En febrero del 2009, en la Biblioteca del Gimnasio Moderno, Angélica Lozano, como una groupie, aplaudía a rabiar todo lo que decía la mujer delgada y de pelo corto que estaba encima de la tarima. Era Claudia López, investigadora de la Corporación Arco Iris y de la Misión de Observación Electoral, quien acababa de sacar el libro que puso en blanco y negro el escándalo de la parapolítica en el Senado: Y refundaron la patria. Con una copia en la mano Lozano, quien acababa de dejar de ser alcaldesa de Chapinero, hizo la fila pacientemente después de la presentación para que su ídolo le firmara el libro. Cuando estuvo frente a ella se sorprendió al ver como los ojos verdes de la investigadora se iluminaban y se le abría la sonrisa. “Ah, pero si es mi alcaldesa preferida”. Angélica casi pierde la respiración al sentirse reconocida justamente por ella. Se intercambiaron teléfonos y empezaron a tener una amistad fluida vía Facebook y WhatsApp.
Angélica estrechó el cerco sobre López y cada vez que sabía de un evento donde ella fuera la protagonista no dudaba en ir. Ella se ha considerado siempre una “arribista intelectual”. Nunca le ha interesado demasiado el físico o la posición social de una persona para enamorarse. Lo que le interesa es la inteligencia. Angélica se había reconocido lesbiana recién salió de la universidad de La Sabana en donde se graduó de abogada. En el año 2000 lideraba una iniciativa ciudadana que alcanzó a recolectar 1.500.000 firmas contra la corrupción, pero la Corte no aceptó la moción. Lo que le quedó fue una atracción por Catalina Lleras, la otra persona a cargo de la iniciativa. Fue su primera relación homosexual. Cuando estuvo segura reunió a su mamá y a su tía en un OMA del Centro de Bogotá. Años le costó aceptar a su mamá su condición sexual. Cuando se posesionó como alcaldesa de Chapinero todavía estaba con Catalina. Su mamá, al conocerla, le dejó la mano extendida. Demoró mucho tiempo para aceptar la sexualidad de su hija. Por otro lado, Claudia López siempre supo que le gustaban las niñas, aunque la última en saberlo fue su mamá, María del Carmen Hernández, a la que le costó trabajo pero la aceptó con los años.
La relación entre las dos empezó a darse lentamente. Claudia López estaba comprometida y Angélica no ocultaba un interés y una admiración que ni siquiera el viaje de López a estudiar una maestría en Educación Pública y Política Urbana en la Universidad de Columbia en Nueva York enfriaron. Una vez, en febrero del 2012, Angélica Lozano, mientras miraba el Twitter de Claudia se dio cuenta de que estaba en Colombia. La llamó, se tomaron un café en el centro y el flechazo llegó, no sin una advertencia previa de parte de López: ella estaba abajo, sumida en la peor de las depresiones por una tusa que no se le iba con nada. Lozano le dio tiempo y empezó una de las relaciones más famosas de la política colombiana. Tenían poco en común.
En esa época Claudia le hacía campaña a Peñalosa para llegar a la alcaldía de Bogotá, mientras Angélica era una concejal aplicada del redil petrista que al final terminarían llevándose las elecciones municipales del 2012. Dos años después, en el 2014, ambas deciden lanzarse a la carrera hacia el Congreso en un acto original. Alquilaron un salón en el Hotel Royal de Bogotá y trajeron como maestras de ceremonias a Tola y Maruja, quienes divirtieron a más de dos mil personas. La estrategia funcionó: Angélica Lozano llegó a la Cámara de Representantes y Claudia López al Senado con más de 50 mil votos, ganándole incluso a Antonio Navarro dentro de su propio partido.
En un país homófobo no fue nada fácil aceptarse gays. El primer gran reto, siendo ambas congresistas, fue en agosto del 2014. El abogado Vïctor Velásquez, exsenador y pastor evangélico, exigió la pérdida de investidura de ambas argumentando que habían violado la Constitución por postularse con el aval del Partido Verde. Velásquez argumentaba que ambas eran más que novias: al vivir juntas adquirieron los mismos derechos que un matrimonio por convivir durante más de dos años. Sin embargo, López y Lozano tenían las pruebas suficientes para desmontar las acusaciones. Vivían en apartamentos aparte y, debido a lo apretado de su agenda, se veían sóolo los fines de semana. Por esa época vino su primera gran crisis de pareja. Empezaron a tener afán de adoptar un niño y formar una familia. Se tranquilizaron y decidieron no meterle demasiada presión.
Ninguna disimula su amor sin temor a generar escozor e incluso lo expresan públicamente con trinos como lo hizo Claudia López cuando Angélica Lozano llegó al senado por los Verdes, curul que ocupó Claudia hasta este año pero que no repitió para aspirar a la Alcaldía de Bogotá o la Presidencia. Uno de los momentos más emotivos como parlamentarias fue con la derrota en la cara del referendo contra la adopción de niños por parejas del mismo sexo que lideró la senadora cristiana Viviane Morales.
La pasión y la energía la desfogaron en proyecto en la lucha contra la corrupción que derivó en la consulta popular que empezaron a tejer entre el 24 de enero y el 26 de julio del 2018 cuando lograron recoger un total de 4. 236. 682 firmas de las que fueron reconocidas 3. 092. 238 como válidas por la Registraduría.
El culmen del empeño fue este domingo 27 de octubre con el millón de votos que consiguió Claudia con su ayuda para ser la primera mujer que llega a la alcaldía a través de votación popular