La decisión de continuar con la concesión de 25 colegios públicos gestionados por entidades privadas o que pasen a ser administrados por el Distrito, debe ser el resultado de una juiciosa y seria evaluación, más allá del estéril debate ideológico entre “apocalípticos e integrados” sobre lo público y lo privado en educación.
Mientras el alcalde Petro en uno de sus acostumbrados trinos anunció que los colegios en concesión no irían más y que pasarían a ser administrados por el Distrito, su secretario de Educación señaló ante el Concejo que solo se tomará una decisión después de una evaluación exhaustiva. Ojalá se pongan de acuerdo en privado y en público. Que los terminen, si es su decisión, por razones pedagógicas y educativas y no simplemente por prejuicios ideológicos o doctrinarios.
Los colegios en concesión fueron creados por Enrique Peñaloza y consolidados por la administración de Antanas Mockus. Los gobiernos de izquierda de Lucho Garzón y Samuel Moreno, elegidos con el respaldo de Petro, no objetaron su existencia y modelo de funcionamiento y los mantuvieron, al tiempo que fortalecieron la educación pública distrital, mediante la construcción cincuenta megacolegios y el mejoramiento de las plantas físicas de 200 deteriorados colegios.
Tras quince años de existencia los colegios en concesión, en los cuales se educan 39.667 niños y niñas de los estratos 1, 2 y 3 de la localidades de Kennedy, Bosa, Suba y San Cristóbal, arrojan resultados positivos según las evaluaciones realizada por la Universidad de los Andes y el IDEP, instituto de investigaciones educativas adscrito a la Secretaría de Educación.http://edtk.co/nPkN4
Entre los resultados positivos se destacan que en las pruebas del Icfes 2011, de los 25 colegios en concesión el 64% se encuentran clasificados en la categoría superior y alto y solo 3,5% en la categoría bajo, mientras los colegios públicos distritales obtuvieron el 57% en alto y superior y el 7,8% en la categoría bajos. (Los colegios en concesión trabajan en jornada completa, mañana y tarde, mientras los colegios públicos lo hacen en una sola jornada, la mañana o la tarde).http://edtk.co/8DtA5
Según la última evaluación realizada por el IDEP, en el 2011, “El promedio de las puntuaciones que obtuvieron los estudiantes de los colegios en concesión en los exámenes de Estado (2010), es, en la gran mayoría de los casos, mayor que el promedio de las puntuaciones que obtuvieron los estudiantes de colegios oficiales del distrito en estas mismas pruebas”
En términos de eficiencia, según estadísticas de la propia Secretaría de Educación, sus resultados superan el promedio de los colegios públicos: mientras la reprobación o pérdida de año en los colegios distritales es de 10,6% los colegios concesionados es de 7,5%. La deserción de los distritales es de 4,5% y en los de concesión de 0,8%. http://edtk.co/8DtA5
Por supuesto también hay colegios que muestran pobres resultados, han incumplido los contratos pactados y no deben seguir administrando los colegios públicos que les han sido entregados en concesión.
Un análisis detallado de los concesionarios indica que en su gran mayoría son instituciones sin ánimo de lucro, con una gran tradición en el campo educativo y social en favor de los pobres, tales como Cafam, Colsubsidio, Don Bosco, el Colegio San Bartolomé, Fe y Alegría, Colegio Calasanz, los cuales tiene a su cargo la mayoría de los colegios en concesión, y a los cuales difícilmente se le podría tildar de “voraces empresarios en plan de enriquecerse a costa de los dineros púbicos y de la educación”.
Sería equivocado considerar que los colegios en concesión son un grave problema o el problema. Los 39.667 estudiantes que allí se educan representan apenas el 4,2% de los 935.957 que asisten a la educación pública. Creer que “estatizarlos” fortalece la educación pública, como proclaman algunos, no sería más que un falso positivo educativo, mientras 111.719 niños y niños, el 16% de la matrícula, continúen sometidos al trato discriminatorio de estudiar en colegios privados en convenio, la gran mayoría de ellos de comprobada mala calidad, una opción de la cual echa mano la administración distrital para cumplir de mala manera con su obligación de asegurar un cupo a los más pobres. Una inequidad que la ciudad está en la obligación de terminar.
Bogotá está en mora de ampliar su oferta educativa mediante la construcción de nuevos colegios públicos, mientras ello no ocurra 111.719 niños seguirán recibiendo una educación muy pobre para pobres, una educación que regalada resulta cara y muy lesiva para el futuro de las familias de Bosa, Suba, Kennedy, donde los colegios en convenio son la única opción para muchos.
Los colegios en concesión, así la administración Petro decida finalmente acabarlos o mantenerlos, tienen mucho que enseñar a la educación pública en la manera de administrar. El modelo de gestión de los colegios públicos se ha tornado tradicional, petrificado, con muchas carencias, los rectores y rectores demuestran que los héroes pedagógicos si existen, sin autonomía administrativa y presupuestal, el modelo lleva más de 30 años de repetirse, muy precario para la gran responsabilidad de ofrecer una educación pertinente, de calidad y excelencia. Un rector con dos o tres coordinadores y dos orientadores deben responder por la formación, calidad académica y la convivencia escolar de 2000 estudiantes de un colegio.http://edtk.co/XPDLq
La transformación de la gestión administrativa y educativa de los colegios públicos es una acción obligada para fortalecer la educación pública y alcanzar la tan anhelada calidad y pertinencia, más allá de todo maximalismo e ideologismo.