Antes de ser alcaldesa de Bogotá, Claudia López mostraba tener los pantalones bien puestos para enfrentar cualquier problema, criticar, censurar y confrontar a quien ella decidiera o le diera la gana. Al fin y al cabo, ella estaba mirando los toros desde la barrera.
Sin embargo, ahora como alcaldesa (donde le toca para bien o para mal tomar decisiones, asumir retos y enfrentar problemas reales; donde tiene una ciudad que está a la merced de las decisiones que ella tome; y donde le corresponde firmar y asumir la responsabilidad de todos sus actos) vemos a una mujer "duquedependiente".
Suena extraño que una mujer como ella esté en todo momento dependiendo de lo que dice, decide, hace y decreta el presidente. Para todo necesita involucrarlo a él y a sus funcionarios. Pienso que puede ser por tenerlo tan cerca, pasando la calle. Aunque, claro, creo que ella no ha entendido que el presidente debe atender y escuchar a todo el país y sus gobernantes, no solo a ella.
Los demás gobernantes locales también deben sujetarse a las disposiciones nacionales y buscar la forma de articularlas localmente; pero ella, a diferencia de la mayoría, no puede y siempre tiene que solicitar reunión con el gobierno nacional para decirle que está en contra de lo que decide.
Por otro lado, no ha podido lograr que la ciudadanía bogotana camine al ritmo de ella, ¿será que ya no le creen? Ya le ha tocado estar en el ruedo con los toros y se la pasa corriendo y gritando por todos lados, buscando culpables y responsables diferentes a ella, porque lo que también hemos visto de ella es que nunca es responsable o culpable de nada: ella todo lo hace bien.
Me queda la duda si la confrontación con el presidente es una lucha de puesto, si es una lucha política, si es una lucha para ver quién tiene más pantalones o si es una lucha de género.