Es increíble que la educación y los derechos de los niños a educarse se conviertan en el último interés de algunas instituciones educativas. Y hablo de interés porque lo que importa es tener al día el SIMAT (Sistema Integrado de Matrícula), que los recursos de gratuidad lleguen; en fin, que la platica siempre esté en las arcas de los colegios. ¿Y los estudiantes? ¿Y la calidad educativa? ¿Y la cobertura?
Esas preguntas siempre serán la bandera de lucha en tiempos electorales y nuevamente, nuestras carencias se convierten en el discurso de turno para quedarse en el olvido de siempre.
Dentro de todo ese universo de injusticias, de atraso y abandono en la educación, me llama curiosamente la atención una institución educativa en la ciudad de Montería. Cuando escuché las querellas de padres de familia creí que se trataba de una broma… ¡Y una broma de mal gusto! Resulta que esa institución llamada en honor al docente-político del siglo XIX “Lorenzo María Lleras”, el INEM es uno de los 19 colegios en el país que nació en un proyecto de los años 60 que se apodó en su momento como Instituto Nacional de Educación Media diversificada, y nace como sugerencia de la UNESCO para atender las necesidades de los países en vías de desarrollo, adoptando un modelo educativo, similar al de algunas escuelas en los EE. UU.
Hoy los INEM siguen vigentes a pesar de los cambios en la legislación educativa como la Ley General de Educación de 1994, la Ley 715 de 2001, el Decreto 1075 de 2015, entre otras normativas. Pero regresemos al caso concreto del INEM “Lorenzo María Lleras”. Por los documentos de padres de familia salta a la luz que allí no hay un rector, tampoco un director rural… ¿Qué nos revelan los padres de familia? Una dictadura. Como en los tiempos de los reyes, la institución educativa INEM “Lorenzo María Lleras” está bajo el yugo de una rectora –válgase aclarar, pensionada, esperando el retiro forzoso- y que actúa como heredera al trono de algún reino.
La norma dice que la máxima instancia en una institución educativa es el Consejo Directivo, órgano que reúne la representación de todos los actores de la comunidad educativa, y que en el principio de la democracia participativa y plural, permita la opinión y contrapeso en la toma de decisiones. En pocas palabras, el Consejo fortalece la comunicación entre las directivas, la comunidad educativa y platea las mejores consideraciones para el bienestar de la institución; pero en INEM de Montería las cosas son distintas.
Los padres de familia reclaman que desde el año pasado no tienen docente de lengua castellana, porque la rectora Nemesia Ayub decidió –amparada en sus funciones- dejar sin asignación académica a un docente de esta área ¿La razón? Porque ese docente le faltó al respeto en una reunión, dando a entrever que la decisión no se amparaba en una reducción de la matrícula, alteración de la fórmula técnica (número de estudiantes x profesor) o algo que evidenciara reducción de la planta estudiantil.
Nada de eso. Como un tirano, lo liberó de sus funciones sin demostrar un debido proceso… Me cuentan esos padres de familia que ese docente, cumple jornada en la Secretaría de Educación del Municipio de Montería. Pero las irregularidades no terminan allí.
Otro docente, de la misma área, también fue liberado –al parecer- bajo las mismas condiciones de su compañero. ¿Qué ha pasado con esto? Más de 140 estudiantes están sin docente de lengua castellana desde 2021 y su derecho a recibir educación de calidad está siendo vulnerado; además de quejas por cambios de profesores a última hora, como el caso denunciado en el medio digital de la ciudad “el pulso del tiempo” https://www.elpulsodeltiempo.co/?p=8159 , con un titular que manifiesta todo: “denuncia ciudadana”. Los padres de familia se quejan ante la Secretaría de Educación y no pasa nada… Al igual que la caricatura de Mafalda, acá en la costa “todos se conocen” y la independencia de las instituciones se ve enredada por parentescos, favores políticos y corrupción.
Dicen que la rectora se autoproclama como “la dama de hierro”, apodo que la prensa le atribuye a jefes de Estado y líderes mundiales, como lo fue el caso de Margaret Thatcher, en Inglaterra, o Angela Merkel, en Alemania. Pero acá, en nuestro país macondiano, es la de un servidor público que no le sirve al público, sino a los intereses de sus amigos y compadres de la politiquería de la ciudad.
Triste que la gloria de una institución insigne por muchos años en la sabana de Córdoba se apague con el ocaso de un rector despótico que se vanagloria de sus epítetos como un monarca absoluto.
