Esta Colombia nuestra es única en el mundo, pero también es "imperfecta" y necesita reformas de manera urgente, y el pueblo no espera menos. Necesita una voz, una fuerte dirección y organización respaldadas por los ciudadanos y aplicadas por líderes políticos ejemplares para reafirmar el control público y la soberanía ciudadana. Pero, primero, necesita reafirmar su compromiso con el bienestar social de nuestros compatriotas y reequilibrar la obsesión casi exclusiva con el proceso de paz que hemos tenido en la última década marcado por la utopía, la demagogia y la ausencia de referencias a los valores en que se basa nuestra civilización.
Millones de colombianos no quieren una Colombia basada en actitudes políticamente correctas, en una perspectiva de "dejar pasar" y antisocial, sobre el centralismo jacobino y el régimen totalitario de extrema izquierda, o en una perspectiva laica, masónica y artificialmente marxista. Los bien pensantes no se preguntan qué hay detrás de esta crisis; no quieren saber cuáles son las motivaciones de los que, en el plebiscito, han dicho no, ni las expectativas defraudadas de los ciudadanos; ni siquiera las razones de que los ciudadanos se hayan visto sistemáticamente tan decepcionados.
Lo que tenemos que hacer es ver cómo salimos de esta encrucijada y cómo conseguimos volver a encarrilar el proceso. Ahora vamos a entrar en una fase muy decisiva. Las elecciones presidenciales y parlamentarias previstas para 2022 serán un importante paso adelante en la construcción de una Colombia más democrática, transparente y eficaz, y más fuerte ante el mundo exterior. Por lo tanto, constituirán un jalón importante en la senda de las necesarias reformas políticas y económicas en la consolidación de la paz, la reconciliación y la transición hacia una administración civil. Debemos, entonces, prepararnos y estar a la altura de este desafío, porque lo que está en juego no tiene precio.
En un entorno difícil e incierto como este debemos aprender de los errores del pasado y mantener un rumbo decidido. Ha llegado, pues, el momento de tener la valentía política de apartarnos de los modelos antiguos y obsoletos, así como de tomar decisiones políticas firmes y concretas de auténtica trascendencia. Seríamos unos necios si no lo hiciéramos. Y por eso pido un período de reflexión, durante el cual debía tener lugar un amplio debate sobre cómo responder a la polarización extrema cada vez mayor en el que participen los ciudadanos, la sociedad civil, los interlocutores sociales y los partidos políticos de centro derecha, incluso encontrar una forma de avanzar y hacer frente a la pérdida irreparable de la confianza ciudadana para con el mundo político en general y los políticos. Este período de reflexión se aprovechará también para estudiar la manera de atender las inquietudes de la población, la demanda del pueblo de una renovación política y recuperar los corazones de los ciudadanos.
Permítanme ilustrar la importancia crucial de esta encrucijada volviendo al principal desafío a que nos enfrentamos, pues en mi opinión el mayor desafío a que nos enfrentamos en la actualidad es elegir el aspirante a candidato presidencial para 2022. Colombia puede ganar mucho con esta presidencia, pero también puede perder mucho. Por tanto, se debería prestar especial atención a una política de "apostar al caballo ganador". Es de vital importancia que no se designe un aspirante presidente al azar o un zombi político que refleje el interés particular de un único partido —como homenaje a los partidismos, a las fidelidades, la tradición de mediación y clientelismo político—, sino uno que se corresponda con el interés general. Esta voluntad política es indispensable. La mayor debilidad que podríamos demostrar, frente a un desafío para el futuro de la Colombia, sería la absoluta falta de participación democrática en la selección, el examen y la elección de un candidato ganador.
Para ganar esta presidencia debemos rehuir todo enfoque burocrático o tecnocrático, y en vez de ello necesitamos un liderazgo visionario, voluntad política y un firme apoyo de la sociedad civil, que haga prevalecer los intereses del país y de su pueblo por encima de todo lo demás. Colombia necesita hoy más que nunca de un aspirante presidente intrépido y visionario, capaz de motivar y movilizar a la población; un patriota con los ojos puestos en las generaciones futuras, que sepa expresar su opinión frente a una férrea resistencia en su entorno político y superar las barreras entre partidos e ideologías, estimular un debate público en las elecciones y frenar —e incluso contrarrestar— las presiones que ejercen los grupos de interés financieros y los lobbys privados. La mejor elección que se puede acordar en estos momentos es la de un aspirante audaz y decisivo, con una nueva visión moral y antropocéntrica del derecho, la política y la justicia, capaz de sustituir la soberanía de los poderes por la soberanía de los hombres. Es positivo.
Un candidato con la idea visionaria de la Ilustración a favor de la democracia y de los derechos civiles, comprometido con la seguridad humana y la seguridad democrática, que envíe una firme señal política a la opinión pública acerca de esta grave crisis y ponga en marcha la carrera de acercar Colombia a los ciudadanos —en lugar de seguir con estas polémicas que se parecen a las luchas de gallos que se describen en la famosa novela de Manzoni— que saque hacia delante un proyecto de integración, de credibilidad y de perspectiva de futuro. Sepa cómo premiar a aquellos ciudadanos que se están esforzando por vivir en un estado de derecho, del mismo modo que sepa cómo tratar con mano dura a aquellos que son corruptos y violentos o cuyas acciones limitan y retrasan el progreso del país, porque ahora gozan de demasiada libertad. Es el candidato máximo para nuestra coordinación original.
Un verdadero patriota pragmático y sabio en el que la justicia emerja precisamente de la virtud de la política, como un puente entre Kant y Aristóteles, entre libertad y felicidad. Un candidato reformista, buen demócrata y patriota militante con una tremenda confianza en sí mismo y con gran lealtad a los ciudadanos y grupos específicos para entender, en primer lugar, que necesitamos una Colombia integrada más unida y unos jóvenes comprometidos para crear nuestra respuesta al aislamiento y el egoísmo y, en segundo lugar, que la única legitimidad es la que procede de los derechos humanos y que la única autoridad corresponde a los poderes que los respetan y, a continuación, que analice cuál es la mejor manera de hacer evolucionar todo hacia un orden social y una democracia con un nuevo consenso en torno al proyecto país, anclado en las expectativas de los ciudadanos. Al fin y al cabo, estamos hablando de un aspirante a la presidencia más comprometido, que proteja su patria y defienda nuestros intereses, pero que también sostenga nuestros valores, las libertades de nuestros ciudadanos y vele por su seguridad y, entre otras cosas, combata el crimen, la corrupción y los delitos relacionados con las drogas, incluido el comunismo, para defender así la libertad, avance en el cumplimiento de la ley, y que busque fortalecer el Estado de derecho y el respeto de las minorías.
Esperemos que nuestros partidos políticos compitan imaginativamente para aprovechar al máximo los principios generales de la democracia que todos afirmamos apreciar, que pongan de manifiesto su espíritu, y que la campaña electoral no se vea contaminada ensombrecida por la atmósfera conspiradora o por discursos inaceptables que son auténticas instigaciones al odio y al racismo. El señor Churchill afirmó: "nunca se debe desperdiciar una crisis". Pues bien, actualmente nos enfrentamos a la peor crisis que haya sufrido la economía global y la más difícil que hemos tenido en muchos años, de la duración y la gravedad de la pandemia, del clima, de la estabilidad internacional y nosotros tenemos claro, al menos en nuestro Comité Internacional de Voluntarios Italia Unión Europea, que estas crisis refuerzan en gran medida el argumento para conceder a la Colombia una mayor capacidad de actuación en el plano regional y mundial.
El mejor candidato presidente para 2022 es la respuesta lógica para hacer frente a todos estos desafíos de manera eficaz; traerá democracia y todos necesitamos este choque democrático. Recordaremos estas elecciones durante mucho tiempo y tendremos algo que contarles a nuestros hijos y a nuestros nietos. Permítanme decir una cosa, y le hablo al electorado: estáis en el asiento del conductor. Tenéis elección. Creo que los ciudadanos saben que la situación ahora es diferente, es un serio paso hacia adelante. Es una respuesta al cambio de necesidades de la Colombia.
El Comité Internacional de Voluntarios Italia Unión Europea está dispuesto a contribuir aportando un planteamiento común y presentando ideas sobre su propia participación, como voluntarios comprometidos, en el debate, sin sustituir a los partidos. El comité aspira, por tanto, a ampliar su cooperación y fomentar un debate público en tres temas principales (servicio mutuo; funcionamiento en red; conexión con los ciudadanos residentes en Europa y sus representantes, ya que más voz para los congresistas es más voz para los ciudadanos) y respaldados por acciones concretas, por ejemplo la participación de alto nivel en las mesas y conferencias en materia de información y de participación (en cómo trata Colombia problemas como el empleo, la economía, el transporte, la lucha contra el terrorismo, el medio ambiente, la violencia, los desastres naturales o la reducción de la pobreza) facilitando el intercambio electrónico de información relativa a las elecciones entre los ciudadanos nacionales residentes, intercambiar opiniones sobre experiencias y buenas prácticas, y examinar posibles acciones conjuntas en cooperación con las fuerzas democráticas o con apoyo de estas, y se escuchen sus expectativas para el futuro. Amén.