Clemencia Vargas no siguió los pasos políticos de su padre y bisabuelo, no le interesa aspirar a un cargo público. Su sueño fue convertirse en una gran bailarina y si que se ha sabido abrir un camino a pulso. Hizo su carrera de baile en Estados Unidos, se fue de Colombia cuando solo era una niña, su mamá Beatriz Umaña Sierra abandonaba Bogotá tras recibir amenazas de muerte y el inminente divorcio con Germán Vargas Lleras quien se separó durante 16 años de su única hija -la luz de sus ojos-. Clemencia se radicó en Miami, con solo 12 años no lo pensó dos veces para entrar a la escuela Hip Hop Kids. No pasó más de un año para que se fuera de gira con la banda más popular de la década de los 2000, los Backstreet Boys, fue telonera de los Black Eyed Peas y bailó para Destiny’s Child. Madonna escogió a Clemencia para que bailará para su hija Lourdes María.
Pero el baile no pagaría las cuentas, a los 18 años tuvo que alejarse de su pasión para estudiar Finanzas y Economía en Boston y aunque no le fue nada mal sentía que no pertenecía a ese mundo. Una vez terminó la universidad, pensó en retomar el baile pero sus padres no se lo permitieron, la amenazaron con que no le darían ni un solo centavo, debía defenderse y mantenerse sola. Sin más alternativas, se vio obligada a devolverse a su país natal. Pasó 3 años trabajando en una multinacional financiera del Reino Unido ubicada en Bogotá llamada Deloitte and Touche. Los 3 años más agonizantes de su vida, no soportó estar en un cubículo 5 días a la semana, cumpliendo horario de oficina, sentía que en aquel ambiente era una total desconocida. Sin consultarle a su papá, pasó su carta de renuncia un viernes, sabía exactamente lo que quería. Sacó sus ahorros del banco y decidió emprender con lo mejor que sabía hacer: bailar.
Cuando le reveló a Germán Vargas que iba a crear una escuela de baile, el líder político de Cambio Radical no le gustó para nada la noticia. Temía por el futuro de su única hija y lo primero que le preguntó fue de qué iba a vivir. Cuando Clemencia nació, Vargas Lleras aspiraba que su única heredera siguiera el legado familiar pero ella –irreverente y rebelde- prefirió alejarse de la política. Nunca dice opiniones políticas en pública y en el 2018 cuando su padre aspiró a la presidencia no se metió de lleno a la campaña, solo se remitió a acompañarlo a los eventos. Ahora que su Vargas Lleras anunció que no volverá a intentarlo en el 2022, tan quedará tan libre como su hija.
En el 2014, Clemencia fundó Vive Bailando con una única condición nunca contratar con el Estado, no quería que su apellido le rindiera privilegios no merecidos. No es una academia cualquiera, se dedica a trabajar con jóvenes sin oportunidades de los 11 años hasta los 25 que viven en la pobreza, los salva de caer en las drogas, violencia y hasta de embarazos no deseados. Cuando visita Soacha -ubicada al sur de Bogotá, deja de ser Clemencia Vargas para convertirse en la ‘profe’ como cariñosamente la llaman sus alumnos. Con 7 años, Vive Bailando ya cuenta con un equipo de 50 personas - bailarines, sociólogo, antropólogos, diseñadores- que se la juega toda para transformarle la vida a estos jóvenes. Han trabajado con más de 7.000 jóvenes en 17 municipios del país. Tan poco tiempo ha sido más que suficiente para salvar a jóvenes de las bandas criminales y hasta de las filas guerrilleras de las Farc.
Probablemente, el caso que marcó a Clemencia fue el de una niña de 18 años en Barranquilla que consumía drogas y había estado en prisión durante dos ocasiones debido a su agresividad. Gracias a la academia, la joven cambió las drogas por el baile ya que el baile le hacía sentir lo mismo que cuando se drogaba. También cambió su temperamento agresivo pues se desahogaba bailando. Un caso de miles, Clemencia ha logrado transformar la vida de jóvenes sin una estructura familiar sólida y que no tiene oportunidad ni de cursar una primaria o bachillerato. Clemencia decidió que el mejor lugar para la academia era la zona rosa de Bogotá -Calle 85 con carrera 15- quería que los jóvenes del sur de la ciudad se desplazarán hasta el corazón del norte siendo un punto de encuentro entre jóvenes sin referencia de estrato social. Todos juntos en un mismo escenario.
Los fondos de Vive Bailando llega de la realización de eventos, talleres, donaciones y clases de baile que dan a aquellos que quieren aprender. Gracias a su experiencia como economista, Clemencia no solo es la profesora de baile también se encarga de manejar las finanzas de la academia. Han contando con suerte pues se les ha unido en su lucha social empresas de la talla de Coca Cola, programas de las Naciones Unidades y hasta la Embajada de Suecia.
Clemencia encontró en el baile una herramienta de vida y resiliencía para los jóvenes. Aunque tenía sus dudas sobre el baile, el exvicepresidente la ha apoyado con su emprendimiento, no desaprovecha oportunidad para promocionar la academia y hasta se metió a un programa para aprender "Nunca es tarde" dice Germán Vargas.
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