Al estudiar la desigualdad sabemos que en esencia hablamos de dos situaciones: la variación en el acceso a bienes y la variación en el acceso a oportunidades asociadas o derivadoa a esos bienes (Tilly, 2000). En el contexto de la pandemia del COVID-19 varias cosas son emergentes y nunca se habían incorporado al análisis de las desigualdades. Si bien es verdad que varios teóricos han mencionado cómo las desigualdades actúan y están muy latentes frente a la exposición a enfermedades y atención del sistema de salud, nunca se consideró una exposición a la enfermedad de manera tan cercana y difícil de controlar o que inevitablemente llevase a la muerte en cuestión de semanas.
Con esta variación no poco importante, el trabajo implica unas resignificaciones en tanto “valor trabajo”, ya que como componente nuevo estará el “riesgo de producir”, que es asumido por el trabajador y que sin lugar a dudas afecta completamente las ecuaciones dentro del mercado y cualquier modo de producción. Ahora bien, las preguntas que surgen al respecto son: ¿aunque el valor monetario continúe igual (salarios mínimos), el valor relativo de ese dinero es el mismo?, ¿es igual hoy para un trabajador el mismo costo que antes dedicaba a producir?, ¿es igual el riesgo que una familia y/o comunidad tiene si todos los miembros trabajan o solamente uno?, ¿tiene sentido mantener el fordismo (producción masiva y acelerada) si las personas deben consumir sopesando el riesgo de producir el cual es radicalmente diferente para los empresarios?
No sin importar cuánto quiera que todo vuelva a la normalidad y se sienta protegido por su deidad particular, hoy producir no es lo mismo que antes y puede que no lo sea por un buen tiempo. Hoy cada vez que sale de su casa y se relaciona con personas, usted asume un riesgo. Lo acepta solo si usted es el único que trabaja. Sin embargo, entre más personas de su grupo familiar laboren ese riesgo aumenta, no solo en el sentido de las probabilidades de contraer el virus. sino además de transferirlo a los hijos u otras personas. Visto desde una perspectiva muy pragmática, en los casos más graves no solo pondrá en riesgo y podrá perder a sus seres queridos, sino que además los primeros serán los encargados de proveer bienes y cuidar a los otros miembros.
Este panorama critico, aunque aplica para la mayoría, no funciona para todos, puesto que no todas las personas trabajan o al menos no en las mismas condiciones. Es claro que el dueño del letrero (empresarios y poderosos) no se va a exponer de la misma forma que sus trabajadores. De hecho, necesita que ellos asuman el riesgo de producir, para tener los excedentes que le permitan a la mayoría de sus familiares quedarse en casa. Y aun cuando él también deba salir e ir a su lugar de trabajo, lo hará en sus términos y con medidas de protección que lo expondrán menos.
Por todas estas razones es necesario replantear cuánto está cobrando y en qué está gastando el dinero que gana, máxime cuando cada vez que produzca puede ser la última vez que lo haga.