Con el provocador reto de convertirse en el primer radioperiódico de la segunda república, el señor Miguel Zapata Restrepo, con apenas 39 años de edad y cuya familia le apostaba a un futuro ingeniero, sorprendió a muchos cuando anunció el jueves 7 de agosto de 1958 (en el comienzo del primer mandato del Frente Nacional, en cabeza del liberal Alberto Lleras Camargo) sin bombos ni platillos la creación de un programa radial que sin quererlo se convirtió en el punto de quiebre del periodismo conventual que se hacía en la Medellín de aquellos años, cuando este noble ejercicio apenas daba sus primeros pasos en el alucinante camino que tiene el arte de hacer noticias y de hacerlas bien.
Ese espacio radial tuvo a lo largo de más de una década y media el privilegio de paralizar en las horas del mediodía a un segmento de la dirigencia política de ambos partidos, dispuesta a escuchar lo que dijera su director a través de las secciones El breve concepto de Clarín, Clarín dice lo que otros callan y la famosa Canción del día, en donde desarrollaba los temas que por la época se robaban el interés de sus oyentes.
Hoy, qué duda cabe, tendría un menú variado con las arbitrariedades por metro cuadrado que a diario comete el alcalde Daniel Quintero Calle, o con la inacabable novela que protagoniza ese actor de reparto llamado Álvaro Uribe Vélez. Ni más ni menos.
Muchos de los consultados para esta crónica coinciden al señalar que todo estaba dado para que un personaje de su talla pusiera las cosas en su sitio y abriera un nuevo panorama en el periodismo radial en Antioquia, y en particular en Medellín, que para la época comenzaba a respirar nuevos aires luego de la salida por las buenas de Gurropin, en otras palabras, del general Gustavo Rojas Pinilla y comenzaba en firme el llamado Frente Nacional, que no fue otra cosa que acomodar la burocracia y el poder para liberales y conservadores.
Medellín estaba gobernaba por el alcalde Rafael Betancur Vélez, mientras que Antioquia estaba al mando del industrial y empresario Darío Múnera Arango, quienes por cosas de la vida dejaron sus cargos, el primero en el mes de septiembre de ese 58 y, el segundo el 22 de agosto de esa anualidad.
Un solo episodio da cuenta del espíritu audaz y resuelto que tenía el periodista Miguel Zapata Restrepo, cuando a finales de los años cincuenta hizo la que podría considerarse la primera entrevista a un jefe guerrillero, como la ocurrida con el Capitán Franco, que tenía su base de operaciones en el municipio de Urrao, en el suroeste antioqueño.
Era una osadía de grandes proporciones para aquellos tiempos, y él aceptó el reto.
Las cosas sucedieron así. Gracias a su vinculación con el diario conservador El Colombiano, el periodista fue contactado por un emisario del guerrillero que le tenía confianza para darle una entrevista antes de que lo mataran, y ocurrió que para preservar su seguridad le informó a las autoridades civiles y militares del departamento y fue más allá al pedir la suspensión de algunas escaramuzas militares que se presentaban en la zona. Ante esa petición, alguien le hizo caer en la cuenta de que lo que pensaba hacer era del todo ilegal ya que no podía darle categoría de personaje a un bandido como el de su entrevista.
Lo cierto es que Zapata Restrepo se movilizó en bus hasta el lugar acordado y tuvo un diálogo amplio con el que antes fuera suboficial del Ejército en temas como su militancia, sus enemigos, sus amigos y los jefes liberales que lo habían traicionado. No era la primera vez que el periodista rompía las normas porque ya al frente de la dirección de su radioperiódico Clarín, los oyentes se sorprendían al escuchar sus entrevistas con personajes variopintos, venidos de todas las clases sociales y todos salidos de la llamada “anormalidad social”, lo que le costó el llamado de atención de las damas protectoras del buen hablar. Era un hecho, la radio estaba en la trinchera de su razón de ser: la calle.
Regresemos a la historia para decir que el espacio radial fundado por el señor Zapata Restrepo no fue el primero, a pesar de la resonancia y los ecos que todavía se escuchan en los medios, sino que el precursor de tales fue El Mensaje, y sus comienzos se remontan al lunes 15 de julio de 1935, que era un espacio en donde se trataban temas relacionados con la política local, la administración pública, la economía y los acontecimientos sociales, no obstante que la sección más escuchada era la que tenía que ver con el orden público y para la época su horario de transmisión era de lunes a viernes a las 10 de la mañana. Dicen los estudiosos que ese formato radial fue la primera estructura organizada que se utilizó en la radio para la difusión de boletines informativos, en los que sin ningún empacho y sin mayores complicaciones se tomaban los textos de los periódicos para ser leídos ante los micrófonos en las recién fundadas emisoras, que por la época crecían como las verdolagas.
En otras palabras, los profesionales de los periódicos fueron quienes pasaron a la radio para leer lo que ya había sido publicado por la prensa escrita. Es así como en el dial antioqueño comenzaron a escucharse productos radiofónicos bajo los formatos o géneros del noticiero y del radioperiódico como: Mundo Al Día, Media Hora del Pueblo, La Noticia, Adelante Informa, Portavoz, El Paraguas, Avance Informativo, Última Hora, La Voz de la Ciudad, El Espacio, La Verdad, Nuevas Letras Colombianas, Radio Sucesos, Avance, Amerindia, El Micrófono, El Pregonero, Últimas Noticias, entre otros. No sé a qué horas se difundían, pero había de dónde escoger.
Sin embargo, habrá que subrayar que para la época en que puso en marcha aquel proyecto radial, Miguel Zapata Restrepo ya había recorrido un largo trecho dentro del periodismo escrito, si se tiene en cuenta que a la edad de 15 años hacía El Tribuno, un semanario del colegio de los hermanos cristianos donde estudió y luego vino la revista Acción, que versaba sobre temas femeninos y que además era un encargo de unas señoras de la sociedad antioqueña. Allí escribía de todo, incluso hasta el editorial que lo hacía con mentalidad de mujer. Tal fue su dedicación que en un dos por tres pasó por los diarios La Defensa, El Pueblo, El Colombiano, y en casi todos desde sus páginas deportivas, hasta que llegó el día de cambiar de formato y se fue a los micrófonos en donde se mantuvo a lo largo de 27 años, convirtiéndose en uno de los medios más influyentes entre los paisas. Hasta tumbaba funcionarios cada vez que le daban papaya.
El fundador y director de Clarín, quien se supo ganar con todo el derecho y los méritos el apodo de Miguel Lenguas, marcó un hito inalcanzable como medio de influencia masiva por la calidad de su producto, si se tiene en cuenta que el oyente conseguía de todo como en una botica de pueblo, pues como ya se escribió, en su estantería estaba al alcance de los oídos todo lo que de su imaginación saliera para convertirse en La canción del día; también el agudo, ingenioso, punzante y a veces virulento editorial conocido como El breve concepto de Clarín, adornado por su bandera cuando decía Clarín dice lo que otros callan.
Sin duda que para un Benitín tenía que existir un Eneas y de esta forma fue como al periodista Zapata Restrepo, ya conocido en toda la región, pero en especial en los círculos políticos y administrativos, incluso hasta en las más lejanas sacristías, como Miguel Lenguas, se le apareció la virgen en la forma de Iván Zapata Isaza, un gran locutor dueño de una prodigiosa voz que salía amplificada por las puertas y las ventanas de las casas, tiendas, graneros, carnicerías, carpinterías, talleres de mecánica y almacenes, y según los relatos de la época, hasta cuando encendían una licuadora o le daban cuerda a un reloj. Entonces, al decir de muchos, Antioquia era un solo radio, a la hora de las noticias, y la frecuencia más visitada en el dial era la del popular binomio de los Zapata, es decir, don Miguel y don Iván, de cuya popularidad nadie jamás puso en duda y más ahora que gozan de la gloria de Dios.
Del nacimiento de este irrepetible fenómeno radial, ocurrido como ya se dijo el 7 de agosto de 1958, quedan algunas notas que don Miguel, el gran “virgomaestre” bellanita como tan bien se le conoció, puesto que ocupó el cargo de alcalde de Bello, le contó en su momento al también periodista Francisco Velásquez Restrepo, quien recogió en su libro Medellín es noticia todo lo acontecido en aquellas épocas que marcaron un antes y un después en la prensa antioqueña.
Allí relata que “Clarín fue un éxito que daba miedo, era tremendo. Cuando lo fundé había numerosos radioperiódicos, pero fue tal el impacto, sobre todo en Antioquia, que prácticamente hay que olvidar a los demás, porque hice que en Clarín no solamente se transmitieran las noticias, con un personal de periodistas extraordinarios que logré aglutinar, sino por los comentarios”. Más adelante añade: “Impuse cuestiones novedosas que llevaron a la radiodifusión a un plan supremamente significativo. Tenía un locutor estrella sensacional, Iván Zapata Isaza, con una capacidad suma. Creo que las décadas de los años 60 y 70 fueron la mejor época de Clarín”. No era para menos porque de este espacio-escuela hicieron parte periodistas como César Pérez Berrío, Humberto López López, Wbeimar Muñoz Ceballos, Jorge Enrique Pulido, Juan Guillermo Ríos y otro medio centenar de ellos que se repartieron aquella herencia creativa sin mayores problemas.
Quienes conocieron a Miguel Zapata Restrepo en su época no entendían de dónde sacaba el tiempo para atender sus ocupaciones, ya que fue un gran dirigente deportivo, un funcionario de gobierno, fue alcalde de Bello y diplomático y dueño de un sarcasmo único en su especie, y por ello le dejó a los lectores varios libros que tuvieron gran impacto en esos años, como La mitra azul, El obispo tropezó tres veces, El abrazo de la anaconda y Salto al vacío, que más que novelas son amplios reportajes de situaciones que él mismo protagonizó. Por esas cosas del destino, así como anunció su llegada, de la misma forma se despidió de sus oyentes tras aceptar una propuesta que le hizo su amigo, paisano y copartidario, el presidente de entonces, Belisario Betancur Cuartas, quien lo designó en un cargo diplomático.
De aquella estancia en Brasil, es poco lo que se conoce, salvo cuando apareció el Decreto 1191 del mes de junio de 1987, del que me permito transcribir algunos apartes, que dice por medio del cual se suprimen y crean unos cargos en el servicio exterior y se suprime un consulado. "El Presidente de la República de Colombia, en uso de las facultades que le confiere el numeral 21 del artículo 120 de la Constitución Política, decreta: Artículo 1º. A partir del 1º de agosto de 1987, suprímense en el Servicio Exterior de la República, los siguientes cargos: Un (1) Cónsul de Primera Clase, Grado Ocupacional 3 EX en el Consulado de Colombia en Belem del Pará, Brasil, con una asignación básica mensual de dos mil doscientos setenta y nueve dólares con 80/100 MD (US$ 2.279.80), ocupado por el señor Miguel Zapata Restrepo. Dado en Bogotá, D. E., a 30 de junio de 1987. Virgilio Barco Vargas, el ministro de Relaciones Exteriores, Julio Londoño Paredes. El ministro de Hacienda y Crédito Público, Luis Fernando Alarcón Mantilla".
Concluido este periplo, se recuerda que regresó a su ciudad, Medellín, en donde hizo algunos programas radiales sin el estruendo de su Clarín, pero eso sí, manteniendo su humor negro y ya con una perspectiva distinta a las que le conocieron cuando joven. Luego de haber conocido el manejo administrativo y los recovecos desconocidos de la política, se podía dar algunas licencias, como esa de no estar al tanto de la realidad del país, pero que cuando adoptaba una posición era muy acatada, además de respetable. En 1987 don Miguel Zapata Restrepo entró en negociaciones con quienes serían los nuevos dueños de aquel espacio y fue cuando asumió su control como director y gerente el periodista Fernando Vera Ángel, quien ya estaba en la dirección en los últimos 5 años y lo alcanzó a dirigir 32 años más cuando el año pasado se retiró para darle paso a su hijo Andrés Felipe Vera Ramírez y a la fecha en que se escribe esta crónica no está al aire, salvo en algunas redes sociales, a la espera de mejores señales que así lo dispongan.
Es bueno señalar que de las pocas cosas que se pueden rescatar de aquellos años hay un ámbito en donde se permite consultar y es conocido como el Fondo Radioperiódico Clarín, que es una de las pocas fuentes para la investigación periodística que se conservan en un país que no ha sido nada amable con la memoria ni con su pasado. Allí se encuentran los textos escritos referidos a las noticias que se emitieron por este popular noticiero radial entre los años 1959 -1988, y que gracias al entonces senador e hijo del periodista, Gabriel Zapata Correa, sus archivos escritos y sonoros fueron donados al Archivo Histórico de Medellín, en donde se pueden leer y escuchar las cuartillas del noticiero escritas por varias generaciones de periodistas que hicieron parte de semejante prodigio radial, ahora cuando la oferta que se escucha en el dial es más bien pobre tirando a gaminería y a falta de lo que mucho le inculcó el decano del periodismo antioqueño: “Aquí hablamos de lo que sabemos, no de lo que creemos”.