Como el smog, en Bogotá se siente la polarización recalcitrante que vive todo el país por cuenta de los acuerdos de paz y su implementación. Además de eso, la capital debe soportar otra espesa capa en el ambiente por culpa de la resistencia que ha generado una alcaldía de la que se esperaban los cambios sustanciales que necesita la ciudad, pero que a menos de un año de terminar puede definirse como una administración cosmética, con algunas buenas intenciones y alejada de la ciudadanía.
Hoy la Alianza Verde se da el gusto de presentar no solo los dos mejores candidatos sino los dos que más posibilidades tienen de llegar al Palacio de Liévano: Claudia López y Antonio Navarro. Ellos son un par de jinetes de la política colombiana. Ambos con el amor, la visión y la ambición que merece la capital. Ambos leales a sus principios y a los del partido. Los dos son competidores de lujo, con la humildad para sumarse a la campaña del que gane la encuesta que ya está en marcha.
Para algunos la ventaja de Navarro está en su experiencia como alcalde de Pasto y gobernador de Nariño, sin embargo, la plusvalía de Claudia está precisamente en que representa un nuevo liderazgo, un liderazgo que reúne las mejores cualidades de la mujer colombiana, sumado esto a su carrera pública, no solo en el legislativo, siendo una de las mejores congresistas en su periodo, sino como alcaldesa menor y directora de acción comunal, por lo que conoce tan bien a Bogotá.
La participación de las mujeres en política no es una solo una deuda por saldar de una sociedad que apenas tenía en cuenta a las mujeres como apéndices de los hombres y que gota a gota fue dándoles derechos como si se tratara de recompensas por hacer algo bueno. No, la participación de las mujeres en política representa, en una sociedad tan golpeada como la colombiana, el resurgir de lo público, porque si algo tienen en común la violencia y la corrupción, es la falta de amor, amor por la vida y amor por lo que somos juntos, sentimiento subestimado por la mayoría de los hombres en el poder, sentir natural de las mujeres.
Pero no es por ser mujer que Claudia López merece ser la primera alcaldesa de Bogotá, bien sabemos, muy a nuestro pesar, que hay montones de mujeres colombianas que se hicieron voceras de la guerra, enemigas de la paz, que varias mujeres colombianas que gozan de reconocimiento despotrican de sus opositores, pero luego se abrazan con criminales o son ellas corruptas, y otras, que se prestan para ser fichas burocráticas, con votos en la frente. No, Claudia López es una mujer hecha a pulso, tiene el carácter para enfrentarse a lo que no le gusta, la pasión para defender sus convicciones, y la disciplina y el amor por lo que hace. Claudia Es una férrea defensora de la igualdad, de la paz y enemiga de la corrupción.
La precandidata verde ha sido objeto de críticas porque desde su labor como investigadora y luego como congresista ha propiciado importantes debates contra el sector oficial y ha hecho denuncias por corrupción, parapolítica y farcpolítica, por lo que no tiene enemigos pequeños. Sin embargo, las críticas a Claudia son más por su estilo que por temas sustanciales, y sin sugerir que el estilo de un político no sea importante, sí es importante precisar que quienes la tildan de gritona aplauden al hombre que habla fuerte, ojalá con acento.
En las pasadas elecciones Claudia López jugó un papel esencial: ella propició el acercamiento entre Sergio Fajardo y Jorge Robledo. Cuando estos no se ponían de acuerdo sobre cómo definir un candidato único, se hizo a un lado para luego ser la candidata a la vicepresidencia. También se sabe que hizo sus esfuerzos para que de esta alianza hicieran parte Gustavo Petro y Humberto de la Calle, pero en evidencia quedó que los egos pudieron más que la confianza en una coalición que hubiera podido derrotar las maquinarias atornilladas al poder. A esto debe sumársele su titánica labor en la exitosa consulta anticorrupción.
Nuestra Bogotá, ciudad de todos los colombianos, no ha podido recuperarse de la crisis en la que cayó durante la administración corrupta de Samuel Moreno, a causa de los serios problemas de ejecución de las últimas alcaldías y de la incapacidad para darle continuidad a lo bueno por creer que es una forma de validar a sus opositores. Por lo que Claudia se presenta con el carácter necesario para cambiar políticas públicas mal pensadas y mal implementadas, ejecutar de una vez por todas soluciones concretas en temas de seguridad y movilidad, ítems que más preocupan a los bogotanos; se presenta con la humildad para reconocer elementos positivos de sus antecesores como la creación de la secretaría distrital de seguridad en esta alcaldía de Peñalosa; se presenta con el talante para adjudicar sin más titubeos el mejor metro posible para Bogotá, el que le sirva a más usuarios; se presenta con el tesón para exigirle a la policía priorizar sus resultados frente al crimen y no desgastarse persiguiendo a los vendedores informales; se presenta con la visión para implementar un ambicioso plan educativo que le facilite a nuestros jóvenes el acceso a los primeros tres años de educación superior; Claudia se presenta con un plan de gobierno que vuelve hablar de la protección real del ambiente, de cultura ciudadana, de la región Sabana, y empoderamiento femenino, entre otros. Pero lo más importante de esta propuesta de Claudia es la invitación a que nos unamos por Bogotá. Razones de peso por las que Claudia López, la próxima doctora en ciencias políticas de Northwestern University, merece ser no solo la candidata de la Alianza Verde sino nuestra próxima alcaldesa. Ya nos merecemos a los mejores gobernándonos.