Cuando uno se convierte en administrador/a de edificios piensa que solo se dedicará a conservar y mantener los bienes comunes, coordinar al personal para que hagan su mejor trabajo, tener las cuentas al día y sonreír a los propietarios y residentes del edificio desde el fondo del corazón, además de atenderlos oportunamente cuando te llamen y volcar sobre cada jornada tu vocación de servicio.
La realidad supera al sueño. Sucedió de pronto, una mañana en que estábamos haciendo un trabajo en un edificio con un plomero de confianza, tuvimos que avisar a la comunidad que se iba a cortar el agua.
Antes de tres minutos, apareció en la recepción la típica mujer que cree que alegando y no dejando hablar a nadie tiene más razón que todos. Luego bajó el típico consejero, su pareja, que ignorando la presencia de otras personas (trabajadores del edificio, visitantes, y los plomeros) comenzó a decirme que cuál era la cortadera del agua y que qué estaba pasando.
Aunque no era la forma, le respondí, para explicarle, que se estaban presentando nuevos eventos con los contadores de agua, que no era el mismo problema que se venía sucediendo y respondió “por eso” … Por eso no, le dije, es otro evento.
Prosiguió diciendo: "usted es vieja, no tiene nada, no hace nada, no sabe nada, no tiene pantalones y no hace nada en este edificio". Me llamó la atención que repitió que soy vieja y no tengo nada y no sé nada, al menos unas cinco veces.
Es fácil darse cuenta de que este consejero y su novia, la única preocupación que tenían era de la de ofender a la persona, y ninguna preocupación por el edificio.
Redacté lo sucedido y lo envié al Consejo de Administración con el comentario de que, si el administrador hubiera sido hombre, el consejero no se hubiera atrevido a ser tan ofensivo.
Mucho se ha dicho sobre la idoneidad de los consejeros y del administrador. Hay consejeros que se perpetúan en esos dignos cargos, pero realmente no tienen conciencia de su responsabilidad como voceros de la comunidad.
El Consejo no hizo nada para llamarle la atención a estas dos personas. La novia hizo reclamos sobre temas que solo se habían tratado en sesiones de Consejo y el novio, ahora, cada vez que hay que pagar, como es el que firma para autorizar los pagos a proveedores, se demora en hacerlo y/o pregunta sobre cosas que nunca había preguntado antes e intenta decir que las cuentas están dudosas.
El efecto, se paga tardíamente a los proveedores que nada tienen que ver con su ira y que dependen, muchos de ellos, de que se les pague oportunamente.
No hay nadie que defienda la labor del administrador, hay que esperar a que algunos propietarios reconozcan que se han logrado cambios y que las finanzas han mejorado y que las cuentas son ahora las más claras que hayan visto en sus vidas.
No basta con ser un buen administrador/a, entusiasta y honorable que los hay y muchos, (soy una de ellos) si en frente tienes a una mala persona, frustrada y violenta que cree que puede desquitarse contigo porque piensa erróneamente que eres su empleada.
Cuando un órgano del edificio como el Consejo de Administración es omisivo, el orden, el respeto y la eficiencia del administrador/a se ve diezmada.
Y cuando un hombre no respeta a una mujer, a una mujer mayor, a la que llama vieja, proyecta una imagen negativa e insegura, tratando de demostrar un poder que solo está en su cabeza, pero sobre todo demuestra ser un machista si le lanza los calificativos y frases que el honorable me lanzó.