El Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe, adscrito a la Universidad de los Andes, y la Red de Soluciones del Desarrollo Sostenible, presentó en julio pasado la primera versión regional del Índice ODS para medir el avance de la Región en el logro de las metas trazadas en la Agenda 2030, a través de un documento denominado: Índice ODS 2019 para América Latina y el Caribe, de junio de 2020. Desafortunadamente, el balance para Colombia no es el más alentador, como lo examinaremos a continuación.
Para un total de 24 países, de los 33 que conforman la Región, el trabajo se enfoca en los 17 ODS y 96 indicadores redefinidos y disponibles en la actualidad, tomando como línea base, en su gran mayoría, el año 2015, quedando por fuera aquellos países que no disponían al menos de 80% de los indicadores utilizados para el cálculo del Índice. Este último adiciona el desempeño de cada uno de los países en una escala numérica que va de 0 (peor) a 100 (mejor). A escala agregada, Colombia aparece ocupando el 9º lugar, con 64.78, correspondiéndole el 1er. puesto a Chile, con 73.68, el segundo a Uruguay con 71.5, el penúltimo a Guatemala con 55.78 y el último a Haití, con 44.58 (Tabla 2, pág. 12); en tanto que el promedio de la región es del orden de 63.1, bastante moderado.
Mirados los índices por cada uno de Objetivos, los que registran niveles avanzados a escala agregada de la Región son: Fin de la pobreza, Salud y bienestar, Agua limpia y saneamiento, Ciudades y comunidades sostenibles, Acción por el clima, Alianzas para lograr los Objetivos; en tanto que los mayores rezagos están en Reducción de las desigualdades, Industria – innovación – infraestructura, Paz, justicia e instituciones sólidas (Figura 3, pág. 15)
Comparando los resultados por cada Objetivo para Colombia, de un lado, y los países que ocupan la primera y última posición, al igual que con el promedio de la Región, se tiene que en ninguno de los Objetivos Colombia alcanza a posicionarse entre los cinco primeros países, si bien está por encima del promedio de la Región en 14 Objetivos, en algunos casos por diferencias mínimas.
Aparte de la construcción de los Índices, el trabajo avanza en la elaboración de un Tablero de control que permite visualizar el estado de avance de los países en el cumplimiento de las metas. Como es de suponerse, tampoco Colombia sale bien librada en este aspecto, pues el número de Objetivos alcanzados es 0, se presenta rezago moderado en 4, rezago significativo en 7 y rezago crítico en 6 (Fig. 5, pág. 18).
Complementariamente, se acomete un análisis de tendencias, a través de las cuales se avanza en el cumplimiento de los Objetivos específicos, tomando como referencia la evolución en el tiempo de cada uno de los indicadores. El propósito es “… determinar el nivel de desviación del cumplimiento del objetivo a partir de una trayectoria esperada” (pág. 17). En general, se evidencia un estancamiento en el cumplimiento de los ODS por parte de la mayoría de los países de la Región. En el caso particular de Colombia, los resultados son los siguientes, para 16 Objetivos (se excluye el de Producción y consumo responsable por no disponer de datos para esta medición):
- En cuatro Objetivos se avanza conforme a la trayectoria esperada, como son: 1, 6, 7, 13
- En nueve, el avance es moderado, aunque a una tasa superior al 50% de la tendencia esperada: 2, 3, 4, 5, 9, 10, 11, 14, 17
- En dos, se presenta una situación de estancamiento, con una tasa inferior al 50%: 8, 16
- En uno se observa un decrecimiento, esto es, un avance en dirección contraria a lo esperado, como es el caso del Objetivo 15 asociado a la pérdida acelerada de biodiversidad.
Nuevamente, Chile y Uruguay, junto con Ecuador, registran un número mayor de tendencias más favorables (Fig. 7, pág. 20).
Al examinar el avance en el cumplimiento de los Objetivos desde el año correspondiente a la línea base, esto es, 2015, y tomando en consideración sesenta indicadores, Colombia ocupa el puesto 8, registrando un cambio en el puntaje del Índice en el período de 0,98 puntos – por encima del incremento del promedio de la Región que fue de 0,67-, que equivale a una variación de 1,53% - también superior al promedio de 1.09% (Tabla 3, pág. 21). Curiosamente El Salvador aparece en el primer lugar, con 1,52 y 2,48%, respectivamente, en tanto que Brasil, Argentina y Venezuela ocupan los últimos lugares. El trabajo advierte sobre el avance insuficiente por parte de la mayoría de los países, de modo tal que, con el ritmo actual, el cumplimiento de los Objetivos tomaría más de 50 años, por lo que insta acelerar los esfuerzos.
El resultado combinado de los índices obtenidos, del desempeño según el tablero de control y de las tendencias reveladas se sintetiza en una tabla denominada “Perfil país” (pág. 43), de la cual vale la pena resaltar los hallazgos para algunos de los indicadores, sin desconocer que en varios de ellos el balance es favorable para Colombia. Por lo demás, sorprende la ausencia de indicadores referidos de una manera más específica a las condiciones vigentes en la ruralidad de los países de la Región, máxime si se tiene en cuenta que esta tiene un peso significativo en la dinámicas económica, social, ambiental y cultural de muchos de ellos.
El documento avanza algunas consideraciones del impacto que tendría la actual pandemia del CV-19 sobre el cumplimiento de las metas a escala regional, a partir de un ejercicio de análisis de los indicadores correspondientes y la identificación del tipo de efecto que se espera genere tanto la pandemia como las medidas adoptadas para controlarla, en particular el confinamiento y el distanciamiento social. El impacto se clasifica en cinco tipos de afectación sobre los 96 indicadores: negativo directo (12), negativo indirecto (49), neutro (15), positivo indirecto (19), positivo directo (1) (Figura 10, pág. 82). En consecuencia, en el corto plazo el retroceso será generalizado para la mayoría de los indicadores utilizados en el Índice ODS, lo que se traduce en efectos negativos en la mayoría de dichos Objetivos, aunque serán diferentes para cada uno de ellos, siendo más acentuados en los económicos y sociales (Fig. 11, pág. 83).
De manera particular, el Objetivo de Reducción de desigualdades se verá fuertemente afectado, con énfasis en los hogares vulnerables y de menores ingresos por la contracción del empleo y los ingresos, en medio de una alta informalidad, y las precarias condiciones de vida. A ello contribuirá el retroceso en la educación de calidad, extensiva a la clase media, ante una elevación de la deserción escolar, la disminución en el acceso a la educación superior y los bajos niveles de conectividad; a lo cual se suma el hecho que el trabajo infantil y la deserción en educación superior aumentarán. Todo lo cual habrá de traducirse en una pérdida de capital humano de los más vulnerables. (págs. 83 - 84).
El Objetivo de Trabajo decente y crecimiento económico ya se ha visto seriamente afectado, como lo evidencian las cifras reportadas recientemente por las entidades competentes, con énfasis en las capas vulnerables de la población en lo que respecta a la actividad informal, como también el empleo formal. El Objetivo de Fin de la pobreza se verá impactado fuertemente por la pérdida de ingresos. El informe cita un estudio reciente del CEDE de la Universidad de los Andes, según el cual Colombia registraría un retroceso en los niveles de pobreza entre una y dos décadas, lo cual daría al traste con los logros alcanzados por los ODS en ese campo (pág. 85). Por su parte, el Objetivo de Salud y bienestar también decaerá, particularmente con relación a los sectores vulnerables.
Contrariamente, se esperarían externalidades positivas de la pandemia en lo que respecta a los Objetivos de Ciudades y comunidades sostenibles, Producción y consumo responsables, y Acción por el clima.
Finalmente, tomando en consideración los resultados más bien desalentadores de los ODS al año 2019, arriba examinados, así como el alcance y magnitud de los retos que plantea la pandemia, surge la inquietud de si los ODS podrían constituirse en “…la hoja de ruta para superar esta crisis y encauzar la recuperación económica y social de la región al 2030”, como lo augura el informe (pág. 86). Ojalá los acontecimientos por venir así lo validen. Para ello, como lo puso de presente el Economista Jeffrey Sachs en su intervención en el evento de lanzamiento del informe, resulta fundamental el ejercicio de liderazgo por parte de quienes están llamados a ejercerlo.
*Gabriel Martínez Peláez
Ex directivo gremial y Consultor en política y proyectos de desarrollo agropecuario y rural
