Según informes de prensa, el expresidente norteamericano, Bill Clinton, recordó que acompañó el Acuerdo de Paz, pero reconoció la preocupante cifra en torno a los cultivos ilícitos en Colombia y alentó al presidente Iván Duque a adelantar políticas para frenar el narcotráfico. Durante su intervención, Clinton reconoció en Duque el rol que está desempeñando para liderar la lucha contra las drogas pues, según dijo, fue por el Acuerdo de Paz que se recrudeció el narcotráfico en Colombia. “Una cosa es decir que uno está en favor de la paz y la inclusión y otra, lograrlo cuando hay tantos dineros del narcotráfico dedicados a destruir todo lo que se quiere construir”, señaló Clinton en el evento organizado por la agencia Bloomberg.
Tanto nacionales como extranjeros (como el caso de Clinton) se han dado cuenta que el manejo particularmente inepto que el pasado gobierno –con la complicidad o negligencia de la Corte Constitucional- le dio al narcotráfico es lo que ha llevado a crecer de manera exponencial el negocio de la cocaína en Colombia. Y el tema no es de poca monta dado que el este manejo torpe nos coloca a los colombianos en el serio riesgo de convertirnos nuevamente en un narcoestado.
Para ilustrar la gravedad del problema del narcotráfico que el pasado gobierno y la Corte le dejaron en herencia al actual, basta trascribir algunos apartes de un pasado editorial del diario El Tiempo, (Sept. 23/18), medio que en términos generales no ahorraba alabanzas con la anterior administración: “Más allá de la discusión sobre cuál de las mediciones de cultivos de coca refleja de manera más fiel la realidad lo importante es reconocer que hay que actuar de frente a un problema que ha adquirido dimensiones realmente alarmantes. Sobra insistir en que el de las siembras ilegales de coca y marihuana está lejos de ser un asunto que se circunscriba a una sola esfera. Todo lo que gira alrededor de estos cultivos es insumo de gigantescos emporios criminales que minan la legitimidad del Estado, llevando a un deterioro en la calidad de vida de las personas a todo nivel.
Poco a poco, los valores que dan sentido a la vida en democracia se van carcomiendo por causa de estas mafias. La destrucción ambiental, la inseguridad, la corrupción, la violencia son todos males que crecen a la sombra del auge de la producción y venta de estas sustancias… La propuesta de Duque incluye aspectos ciertamente controvertidos, como el regreso del uso del glifosato, pero atendiendo las condiciones impuestas por la Corte Constitucional. Y aunque pone el acento -quizás porque la crudeza de las cifras no deja otra opción– más en la erradicación forzada que en la sustitución voluntaria, tiene la virtud de que no abandona esta alternativa.”
Los escasos recursos que hay
para adelantar importantes proyectos sociales
se van a tener que dedicar a frenar el negocio del narcotráfico.
El analista Andrés Espinosa Fenwarth, en su más reciente columna en Portafolio, afirma, “La renta de la droga prospera al amparo del acuerdo con las Farc. El valor del cultivo de hoja de coca se dobló de 331 millones de dólares en el 2013 a 661 millones de dólares en el 2017. En igual periodo, la valoración de la cocaína manufacturada en Colombia se disparó de 731 millones de dólares (equivalente al 3 por ciento del PIB agropecuario) a 2.079 millones de dólares (correspondiente al 11 por ciento del PIB rural), cuyo valor se multiplica por quince en Estados Unidos.”
La parte más deplorable de la ineptitud del pasado gobierno y la Corte es que los escasos recursos que hay para adelantar importantes proyectos sociales se van a tener que dedicar a frenar el negocio del narcotráfico.
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