la propuesta de reducir el salario mínimo al 75% para los jóvenes menores de 25 años de edad.
Cabe traer a cuento que en Colombia existe un refrán que asegura que a los 35 años de edad se es muy viejo para ser contratado para trabajar en una empresa, pero se es muy joven para pensionarse.
Colombia tiene universidades públicas, pero la educación universitaria del país no es gratuita. La educación universitaria es un derecho por el que se debe pagar para poderlo ejercer.
Los jóvenes demandan educación superior pública, de calidad y gratuita, toda vez que por definición los derechos humanos son gratuitos.
Colombia está llena de jóvenes que no pueden ni siquiera ir a la universidad, pues si no se tiene dinero no se puede ingresar en la universidad.
Pongamos por caso a Dilan Cruz, estaba protestando; quería ingresar en la universidad, pues tenía un proyecto de vida. Pero este joven de 18 años no pudo ni siquiera ir a la ceremonia de graduación de su colegio a recibir el diploma de bachiller, debido a que recibió un impacto con una bomba lacrimógena en la cabeza. Y falleció.
Por este tipo de hechos, los manifestantes están exigiendo también el desmonte del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) de la Policía.
La Defensoría del Pueblo ha expresado su preocupación por los desmanes del Esmad de la Policía:
Manifestamos nuestra preocupación por el uso desmedido de la fuerza por parte del ESMAD en manifestación en Bogotá. Su accionar ha dejado un joven de 18 años gravemente herido. Solicitamos a la fuerza pública valorar sus acciones de cara al respeto de los Derechos Humanos. pic.twitter.com/a5P3zbPglK
— Defensoría delPueblo (@DefensoriaCol) November 23, 2019
Con todo, en Colombia también existe un refrán que dice que los derechos no se mendigan; se exigen. Por eso, los verbos renacer y despertar son sinónimos de esperanza. Las marchas consienten ver un despertar de las multitudes, una toma de conciencia. Como quien dice, la gente abrió los ojos.