La historia de los colombianos frente a un país sin rumbo ni salida.
¿Cómo sobrevivir en un país que vulnera algo tan preciado como los derechos humanos? El paro nacional es la muestra a la inconformidad, descontento y malestar que ha sembrado el gobierno en los corazones de cada ciudadano durante años de corrupción.
El 28 de abril de 2021 es una fecha emblemática que ha marcado a Colombia desde que los ciudadanos alzaron sus voces en las calles, voces que gritan de miedo y piden ayuda, voces que hasta el día de hoy no cesan y siguen firmes protestando por un mejor país, mejores garantías y oportunidades para el pueblo que día a día lucha por sobrevivir.
La reforma tributaria “ley de solidaridad sostenible” (buscaba gravar los servicios públicos de estratos 4, 5 y 6 con IVA del 19%, afectando también la canasta familiar), la reforma a la salud “que pretendía la mejora de la salud de la población colombiana a través de acciones colectivas e individuales” un proyecto de ley que solo beneficiaba el estado colombiano y como siempre, a los de la mermelada, y la renuncia de Iván Duque (Presidente de Colombia actualmente) junto con toda su bancada de uribistas, son unas de las causas por las cuales el pueblo sale a protestar, y que gracias a la voz de los civiles en el paro nacional (“vándalos” como se les tilda), el gobierno ha tenido que decirle no a esta hecatombe que pretendían imponer, sin embargo, las personas siguen luchando porque no son los únicos problemas que nos atañen desde hace varias generaciones.
Otra causa de las protestas es el mal manejo que se ha dado durante la pandemia por el COVID-19 donde las ayudas de parte del estado “solidario” fueron mínimas, y el desempleo, que para el 28 de abril (día que empezó el paro nacional) aumentó al 6,8% según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), lo cual significa el aumento del 42,5% de pobreza en el territorio colombiano, cifra que para mi concepto puede llegar a duplicar la suma teniendo en cuenta la participación del pueblo en las calles, las cuales demuestran el índice de desempleo en los jóvenes que transmiten su ira e indignación, ante un estado que no ofrece oportunidades y como si fuera poco se hace notar el abuso de poder por parte de la policía nacional, quien es la encargada de velar por nuestra seguridad.
Trágicas son las cifras que han dejado las protestas, y dolor de familias completas esperando a sus seres queridos en casa, que salen en búsqueda de igualdad y oportunidades en las calles, dejando a 43 muertos según la fiscalía, 129 personas desaparecidas durante el paro según el espectador y muy importante mencionar a nuestros líderes sociales, que hasta la fecha de hoy se estiman 120 víctimas durante el mandato de Iván Duque, según el tiempo; sin mencionar la perdida de representantes de los derechos humanos y personas que se han quitado la vida por traumas que dejan los atropellos del Esmad y la brutalidad policial.
No queremos más un país donde se encuentran las personas desmembradas en los ríos, calles e incluso donde los grandes almacenes de cadena colaboran con la tortura y desaparición de los que dan su opinión, no más un gobierno que le vea la cara a su pueblo y lo sigue empobreciendo, vulnerando y tildando de vándalos; queremos libertad de prensa, libertad de opinión, queremos tener nuestras ideologías y hacerlas saber sin que nos maten o desaparezcan por este motivo.
Esto no se trata de izquierda ni derecha, se trata de una persona que tiene en jaque a todo un país, y que por más de 5 periodos electorales ha hecho de las suyas gobernando al pueblo colombiano, escondiéndose detrás de cortinas de humo, apoyado por los títeres que se encuentran en el congreso de la república haciendo leyes a su conveniencia, donde solo deja descontento en el pueblo y hectáreas a las puertas del ubérrimo.
Es por todo lo anterior que seguimos aquí, en pie de lucha, por una Colombia mejor, por un gobierno capaz de liderar su pueblo y sacarlo del hoyo en el que se encuentra hace muchos años por generaciones de familias que siguen liderando las votaciones y los altos cargos, garantizando una vida digna y un futuro para los jóvenes, adultos mayores, niños y todo tipo de personas independientemente de su ideología, color, raza y cultura.
Debemos resistir, sentir empatía y no reflejar la indiferencia entre nosotros como pueblo; la fe no se acaba, la esperanza continúa y al final del día lo que más esperamos es cambiar este país sin que falte ninguno, ¡los queremos vivos!
