Poco a poco se van conociendo elementos de la extraña maraña que manejan los gamonales que controlan la política regional. Lo grave de todo este andamiaje, conocido y sin duda avalado por las autoridades nacionales, es que allí es donde nacen dos grandes males del Estado colombiano: la corrupción y la ineficiencia. Se ha mencionado infinidad de veces, sin que estas denuncias hayan encontrado ningún eco, que el gobierno nacional, por comodidad, se apoya en los caciques regionales para garantizar su elección o su permanencia o aun la aprobación de leyes, sin beneficio de inventario. Por ello es bueno traer a colación la expresión de un ciudadano costeño, quien afirmaba que los senadores de su departamento eran importantes porque los oían en Bogotá y no por lo que hacían por ellos, los ciudadanos.
Cómo empieza a operar el tejemaneje politiquero regional. Su éxito en la venta directa o camuflada de votos en que muchos caen tiene distintas explicaciones. Los más pobres necesitan el dinero, los almuerzos, las tejas y el cemento, y creen que así es la política. Los que ya han cubierto necesidades básicas esperan como prestación a su voto un puesto, porque su problema es de ingresos permanentes. También creen que así es la política. Pero lo que está quedando en evidencia es que los políticos, claro que consiguen puestos, pero primero que todo para sus familiares. Y no se trata solo de ayudar al desocupado de sus parientes, por el contrario, es para el más vivo porque esta es la primera pieza para construir el clan político-familiar que les amplía su radar de poder. ¿Puestos para sus fieles votantes?
Del clientelismo se pasa inmediatamente al nepotismo.
Pero cumplida esa etapa este clientelismo se usa de nuevo
para que sus familiares entren al Congreso de la República
Es decir, del clientelismo se pasa inmediatamente al nepotismo. Pero cumplida esa etapa este clientelismo se usa de nuevo para que sus familiares entren al Congreso de la República, con lo cual no solo garantizan la construcción del clan familiar, sino su capacidad de capturar al Estado y por ende, los recursos públicos. La nota reciente de La Silla Vacía da elementos en esa dirección, al destacar la posibilidad bastante real de que diez candidatos nuevos al Congreso, que son familiares muy cercanos de parlamentarios actuales, entren a reemplazarlos en la próxima legislatura. Evidentemente, esta es la punta del iceberg de la forma como se consolidan los clanes familiares al llevar al Congreso hijos, hermanos y hasta suegras. Lo más grave, es que estos herederos son, en su mayoría, de congresistas con prontuario.
Teresita García Romero, de uno de los clanes más tenebroso de la Región Caribe, ahora pretende que su hija, Juliana Escalante García, dé un salto a la política. No hay delitos de sangre, pero transmisión de mañas sí. El Ñoño Elías, según El Espectador, dueño de Fonade -entidad que perdió su norte-, ahora pretende que su suegra consolide su clan. ¿Se imaginan a otro Roy Barreras en el Capitolio, su hijo, cuando según el sindicato de Caprecom, el primer Roy acabó con esa institución? Los hijos, hermanos, hermanas, esposos y suegras, no representan la renovación del Congreso y mucho menos la política que los verdaderos demócratas pedimos a gritos en Colombia. Esta forma expedita de consolidar clanes políticos y capturar al Estado termina en más corrupción. La siguiente tapa es la de los contratistas privados a los cuales se les paga con fondos públicos otorgados a dedo, el apoyo a sus campañas. Y la mayoría de ellos, como lo demuestra la experiencia, se caracterizan por sus obras incompletas, mal hechas y con inmensos sobrecostos.
¿Cuántos ciudadanos capaces, jamás llegan a puestos de dirección
ya cooptados por los parientes de los gamonales del país?
Ahora bien, un elemento igual de grave, pero que poco se menciona, es que en ese perverso tejido de los políticos nace la profunda ineficiencia del Estado. ¿Cuántos ciudadanos capaces, jamás llegan a puestos de dirección ya cooptados por los parientes de los gamonales del país? Cuando los herederos ocupan estas posiciones, su meta no es hacerlo bien sino pasar este primer escaño para ingresar, no a la dura carrera administrativa, sino al núcleo de la democracia, nuestro Congreso de la República.
Y otro dato: el Valle del Cauca le está compitiendo a la Región Caribe en este campeonato de quiénes logran más clanes políticos familiares. Sin duda, Roy Barreras y la gobernadora tienen mucho que explicar.
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