Al ver cualquier imagen de la senadora, lo primero que llama la atención es el color verde de sus ojos. El cliché sostiene que su mirada sería el reflejo de su alma, pero no es sólo eso, porque también revela el color de su corazón. Claudia Nayibe López es de corazón verde, de Alianza Verde para ser exactos.
La frase de cajón la pueden usar sus seguidores y afirmar que el verde, que ella encarna, es el verde de la esperanza por una Colombia mejor, pero no es así. Yo también le creía, pero la senadora me dejó como al ternero... Precisamente desde un ternero se forjan las razones por las que ella nunca será presidenta de Colombia. Hay que remontarnos a mediados de la década del setenta, a un potrero en los terrenos de lo que hoy se conoce como barrio Tabora en la localidad de Engativá (Bogotá). Allí, con seis o siete años, la pequeña Claudia hizo gala de su habilidad con el balón y derrotó a un niño campesino en un partido de banquitas. Previamente, los dos acordaron una apuesta: si ella ganaba, él le daría como premio un ternero, si él ganaba, ella le entregaría su morral con los libros de la escuela.
El niño la subestimó y Claudia llegó a casa de su mamá con su morral, sus libros y su ternero. Su mamá, María del Carmen Hernández, la reprendió de inmediato y la obligó a devolver el ternero. Le aclaró que ese ternero no era del niño, sino de su familia y que seguramente lo necesitaban para el sustento. A regañadientes la talentosa futbolista obedeció y aprendió la lección.
En ese entonces, Claudia Nayibe López vivía con su madre dentro de una escuela pública del barrio Eduardo Santos de Bogotá. Ellas hacían el aseo de la escuela los fines de semana y de ese modo no pagaban arriendo. Además de madre, María del Carmen Hernández era maestra en la misma escuela donde vivían. De esta manera, la vena del estudio y la visión social la heredó Claudia. Años después, se graduó del colegio La Merced como una estudiante destacada. Luego, estudió y se graduó de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales en la Universidad Externado de Colombia. Se siguió preparando y cursó una Maestría en Administración Pública y Política Urbana en la Universidad de Columbia (Nueva York). Su preparación continúa y hoy día cursa un Doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Northwestern (Chicago).
La academia era lo suyo y no los negocios, como sí lo son en la vida de su padre, Reyes Elías López. Con este contexto familiar es evidente que Claudia López nunca será presidenta, porque desde que nació en 1970, en Bogotá, se forjó en una familia trabajadora, no heredó el poder por casta como todos los presidentes que elegimos los colombianos. En Colombia un académico que no pertenezca a los clubes de Bogotá o que no sea un gamonal de Antioquia, sólo puede aspirar a ser ministro o senador, nunca presidente. Lo llevamos en los genes, no nos gusta ver a otros, más parecidos a nosotros, gobernarnos. La patria del inquisidor Alejandro Ordóñez, del todopoderoso Álvaro Uribe, del intelectual José Obdulio Gaviria y de la inmaculada Viviane Morales, no elegirá como presidenta a una mujer homosexual declarada y cuyo segundo nombre es Nayibe. El clasismo y la homofobia ponen el presidente en el país del Sagrado Corazón.
Pero vuelvo a la etapa académica de Claudia López, en la que despuntó como una crítica de la corrupción y la criminalidad de todo tipo dentro de la política nacional. Fue asesora de varias ONG y de Naciones Unidas. Su vida política inició con el movimiento de la Séptima Papeleta que destrabó la disputa por la Constitución Nacional de Colombia de 1991. Su disciplina y rigor la hicieron una columnista del periódico más leído y de mayor influencia en Colombia: El Tiempo.
Justo allí, la hoy senadora hizo uso de su derecho a la libertad de expresión y criticó con vehemencia la forma en la que el diario informó sobre el escándalo, que yo llamó olla podrida de corrupción, de Agro Ingreso Seguro. Publicó, el 13 de octubre de 2009, una columna titulada “Reflexiones sobre un escándalo”. Escribió que lo que hizo El Tiempo “fue una fabricación inducida para apoyar su interpretación deseada de los efectos políticos del escándalo”. Para ella, el diario se aprovechó de su poder para catapultar la carrera presidencial de un familiar de los Santos, un tal Juan Manuel Santos. A la par, sostuvo que el diario manipuló la información para que el único perjudicado fuese el precandidato presidencial por el Partido Conservador, Andrés Felipe Arias.
El Tiempo decidió quitarle la columna y agregó una nota para explicar la censura: “N. de la D.: EL TIEMPO rechaza por falsas, malintencionadas y calumniosas las afirmaciones de Claudia López. La Dirección de este diario entiende su descalificación de nuestro trabajo periodístico como una carta de renuncia, que acepta de manera inmediata”. (Lea aquí la columna con la nota de despido: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-3666495.
Hoy, El Tiempo ya no es de los Santos, le pertenece al millonario Luis Carlos Sarmiento Ángulo; quien, como dato curioso, también se vio enormemente beneficiado con AIS. Él fue un aportante significativo en la campaña de Álvaro Uribe Vélez, por lo que hizo méritos suficientes para que ese dinero, que era para el mejoramiento del agro y la tecnificación del campesinado, lo recibieran tres de sus empresas. Supongo que Andrés Felipe Arias consideró que el aportante necesitaba algunos miles de millones y los campesinos no.
La otra Claudia López, la política
Claudia siguió combativa, me ilusionó con frecuencia su fortaleza, profundidad y claridad en las investigaciones. Arremetió contra los corruptos y ayudó a desmantelar esa otra olla podrida de la política colombiana: la parapolítica. Pronto su facultad para el debate se hizo notoria a nivel nacional. Sus adeptos crecían con cada denuncia. Por eso, se lanzó a la arena política. En 2014, ganó su curul en el Congreso con 81.045 votos. Hoy da peleas contra todos los pesos pesados de la política colombiana. Apellidos como Samper, Uribe y Valencia han sentido la gota fría al afrontar debates contra Claudia López.
Su ascenso público y político fue vertiginoso, no ha terminado su primer período en el Congreso y ya aspira a ser presidenta. Su influencia en redes sociales es más que llamativa, cuenta con 552.000 seguidores en Twitter y casi 400.000 en Facebook. Al analizar ese auge pude concluir que Claudia López es una política a carta cabal… como todos, incluso, como Uribe, pues dice lo que la gente quiere oír para ganar aceptación y votos.
Corría mayo de 2016 y el proceso de paz seguía tambaleándose en la opinión pública que esperaba el acuerdo, y el acuerdo se anunció. A la senadora le pareció “inaceptable” y sostuvo que el gobierno estaba dando todo a cambio de nada. Mi reacción en ese momento fue normal, sentí que escuchaba a una opositora, como Uribe, del proceso de paz, pero algo no me cuadró. Ella hablaba con un tono en el que le otorgaba superioridad manifiesta al Congreso. No pensé que nos creyera ingenuos a todos los colombianos, sino que tal vez era una senadora apasionada que tenía fe ciega en el Congreso, pero la duda seguía: ¿una denunciante de la parapolítica defendiendo al Congreso?
En el video corto que publicó, afirmó literalmente que las Farc “le mandó redactado lo que le ordena al Congreso de Colombia incorporar. Es un exabrupto esta concesión de un gobierno débil a la guerrilla de las Farc […] nada, ni una sola concesión por parte de las Farc y todas las concesiones por parte del gobierno. Me parece inaceptable este acuerdo que se ha anunciado el día de hoy”. Intenté buscar el video en el canal de YouTube de la senadora, pero no le encontré. No sé si lo borró o qué, sin embargo la memoria se puede refrescar con la red digital, pues varios medios hicieron eco de sus palabras. Por lo tanto, aquí les dejo el video publicado por Blu Radio: https://www.youtube.com/watch?v=bz_yL7YmI2s
Al ver el video se advierte que Claudia López era, hasta ese momento, una opositora del proceso de paz, pero algo sucedió. Lamento decirles que no sé a estas alturas si fue inteligencia de la senadora, quien recapacitó y se unió a remar por la paz, o fue simple mermelada. El 24 de agosto, con un tono totalmente distinto ––de hecho parece otra persona––, apoyó el acuerdo “inaceptable”, animó al gobierno “débil” y bendijo el “exabrupto”. A mí me jodió, ya no sé ni qué creerle. No sé si les pase lo mismo a ustedes, pero aquí está el video para que comparen: https://www.youtube.com/watch?v=FBhZG8ZIMG4
El segundo video sí fue fácil de encontrar en su canal de YouTube, al igual que el vídeo famoso en el que la senadora abandona el set de Noticias RCN acusando un sesgo, en contra del proceso de paz, del noticiero, los periodistas y los panelistas. El video se titula “Claudia López cuestiona imparcialidad de RCN sobre paz”. Allí dice, entre otras cosas, que “es una falta de respeto que nos tengan aquí una hora y media, para que igual RCN Noticias se dedique a la propaganda contra los acuerdos de paz. Ustedes están en todo su derecho, pero yo por lo menos no vine aquí a adornar con apariencia de imparcialidad semejante sesgo […] les agradezco mucho su invitación, pero yo la verdad prefiero retirarme”. Los aplausos no se hicieron esperar, reviva aquí la escena: https://www.youtube.com/watch?v=NeMIQt7skMY
La aceptación fue generalizada, pero a mí me recordó a Álvaro Uribe diciendo: “¡Otra pregunta, amigo!”. Primero, creo que es imposible que una senadora tan preparada y formada no supiese el sesgo que desde siempre ha tenido RCN Noticias, la verdad no creo que exista en Colombia un noticiero más parcial. Entonces, ¿por qué aceptó la invitación? No lo sabré nunca, pero aventuro que lo hizo para usar el set y la audiencia del noticiero, y así, sacar provecho en sus aspiraciones políticas. Tal cual como Uribe maneja los medios, así los maneja Claudia López, en beneficio propio. Ella, como Uribe, no acepta el disenso, señala todo lo que quiere con gritos y un histrionismo envidiable que gana miles de adeptos en las redes. Actualmente lo hace con fotos y videos de sus posturas críticas en contra de los congresistas que votaron la reforma tributaria, que se mostraron a favor del aumento del IVA y que aceptaron el aumento de su salario. Los padres de la patria hacen y deshacen desde el Congreso (léase con el tono de superioridad manifiesta del primer video).
Así, pues, considero que Claudia López tiene facetas de uribista, así no apoye a Uribe. Al mismo tiempo, señalo que por cuna y preferencias sexuales jamás será presidenta, aunque ya tenga los vicios de la política tradicional incorporados: señala lo que le conviene y oculta sus salidas en falso. Las elecciones están cerca y para sus seguidores Claudia López es la imagen de la renovación política colombiana, mientras que para sus detractores es una gritona insoportable y demagoga, a la usanza de los tribunos de antaño que vociferaban a todo pulmón lo que el pueblo quería escuchar. Yo creo que ambos, seguidores y detractores, tienen razón.