La comprensible inconformidad ciudadana con la creciente corrupción pública y privada es un inequívoco desafío para los órganos de control, la administración de justicia y la sociedad.
Preocupa que muchos casos se conocen gracias a la responsable y valerosa labor investigativa de algunos medios de comunicación, los cuales merecen gratitud y apoyo ciudadanos, y a la tarea de autoridades judiciales extranjeras.
Ahora bien, estos censurables hechos sugieren castigar severamente a los responsables por acción u omisión e implementar los correctivos pertinentes, pues de no hacerse se estimulan comportamientos delictivos y seremos una nación inviable, censurada por la comunidad internacional.
Con la corrupción no se fortalece la democracia, no progresa la economía, no se derrota la pobreza, ni se mejora la calidad de vida de la población.
Caso Odebrecht
Sin duda se trata de un penoso episodio que ha afectado la institucionalidad de varios países, entre ellos Colombia. Deja múltiples lecciones que deben servir para corregir y retomar el rumbo de la decencia y la honestidad en el desempeño de las tareas públicas y privadas.
La multinacional Odebrecht tiene un atractivo código de petica, pero contrasta con las actuaciones delictivas en las que incurrieron sus directivos, algunos condenados por la justicia; en Brasil fue condenado a 19 años de cárcel su expresidente, Marcelo Odebrecht, en Colombia hay detenidos, condenados y un numeroso grupo de personas investigadas. Existen exmandatarios de varios países implicados en la corrupción propiciada por esta multinacional, situación muy vergonzosa para sus comunidades que confiaron en ellos, las engañaron y mancillaron los nobles principios de la Democracia.
El código de conducta de Odebrecht tiene 22 páginas y 15 capítulos, contempla los principios éticos y de valores que deben tener sus empleados con clientes, empresas, proveedores y competidores: "todos los integrantes cuentan con la responsabilidad de ejercer sus obligaciones y dirigir los negocios de la organización con transparencia y dentro del estricto cumplimiento de la ley en lo que respecta a los derechos humanos, el medio ambiente y los principios y lineamientos de la organización”. ¡Qué belleza!
El contrato de asesoría entre Odebrecht y el detenido excongresista Otto Bula, los hechos son contundentes: muy distinto entre lo que se dice y se hace: "El asesor deberá observar los más altos niveles éticos durante la ejecución del presente contrato. Específicamente no incurrirá en prácticas corruptivas de soborno, extorsión, coacción o fraude".
Es necesario recuperar la coherencia entre lo se piensa, se escribe, se dice y lo que se hace. Encontramos muchas empresas e instituciones con espléndidos códigos de ética o de valores, pero su comportamiento es totalmente contrario, originando confusión y desánimo entre sus accionistas, trabajadores, clientes, proveedores y comunidad en general. Recordamos los casos relacionados con los carteles de los pañales, cuadernos, azúcar, tubos de cemento, papel higiénico, seguridad y vigilancia, arroz, entre otros, frente a los cuales la Superintendencia de Industria y Comercio entre 2014 y 2019 ha identificado y sancionado 28 casos de cartelización empresarial, cuyas multas, en conjunto, suman $1,052 billones por el engaño a los consumidores y la violación de las normas que amparan la libre y sana competencia
Tarea urgente
Educación pertinente y con énfasis en valores éticos. La sociedad necesita abogados, ingenieros, médicos, contadores, gerentes.... con solvencia académica, profesional y ética, para evitar que se repitan casos vergonzosos como el del flamante fiscal anticorrupción, Gustavo Moreno, extraditado y condenado por corrupto.
Este repudiable escenario también sugiere que padres de familia, educadores, gerentes de empresas, líderes religiosos y servidores públicos seamos coherentes.