Claudia López, un triunfo con hondo significado
Opinión

Claudia López, un triunfo con hondo significado

Bogotá se puso a la cabeza en dar una señal que, quizás, sea el símbolo de nuevos vientos, que el péndulo del lenguaje excluyente llegó a su límite

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octubre 28, 2019
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El de Claudia López, un triunfo sin antecedentes en la ya larga historia republicana de Bogotá, con un significado trascendente.

Escribo estas notas saliendo del discurso de Claudia López ante sus seguidores en la sede de Compensar en Bogotá.

El respeto expresado por sus adversarios en la contienda electoral, uno a uno, marcó la tónica de su narrativa. La admiración por los valores de Luis Carlos Galán fue manifiesta. Su compromiso en realizar una alcaldía para todos. Lo que ella es: la primera mujer elegida por el voto popular para el segundo cargo más importante del país, nacida de maestra que educó a sus hijos con enorme esfuerzo y constancia. La nueva alcaldesa, mujer diversa, como ella misma se denominó, obtuvo más de un millón cien mil votos, cifra sin precedente electoral en la capital.

La verdad, en mi caso, es que voté por ella a sabiendas de la alta probabilidad de triunfo del segundo clasificado, Carlos Fernando Galán. Un candidato que realizó una extraordinaria campaña a partir de un recurso que le permitió capitalizar enormes dividendos: el respeto por sus contendores. La gente está fatigada del discurso de la ofensa, la descalificación del adversario, la falta de respeto. Fue un verdadero hit de Galán dedicarle, durante la campaña, videos a sus contendores resaltando las cualidades que veía en ellos. Galán se ha convertido en protagonista de primera línea en la política colombiana. Se descuida Fajardo y puede aparecer Galán en la escena presidenciable.

Palabras más o menos, el mensaje a Miguel Uribe Turbay: tiene excelente madera; solo quítese el lastre de los partidos y las viejas formas de hacer política.

Quedaron tendidas, una vez más, las firmas encuestadoras más importantes del país, que no acertaron ni en Bogotá ni Medellín, y que en Cali pronosticaron un cabeza a cabeza entre los dos punteros. Con certeza que cumplieron con los protocolos de la estadística y el cálculo de probabilidades. Sin embargo, o las muestras no son representativas o se presenta el fenómeno de lo que algunos llaman el “voto vergonzante”: no decir por quién van a votar porque les parece embarazoso. Desde los cálculos del plebiscito, los pronosticadores van de tumbo en tumbo.

Lo de ayer es un triunfo de la democracia. Pocos como el candidato a la Alcaldía de Medellín, con escasos recursos y sobrados de buenas ideas y propósitos, fueron sometidos a la más infame campaña de calumnias, prefabricadas, quizás,  por algunos patrocinadores de quien lideraba las encuestas, ya con rumba de celebración lista. Triunfó la voluntad popular en las urnas, pese a la guerra sucia.

 

 

El peso de Uribe, líder sin rivales en la historia colombiana contemporánea,
está tambaleando,
incluyendo el descrédito en su tierra natal

 

 

El peso de Uribe, líder sin rivales en la historia colombiana contemporánea, está tambaleando, incluyendo el descrédito en su tierra natal. Los abucheos en los municipios antioqueños en los últimos meses reflejan el agotamiento de su modelo de hacer política y las enormes dudas que genera su proceder en la historia reciente de violencia.

Pierde Uribe, pierde Petro, quien hubiera sentido alivio si Claudia hubiera sido derrotada. Sí, queda claro que no es el gran elector en la capital.

El triunfo de Claudia López y de nuevos dirigentes como Daniel Quintero son una victoria de una ciudadanía que aspira a modelos nuevos de liderazgo, inclusivos y transparentes. Ganó el centro.

Colombia, con la sorprendente e independiente Bogotá a la cabeza, el centro de una ciudad región de 9,5 millones de habitantes, es pionera en dar una señal que, quizás, sea el símbolo de nuevos vientos: que el péndulo del lenguaje excluyente llegó a su límite.

En un mundo en que la globalización de los mercados, el vertiginoso cambio tecnológico y el innegable cambio climático, en conjunto, están produciendo cambios a unas tasas exponenciales, pareciera disonante que se construyeran capitales políticos a partir del desconocimiento de la diversidad. Lo procedente es reconocerla, alentarla.

Es difícil saber si el gobierno nacional tenga la capacidad de realizar la adecuada lectura a los resultados de ayer. Quizás sí. O quizás le de por lanzar su paquete de ajustes, justo luego de la experiencia chilena, que fue, en pretérito, el modelo de mostrar. Quizás, también, siga considerando que tolerar falsos positivos, como el de Dimas Torres, es una vía inteligente para complacer una tribuna política que ayer fue derrotada. Qué equivocado estaría. La ciudadanía ha demostrado ayer un enorme coraje cívico.

 

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