Otra vez Claudia Palacios cae en sesgos prejuiciosos. En el artículo Paren de parir responsabiliza y victimiza a las mujeres venezolanas por dar a la luz en territorio colombiano. Antes de agigantar un problema que no corresponde a la territorialidad o al desplazamiento, la periodista debería tener claro los niños de madres venezolanas nacidos en Colombia no superan ni el 1,5% de la totalidad de los niños de madres colombianas: 1.768 bebés en el 2018 contra 637.699, según datos del Dane, que en la mayoría de casos vienen al mundo en iguales condiciones, con madres cabeza de hogar, independientemente de su nacionalidad.
Pero eso no es todo, en el artículo Vasectomía para machitos, Claudia también cargó con la responsabilidad a los hombres. Y aunque en principio están bien algunas cosas que menciona, también se equivoca en otras. Yo me hice la vasectomía hace un año, con 23 años, sin tener hijos previos; pero acceder a este procedimiento no parece tan fácil como ella lo plantea. Fui a mi servicio de salud (Cafesalud), siendo beneficiario cuando tenía 20 años y me pusieron muchas trabas para realizar el procedimiento. Tres años después, sin ser beneficiario, con un trabajo paupérrimo, fui a Profamilia, donde se necesita tener una cita con un médico general y después agendar la cirugía que costó como 370.000 pesos, sin contar las citas particulares, las pastillas posteriores a la cirugía y que los procedimientos se hacen entre semana en horas de la mañana. Recomiendan 3 días de incapacidad. Se debe hacer un espermiograma a los tres meses. Si todo sale bien, se recomienda hacer otros dos espermiogramas durante los dos años siguientes para descartar posibles reconexiones.
Volviendo al tema, Claudia escoge un caso aislado de un exguerrillero para justificar su opinión. Un hombre de 45 años que tiene 16 hijos obviamente es reprochable, sobre todo en estos tiempos, pero lo cierto es que hace 50 años el promedio de una familia podría ser entre 5 a 10 personas. Mi abuelo materno tuvo 6 hijos y el paterno como 12. Claro, en esa época no existían métodos anticonceptivos y tanto antes como ahora siguen siendo un tabú o no se usan por desconocimiento.
De hecho, según la revista Dinero cada vez nacen menos bebés en Colombia. En 1960 nacían 45 bebés por cada 1.000 habitantes y ahora nacen 15 por cada 1,000 habitantes. Esta situación trae problemas a futuro, pues seremos una sociedad con más viejos que jóvenes y por consiguiente con menos crecimiento económico, del poco o nulo que hay hoy en día. La cuestión es que la mayoría de niños no pueden acceder a una educación de calidad y estamos sumidos en el trabajo informal, situaciones que las vasectomías no van a cambiar, pues existen países más densamente poblados con mejores condiciones de vida.
Tomar como ejemplo Tumaco y el Pacífico colombiano solo muestra un problema que va más allá de una vasectomía. La situación de vulnerabilidad en estas regiones requiere una buena distribución de recursos, industria e infraestructura previo a repartir vasectomías sin siquiera tener hospitales de calidad. Este argumento se acerca al del obispo Rubén Darío Jaramillo, quien quiere exorcizar la ciudad de Buenaventura. Lo que necesita Buenaventura no es un exorcismo, sino un reconocimiento social y económico, ignorado durante gran parte de la historia de Colombia.
Aparte de simplista, Claudia cae, sin quererlo, en extremismo y xenofobia. Primero contra los hombres y perros de la calle, después contra las mujeres venezolanas. Aún sabiendo que esos perros, que ella quiere esterilizar, tuvieron un dueño/a que los abandonó y que tenían que hacer esa labor. Con los hombres se acerca a las políticas de esterilización forzada que ya tuvieron lugar en Canadá y Perú con mujeres indígenas, una clara violación a los derechos humanos. Con una visión parecida a la de Fujimori (quien aplicó la esterilización de 264.000 mujeres y la vasectomía a 18.000 hombres), Claudia quiere esterilizar partes de la sociedad, porque desde su posición es fácil sacar cualquier opinión y conclusión, pues lo más sensato es tener la superioridad moral para decidir quien puede y quien no puede tener hijos. La pregunta importante acá es si en serio Claudia escribe estos artículos para crear escozor y tener lecturas, o desde un claro coqueteo al periodismo xenófobo, derechista, simplista y gobiernista que siempre ha existido en Colombia.