¿Ciudades refugio para emergencias como esta?

¿Ciudades refugio para emergencias como esta?

El nivel de peligro que se corre en ciudades como Nueva York o Berlin, dan a lugar reflexiones e iniciativas de creación de nuevos espacios para aliviar la densidad urbana

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
marzo 29, 2020
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¿Ciudades refugio para emergencias como esta?
Foto: Vía Twitter @Sonia84193847

Hace algún tiempo, cuando nos sobrevino una serie de tragedias en nuestro país di en la flor de pensar, más o menos a las dos de la mañana que es cuando pienso mejor, que podía hacer e implementar un proyecto de ciudades emergencia. Claro, no tenía ni cinco centavos.

Rápidamente las defino: son ciudades que duermen desocupadas, dotadas de absolutamente todo lo imaginable el profusión poco menos que escandalosa y sobreabundante, hasta que por razones de alguna crisis deban ser ocupadas por los afectados.

Nunca me imaginé como ahora lo pienso que deberían haber sido ciudades gigantescas. Y es que el modelo de ciudad que habíamos creído seguro está fracasando. Se despedaza segundo a segundo.

Y no es que me esté dejando llevar por la histeria de la crisis. Es porque hoy Nueva York es un monstruo de asesinato social en masa. Es una ciudad-asesino serial en masa. Los médicos, que no dan abasto, y que ya casi son unos zombies de tanto insomnio acumulado, también están muriendo.  Y Madrid. Y Londres. Y que tal que Pekín caiga y que tal que ciudad de México caiga.

Y es que van a caer. Tienen un plazo de un año escaso para que sucumban y jamás nos ha parecido tan largo un año sin vacuna.

Eso si no es que ocurre un milagro.

Obviamente mi proyecto era irrealizable, de muestra el siguiente botón. Alguna vez alguien me comentó que había asistido a una feria internacional y dispuesto un stand bien elegante de su muestra textil: unas camisas de un solo color. A alguien de Almacenes Sears le cayeron en gracia y se acercó para hacerle un pedido de diez mil docenas de rojas, veinte mil docenas de azul, y cinco mil docenas de amarillo. Las cantidades pudieron ser más grandes. Y después, no estoy mintiendo, llegó la competencia del Sears de entonces y pidió el doble.

¡Plop! ¡Condorito! ¡Triple Plop Condorito!

Igual le pasó a otro que fue con una muestra de freeze de guanábana con coco, o algo así. Deliciosisimo y exótico. Le pidieron dos mil toneladas de esa fruta de turupes que quizás no conocían  en aquella feria gastronómica.

Si había durado dos años para que le aprobaran un crédito bancario de miserables 30 millones, ni siquiera armado con ese pedido lograría que le prestaran digamos quinientos millones para cumplir con las camisas o con la guanábana. Con lágrimas en los ojos debió advertir que librar batallas competenciales a nivel internacional no está en la talla de ningún sistema financiero nacional.

Menos me prestarían a mí, mucho más pobre, para insinuar siquiera al gobierno nacional de casas de interés social que esa idea de ciudades alternativas que podría significar algo tan valioso hoy día: ciudades por llenar donde pudiéramos estar a cubierto de cualquier pandemia. Me hubieran dado de patadas ya sabemos dónde con la sola denuncia del lucro cesante… y mil carajadas más.

Y hoy ojeo esta despampanante y urgente reclamación:

Un letrero colgado frente a una casa dice "REFUGIO EN LA TORMENTA". California Chronicles

El coronavirus estimula un movimiento de personas que reclaman hogares vacantes.

La aguda crisis de la pandemia y la paradoja de las órdenes de quedarse en casa para una población sin hogar podrían ofrecer a los activistas la oportunidad de forzar un cambio decisivo.

Por Dana Goodyear.

Un artículo, que ni siquiera leo, aparecido en The New Yorker. The Daily.

Y me paladeo con la plata que estuviera ganando, pero ni siquiera con eso, vil moneda; con la piedra en la boca con que les estuviera dando a los banqueros que me hubieran negado mis créditos.

Y esa orgía de grandes ideas ahora pueden resurgir precisamente cuando todo ya sea una miseria, cuando las ideas neoliberales hayan sido sepultadas; cuando aquello de ¡es la economía, estúpido! hay pasado a ser un discurso anodino. Precisamente porque si, ha sido la economía o el modelo económico lo que nos ha traído hasta aquí. Pensar la economía como omnímoda dejando el ser humano fuera.

¿Cuál ser humano? ¡No sea pingo!

Un reciente informe que ya comenté por aquí por Nota Ciudadana demostró que ni siquiera con capitales públicos las empresas privadas se movieron a tiempo para obtener una vacuna contra el ébola. Ahora con el capitalismo del desastre, cuando se ferian presupuestos públicos a manos llenas para ayudar a un sistema tan invenciblemente insolidario como el financiero, que ni siquiera hace aguas, nos dicen que las investigaciones sobre la vacuna del coronavirus se llevará dos años, cuando las del ébola tardó cinco y a los empujones.

Y ya a los bancos los llenaron de dinero, aptos para seguir cobrando intereses con nuestro propio dinero.

Cualquiera puede decir que Marx tenía razón con aquello de las crisis del capitalismo. Pero Marx se equivocaba a pesar de su genio. Hoy nadie lo pone en duda y menos a bordo de esta crisis, pero nunca dijo ni previó jamás que las crisis se fabricaran ex profeso y sobre seguro, con total hipocresía y cinismo, para lanzar la huída hacia otra crisis y, mientras tanto llenarse de dinero, cada vez más concentrado, ahora en el 0,1%, al final de ésta. Las crisis, Marx querido, no son un resultado del capitalismo, son una invención del capitalismo.

Y a ese 0,1% de oligarquía mundial llegaremos no por generación de riqueza sino porque en virtud del holocausto pues seremos mucho menos, si es que sobrevivimos.

Ojo, oligarquía colombiana, no se hagan ilusiones mamertas; ni sueñen siquiera que alguno de ustedes va a estar allí. Nuestros ricos, apenas son un poco menos pobres que todos nosotros.

Es la repartición de la pobreza la que enriquece al glotón y nunca satisfecho capital internacional. Estamos en una nueva fase de repartición del mundo. Se han vaciado los presupuestos, pero no crean que nuestros bolsillos se llenarán. Ya hay una orden para matar a Maduro, quien niega que vayan por su petróleo y sus minas de oro y su coltan. Y luego vendrán por Duque si es que no se lo lleva esa guerra según advertencia que hizo Maduro.

Y luego vendrán por todos nosotros.

Pero ya será demasiado tarde, rezonga el poeta inmortal Bertold Brecht.

A propósito. El Ministro de Hacienda colombiano ha prestado plata, si no estoy mal del Fondo de Pensiones, si no estoy mal, dijo que era por la emergencia pero, ¿hay alguna garantía o aval de reembolso?, ¿o de fecha límite? Que yo haya oído, ni de intereses, ni de moras potenciales. ¡O es una expropiación! ¿Y con qué ley?

Pero, retomo. Y entonces, es el momento de pensar en la construcción de ciudades de relevo. México, ciudad de sismos debería tener una, gigantesca y en lugar más seguro por aquello tan cierto de: Guadalajara en un llano, México en una laguna. México, igual sin sismos, se hunde.

Y qué se dice de Nueva York. Yo no conozco esa ciudad.

En Berlín, por ejemplo es absolutamente notorio que su estación central del metro, no acepta una molécula más de CO2. ¡Y eso que es un edificio enorme! Y qué me dicen de Bogotá cuando llueve y la lluvia empuja el gas hacia dentro de los edificios. Y dónde me dejan los trenes de Paris, en horas pico y luego de la lluvia. Son trampas mortales a la vista de todo el mundo.

Vacían gigantescas oleadas, toneladas métricas de infección, por cada milésima de segundo.

Es decir, no habría que esperar a ninguna crisis de avalancha, de sismo o cosa trágica parecida. Ya necesitan ciudades de relevo.

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