Antes de la pandemia la revista Vanity Fair publicó un artículo basado en las listas de reproducción que tenían los personajes más influyentes del mundo en sus cuentas de Spotify. El de Obama sorprendió por tener dos canciones de J Balvin. Balvin, gústenos o no, es una figura de la música mundial. Si bien ha demostrado no tener empatía con los cambios sociales que azotan a Colombia, ese es otro cuento, ¿Qué culpa tiene de su éxito? Coachella, Stereo Picnic, los festivales más prestigiosos del mundo se pelean al antioqueño. Negarlo es una necedad.
Por eso Residente no pierde el tiempo y viendo que su carrera nunca despegó después de su separación con Calle 13 y ha tenido que rebuscárselas para figurar. Antes de la pandemia sacó una canción en donde reconocía los problemas que tenía con su depresión. Sin embargo colgarse en la fama de Balvin ha sido un buen negocio para él.
En 24 horas ya tiene registradas 30 millones de visitas después de la trapeada que le pegó a Balvin, ha mojado prensa en todas partes por su tirada y más de un muchachito progresista lo ha convertido en su nuevo ídolo. Indirectamente debería agradecerle a su archienemigo porque gracias a esa disputa Residente ha vuelto a sonar para el gran público. Desde el punto de vista musical y de lírica, hay un océano de diferencia entre uno y otro, pero en cuanto a fama y a aparataje publicitario no hay comparación, Balvin es un fenómeno mundial y Residente necesita de Calle 13 para llenar estadios.
Mientras tanto Balvin cena con Lebron James y es requerido en todas las mesas de los poderosos. La verdad poco o nada le importará lo que piensa y diga Residente de él.