No quería perderme la celebración del primer centenario de la OIT y aquí estoy de nuevo. Es mi tercera participación en el foro laboral más importante del mundo. Aquí en Ginebra – Suiza, su sede, se hacen los debates, las normas y recomendaciones internacionales que regulan todos los asuntos, todas las caras, todos los problemas que producen las relaciones del trabajo.
La OIT influye poderosamente en el mundo, y en especial en países como Colombia, gracias a las sentencias de la Corte Constitucional que les han dado fuerza jurídica a las decisiones del Comité de Libertad Sindical y a los Convenios Internacionales del Trabajo ratificados por el Congreso, que hacen parte de la legislación interna. También al trabajo de la Comisión de Expertos y la Comisión de Normas durante muchos años en que Colombia ha estado bajo su escrutinio.
La OIT nació en 1919, un año después del final de la Primera Guerra Mundial y dos años después de la Revolución de Octubre en Rusia. El preámbulo de su Constitución explicaba así el contexto y las causas de su creación: «existen condiciones de trabajo que entrañan tal grado de injusticia, miseria y privaciones para gran número de seres humanos, que el descontento causado constituye una amenaza para la paz y armonía universales; y […] es urgente mejorar dichas condiciones».
La OIT ha contribuido a crear estándares normativos globales a un fenómeno universal como el trabajo, contribuye a mejorar las condiciones en que se desenvuelve y así es útil para transformar la vida de millones de personas. Está a la vanguardia en información, estudios y propuestas sobre todos los temas laborales conocidos. Por ejemplo, ha servido para disminuir a su mínima expresión el trabajo infantil, hoy solo dos Estados no han ratificado el convenio que lo prohíbe. También ha servido para mejorar los ingresos de los trabajadores, para promover la inserción de las mujeres al mercado laboral, para la reducción de la jornada de trabajo y para el aumento de los sistemas de protección social.
Esto sin perjuicio del protagonismo que ha jugado en momentos históricos de la vida política y social de la humanidad como la lucha contra el nazismo, que esclavizó a millones de personas o el apartheid en Sudáfrica que legalizó la discriminación de las mayorías negras de Suráfrica. También ha logrado que la justicia social, el pleno empleo y el trabajo decente figuren de manera expresa en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
El futuro del trabajo es el tema que ocupa la atención de esta conferencia centenaria y para tal propósito desde hace 2 años una Comisión Especial trabajó en un informe, cuyo objetivo fue: “analizar los resultados de los diálogos nacionales como parte de una reflexión exhaustiva sobre la manera de lograr un futuro del trabajo que ofrezca oportunidades de trabajo decente y sostenible para todos”. El informe destaca básicamente cuatro causas que seguirán transformando el trabajo rápidamente: a) Los avances tecnológicos (inteligencia artificial, automatización y robótica) b) las competencias de los trabajadores del hoy c) la ecologización de las economías y c) la evolución demográfica.
La OIT considera que este es el momento para discutir estos asuntos y para “revitalizar el pacto social” que es la piedra angular de la Organización, así como su principal apuesta política, lograr el acuerdo de trabajadores, empresarios y gobiernos, que, según ella, “asegura a los trabajadores una participación justa en el progreso económico, el respeto de sus derechos y la protección de los riesgos a los que se exponen a cambio de su constante contribución a la economía”
El informe propone que el programa para enfrentar el futuro del trabajo esté concentrado en las personas. Esto incluye aumentar la inversión en las capacidades de los trabajadores, en las instituciones del trabajo y en el trabajo decente y sostenible. Fortalecer la formación y transición profesional, la igualdad de género, la protección social, la soberanía sobre el tiempo de los trabajadores sin afectación a las empresas, la representación de los trabajadores incluyendo los de las plataformas digitales, la administración de la tecnología en favor del trabajo decente y los incentivos para promoverlo y hacerlo sostenible.
Si el gobierno colombiano no termina en esta “lista negra”,
que sea bajo el compromiso real de hacer reformas laborales
en favor de los trabajadores y no seguir incumpliendo
Entre tanto, mientras escribo esta columna, no está claro si Colombia será uno de los países bajo estudio de la Comisión de Aplicación de Normas. Si el gobierno colombiano no termina en esta “lista negra”, que sea bajo el compromiso real de hacer reformas laborales en favor de los trabajadores y no para que siga en la continuidad del incumplimiento grave de normas laborales. Amanecerá y veremos.
Ojalá este llamado de la OIT para la suscripción de un nuevo contrato social sea atendido por el gobierno y los empresarios para que permitan la ratificación de más convenios internacionales y el desarrollo de normas laborales que sirvan para la modernización de las relaciones en el trabajo en todos los países del mundo. En nuestro caso, de Colombia. Tenemos el deber de seguir trabajando en eso.