Ciudades tapando huecos
Opinión

Ciudades tapando huecos

Los gobernantes venden optimismo y obras suntuosas que terminan siendo solo humo y ciudades quebradas mientras lo necesario se queda en el limbo

Por:
junio 28, 2024
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En este momento de la gestión de las ciudades se habla mucho de tapar huecos; por ejemplo recientemente en Cali un ciudadano con apoyos cívicos se ha dedicado a tapar orificios protuberantes en las calles, hasta que la institucionalidad distrital le ha dicho que técnica y jurídicamente no debe hacerlo y se ha reclamado esa tarea solo para sí, asunto que está bien si efectivamente la entidad respectiva lo hace con probidad; cosa difícil dadas las complejas relaciones contractuales que median entre los problemas ciudadanos del asfalto y los actores públicos y privados que protagonizan la escena de la gestión urbana.

Pero esta referencia tan directa que recrea la situación de agotamiento en la vida ciudadana respecto a la infraestructura vial, llena de burocratismos, lentitudes y ausencia de respuestas, no agota los ejemplos que asedian las fronteras urbanas con una mirada materialista y desarrollista de la ciudad, tanto por parte de los gobernantes como de importantes sectores ciudadanos que solo ven obras suntuosas como posibilidad de realización de la vida en común; el asunto es que incluso para una mirada reducida al desarrollo material de la ciudad tenemos una precariedad inmensa que no se quiere ver. Veamos solo tres asuntos.

Observando los presupuestos resulta que los compromisos son muchos y los recursos están muy comprometidos en sostener los servicios básicos con grandes limitantes, tenemos mucha evasión de impuestos, especialmente de lo que serían grandes contribuyentes, contamos con presupuestos poco elásticos a la hora de pensar en inversiones, por esa razón nuestras ciudades se arropan la cabeza y se descobijan los pies.

Cada nuevo gobierno entra con su plan de dientes para afuera, desconociendo las agendas que vienen, sin embargo, hacia adentro la planeación es muy reducida a estrechos bancos de proyectos, algunos añejos y repetidos, a rutas de ley que poco lugar tienen para la imaginación y para la escucha de los dolores y anhelos ciudadanos; es decir, en la práctica la planeación es burocrática, repetitiva y da poca cabida a la creatividad.


Con sus nuevos planes, los alcaldes entran a endeudarse, casi siempre tratando de dejar obras visibles para que su mandato sea recordado


Enseguida, con sus nuevos planes, los alcaldes entran a endeudarse, casi siempre tratando de dejar obras visibles para que su mandato sea recordado; las prioridades son poco razonables respecto a las demandas ciudadanas; de conjunto, las políticas sociales, de servicios públicos, de movilidad, de seguridad y convivencia, de rectificación ambiental territorial, entre muchas otras, terminan siendo coronadas y tapizadas por alguna obra hecha a la carrera que nos agranda los endeudamientos y nos gradúa como ciudades al debe, mientras los esperados servicios y oportunidades se cocinan en el limbo cotidiano.

Para la galería mediática se dice una cosa desde los gobiernos de turno, se vende optimismo y grandeza que resulta siendo humo, pero en la realidad concreta tenemos ciudades quebradas que desarrollan respuestas poco sostenibles; hay problemas de recursos, de fuentes financieras, de planeación democrática y de creatividad colectiva que debemos reconocer para poder afrontar y transformar desde capacidades propias. Lo que tenemos a estas alturas del siglo XXI son gobiernos urbanos que escasamente tapan rotos, uno aquí, otro allá, mientras que replican la misma fórmula de gobierno de hace por lo menos cuatro décadas y que ya sabemos no funciona.

¿Cómo afrontar estos retos? Se requiere fortalecer las expresiones colectivas, los movimientos sociales, ciudadanos y comunitarios urbano regionales que hoy se observan muy dispersos; se necesita que los gobiernos locales asuman de una forma menos cosmética los mecanismos de participación democrática que tenemos a mano hoy en Colombia; se necesita un nuevo balance de las restricciones reiteradas en el ámbito de las políticas y los recursos públicos, para encontrar salidas en el ámbito de las reformas y de la relación concreta de gestión entre las ciudades y otros ámbitos del Estado y la sociedad a nivel regional y nacional.

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