“Yo quiero saludar con orgullo y con cariño
A esos lindos pueblos del Cauca y de Nariño
Caquetá, Putumayo, Vichada y el Guaviare
Pa que sigan sembrando esos cultivos tan bonitos
De coca, amapola y también de marihuana…”
(corrido Homenaje a la coca, 2022, con más de un millón de visitas en Facebook y Youtube)
¿Quiénes en las grandes ciudades, autoridades públicas o empresariales, académicas, de farándula, admiran las zonas en las que se cultiva la coca?
La cultura de la coca como camino de redención económica y social, en un país que no ofrece oportunidades en las zonas en las que hace décadas se cultiva, está más viva que nunca… Sin inversión pública, sin obras de infraestructura, sin conectividad rural, ni educación de calidad y prospectos laborales reales, es poco o nada lo que se puede cambiar.
El área sembrada de coca en Colombia creció en un 43 % en el 2021 al compararla con la del 2020. Ni más ni menos que 204.000 hectáreas con capacidad de producción de 1.400 millones de toneladas de cocaína…. Campeones mundiales. Una estadística más que corrobora el fracaso de la política contra las drogas. Un dato más que será confirmado por el del 2022, del 2023 y muchos años más, de seguir así la lucha contra las drogas. Qué cantidad de plata perdida a lo largo de tres décadas, qué cantidad de vidas truncadas, de desplazados, desaparecidos, qué inutilidad de programas, de planes Colombia desperdiciados… Decenas de miles de jóvenes que no serán seducidos por ningún proyecto político, de derecha o izquierda…
Hay, como se sabe, toda una cadena de producción y distribución que comienza con la siembra, la elaboración de la pasta, la refinación, la exportacioón y la venta al por mayor y al detal en los centros urbanos, sean de los Estados Unidos o los europeos. También sabemos que el eslabón más débil son los cultivadores directos, que reciben un porcentaje ínfimo del valor al que se vende la cocaína, digamos que en las calles de Nueva York. Un gramo allí vale US $ 153, o sea que un kilo vale más de 150 mil dólares. En el otro extremo de la cadena, un cultivador en Colombia no recibe más de 600 dólares por un kg de pasta de coca. El kilo de cocaína vale, aproximadamente, US $ 1.300 una vez refinada la pasta.
El negocio, entonces, está en manos de quienes consiguen exportar la mercancía, que multiplica su precio casi por un factor de 20 para ser vendido al por mayor en 25.000 dólares el kilogramo y por uno de 120 para ser ofrecido al detal en Londres o Nueva York.
Los niños y jóvenes en las áreas en las que se cultiva la coca, dentro de estrategias de poderosos carteles que conducen la droga a los centros de consumo mundiales, conocen pocas alternativas de progreso diferentes a la de hacer carrera en el negocio. Niños que en la escuela, en veredas del Caquetá, Nariño o Putumayo, escriben historias sobre su padre o su tío raspachines, sobre el progreso de los primos o hermanos mayores que buscan el éxito y también acerca de la muerte de los que se quedan en el camino, de los que logran enrolarse y ganar, los menos, un buen dinero.
Hay una cultura de admiración, multiplicada por el contexto de riesgo, soledad, violencia y de los muertos familiares y conocidos.
Y hay compositores y cantantes cuyas producciones nos muestran qué lejos estamos de entender lo que pasa en las mentes y los corazones de los jóvenes que viven y crecen en las zonas en las que se cultivan las 204 mil hectáreas.
Una muestra de un corrido colombiano del 2022 (hay muchos), con acordeón, guitarra, bajo y percusión, a la manera de los grupos norteños mexicanos, que cualquiera puede escuchar en Youtube y Facebook. Ahí está todo:
“Yo quiero saludar con orgullo y con cariño
A esos lindos pueblos del Cauca y de Nariño
Caquetá, Putumayo, Vichada y el Guaviare
Pa’que sigan sembrando esos cultivos tan bonitos
De coca, amapola y también de marihuana
Es el mejor negocio que existe aquí en Colombia
Porque con las ayudas que promete el estado
El pobre campesino no se toma ni un tinto
Que viva Santa Cruz, también Santa Rosa
Saludos en Llorente, Tumaco y la Zabaleta
A Brisas de Mataje, Planchón y el Vallenato
Y que viva Chimbuza en el río Patía
(Alguien grita en el intermedio: “Y que vivan los raspachines…”)
Soy nacido en el campo
Lo digo con mucho orgullo
También soy raspachín, lo digo y no lo niego
Y vengo del Caquetá a cantarles con cariño
Saludos para Argelia, Tapoja y el Plateado…
En estos lindos pueblos tengo varios negocios
Le doy gracias a Dios por haberlos conseguido
Saludo a las mujeres también a mis amigos
Seguiremos luchando en este duro camino
Este corrido Homenaje a la coca tiene varias versiones, algunas de ellas con más de 1 millón de visitas (https://www.youtube.com/watch?v=Vt1OZrl9v_E). en Youtube y en Facebook. Se escucha y se baila en los bares de los pueblos productores de pasta, en kioskos de puertos en los ríos Caquetá, Putumayo, Patía…