Era la jefe de fiscalización de la Aduana en Medellín en agosto del 2003. El legado de Fanny Kertzman al frente de la Dian, cuando con sus dóberman temibles puso a temblar a las mafias de los sanandresitos, estaba a salvo con Claudia Gaviria. Sus incautaciones fueron una pesadilla para los contrabandistas y la mercancía se acumulaba por toneladas en las bodegas de la DIAN. Las amenazas de los contrabandistas no daban tregua y sin embargo allí seguía, firme como lo que era, una paisa templada. Su esposo tenía miedo, ella no, a pesar de sus dos meses de embarazo nada la detenía.
En la tarde del 3 de agosto del 2003, Alvaro Uribe llevaba un año en el poder y desde Bogotá se mantenía la línea dura de la DIAN, ahora en cabeza de Mario Aranguren. Su esposo llegó a recogerla a la oficina. Esa tarde su hijo mayor no quiso acompañarlo. Ella, cansada, mientras se detuvieron en uno de los semáforos de la Avenida el Poblado, recostó su cabeza contra la ventana del auto. Ahí escuchó un disparo que reventó el vidrio y después no vio nada más. Cuando se despertó, a los tres días, las enfermeras le contaron todo: había recibido seis balazos, había tenido que ser sometida a 17 cirugías para revivirla para salvarle la vida al bebé, quien no resultó afectado por la anestesia pero nació prematuro. Claudia Gaviria había sobrevivido pero había perdido el seno paranasal y la visión de su ojo derecho.
Una vez nació su segundo hijo, el gobierno Uribe le ofreció dejar el país y aceptar un cargo diplomático en el exterior. Lo pensó. Su familia se trasladó para los Estados Unidos pero ella decidió quedarse. Está más tranquila sabiendo que su familia está lejos de sus enemigos. Esta abogada de la universidad de Medellín, especialista en derecho procesal tenía su destino en Colombia. Prefirió entonces seguir su carrera en la DIAN. Continuó en la División Jurídica Aduanera en donde estuvo hasta el 2006 de ahí pasó al despacho de la Dirección general de aduanas puesto que ocupa desde hace seis años, con Oscar Franco como director de la DIAN.
Con la llegada de Juan Manuel Santos a la Presidencia, asume la dirección de la DIAN Juan Ricardo Ortega, con tanta contundencia que termina teniendo que salir del país en junio del 2014 . Se trasladó a Washington a ocupar un cargo en el BID, pero en Colombia queda Claudia Gavirira con su firmeza persiguiendo a los evasores de impuestos y sobre todo, a la mafia del contrabando. Lo primero que hizo fue limpiar a la DIAN.
Sus investigaciones llevaron a múltiples capturas e igual sucedió con los evasores. Enfrentaron con vigor el cartel de la chatarra, cuyas amenazas forzaron la renuncia de Ortega.
El reemplazo de Ortega fue Santiago Rojas quien había sido el gerente de la campaña del Presidente Santos. Su esfuerzo desde la Direccion de aduanas estaría centrado en golpear la estructura del Clan del Golfo y de la conexión colombiana del Cartel de Sinaloa. Encontró en Claudia Gavria su gran aliada. Su nuevo destino seria entonces el epicentro del negocio de la droga y el contrabando en el Pacifico: el puerto de Buenaventura.
Vive allí sola desde agosto del 2017. Con su familia se ve dos veces por mes y todos los días por Skype y videollamadas de Facebook. Ahí aprovecha para lllamarle la atención a sus dos hijos y darle consejos.
Los resultados en el puerto han sido llamativos. Con el apoyo de la policía norteamericana se lograron incautar, en la primera semana de diciembre, 140 contenedores repletos de mercancía, en especial calzado, confecciones, juguetería, perfumería y cigarrillos por un valor comercial cercano a los $21.000 millones.
Claudia Gavirira lideró desde Buenaventura los operativos con tal éxito que el Minsitro de hacienda, cabeza última de la entidad viajó a celebrar con ella.
Desde su llegada al puerto los capos del Clan del Golfo y el Cartel de Sinaloa entendieron que había llegado un enemigo de peso en representación de las autoridades del Estado. No tardaron en llegar los anónimos que repetían aquello que ella había oído en otras ocasiones: que se cuidara porque se estaba metiendo con la gente más dura del lugar.
El pasado viernes 17 de noviembre de 2017 fue a almorzar en un restaurante con los directores seccionales de la Dian y al concluir tomaron la camioneta blindada. Cinco minutos después, en las calles del puerto, atacaron el auto con balas de fusil. La investigación en la que avanzaban estaba centrada en el gigantesco blanqueo de dinero con contenedores que llegan de Asia y Panamá atestados de contrabando. Claudia Gaviria se salvó de nuevo de milagro. y su familia desde Estados Unidos tronaba de rabia: hasta cuando deberían soportar el sentido de responsabilidad, la valentía de una mujer que no siente miedo
Su lugar está en Colombia. Y algo casi incomprensible el frente de lucha en un lugar tan aspero y difícil como Buenaventura, la tiene contenta. Le saca jugo al malecón recién inaugurado, a la brisa del mar, al ruido incesante de los pelícanos y la queridura de la gente, un escudo frente a las amenazas y las balas.