No me cabe duda de la inteligencia, valentía y capacidad de trabajo que usted tiene para desempeñar un cargo de alto impacto en Colombia. Su trayectoria como investigadora, donde logró publicar valiosa información sobre hechos delictivos en Colombia, además de su capital electoral cuando fue elegida como senadora y el buen resultado de la consulta anticorrupción que usted lideró en 2018 en una situación tan adversa, la hacen protagonista hoy en el panorama nacional.
Usted además se ha preparado académicamente para responder con altura los desafíos que tiene administrar los recursos públicos, pero sobre todo construir sociedad en momentos de enormes desafíos como la corrupción, violencia, cambio climático y profundas crisis institucionales. Sin embargo, todo lo anterior hay que saberlo articular con una serie de habilidades de comunicación personal que marcan la diferencia. Quizás en un principio el estilo duro y contestatario le dio resultados positivos en varias plazas. ¿Cómo olvidar las discusiones con el uribismo en el Congreso o atrás cuando se enfrentó a Ernesto Samper?
Sin embargo, como usted lo dice en su campaña para ser la primera alcaldesa elegida democráticamente de Bogotá, hay que avanzar y eso no parece transmitir su imagen de persona incendiaria, intolerante y poco asertiva de la cual se habla en diferentes espacios; iba a decir mujer pero me tildaría de machista quizás. Sus salidas en falso con periodistas, en Twitter, en algunos debates, donde cae de forma constante en el insulto la llevan a verse como toda una política tradicional. Sus contendores lo saben y lo utilizarán en cada minuto de campaña que queda, reforzando en todos los medios y canales posibles sus respuestas cargadas de prepotencia.
Aproveche el voto de opinión que tiene Bogotá, donde históricamente se tiene la percepción de darle un mayor detalle a analizar el perfil del candidato sin ver la casa política a la que pertenece. Usted ya tiene buena parte ganada por trayectoria, cierre la puerta para que columnistas de diferentes medios inviten a unirse en contra de su candidatura por detalles de forma en la comunicación personal. Capitalice la ventaja en las encuestas, no se vuelva predecible en sus reacciones y talle su talento de forma que los indecisos se decanten por usted.
Claudia, siéntese, reflexione y dese cuenta que además de salir a la opinión pública a emocionar con sarcasmo para conseguir los votos necesarios que la llevarán el próximo primero de enero al Palacio de Liévano, cuando esté ahí deberá ser gerente, liderar equipos de trabajo y dialogar con los que no votaron por usted. Es ahí cuando varios nos preguntamos si será capaz de hacer el cambio ya con el poder en la mano, porque eso justamente es lo que no vivimos en los últimos ocho años: alcaldes que no lograron unir a la ciudad en un proyecto. La gobernabilidad se pierde con actitudes que parecen pequeñas, que se disfrazan de vehemencia. Hay muchas formas de ser contundente, elija la que no la convierta en una arrogante. Mi voto será por usted. Yo y todos quienes le creemos por convicción aceptamos y confiamos que puede cambiar el tono sin dejar de ser la Claudia que nos emociona.