Esta semana, el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, inició conversaciones con su homólogo ruso con la esperanza de un alto al fuego. Pero salió de su reunión con Serguei Lavrov con las manos vacías y frustrado, lo que implica que ni siquiera el ministro ruso tenía "la orden para negociar".
"Parece que hay otros tomadores de decisiones sobre este asunto en Rusia", dijo Kuleba.
De hecho, muchos analistas políticos rusos están de acuerdo en que el presidente Vladimir Putin está dirigiendo el espectáculo en esta guerra él solo y deja poco espacio incluso para sus ministros clave.
"El papel de Putin en la toma de decisiones cambió. De ser algo así como presidente de la junta y director general de 'Rusia Inc.' y escuchar a otros accionistas, comenzó a comportarse como un zar", afirma Nikolai Petrov, investigador principal de Chatham House, cuya investigación actual se enfoca en el a menudo secreto proceso de toma de decisiones en el Kremlin.
"Cada vez más, Putin tomaba decisiones por sí mismo sin preocuparse por llegar a un acuerdo con otros actores importantes", sostiene.
En la oscuridad sobre la invasión
¿A quién podría Putin escuchar todavía? Para responder esta pregunta, vale la pena volver a las primeras horas del 24 de febrero. ¿Quién sabía realmente que la invasión estaba a punto de comenzar?
En ese momento, Putin ya había declarado públicamente la independencia de las regiones separatistas de Donbás, en el este de Ucrania. Pero los observadores han señalado que incluso las élites del Kremlin a cargo de los medios estatales rusos se sorprendieron con la noticia de la invasión, incluidos aquellos asociados directamente con la administración presidencial.
"Nuestra máquina de propaganda está usualmente bien preparada para todos los grandes eventos", señala Roman Dobrokhotov, fundador del reconocido medio de investigación The Insider. "Todos los jueves, los directores de nuestros canales de televisión estatales y otros grandes medios de comunicación del Estado se reúnen en el Kremlin y reciben instrucciones sobre cómo reportar sobre esto y aquello. Pero nadie les explicó que habría guerra en Ucrania. Todo el mundo pensó que solo se trataba de aceptar a Donbás como un Estado independiente", explica.
Asimismo, destaca que la línea de los medios estatales había sido que las tropas rusas estacionadas en la frontera con Ucrania regresarían a casa pronto, y la idea de una posible guerra era "una falsa histeria occidental".
"Era Vladimir Putin con el ministro de Defensa y los servicios de seguridad. Solo ellos sabían", asegura Dobrokhotov a DW.
Los hombres fuertes del Kremlin
El analista político Nikolai Petrov está de acuerdo. Cree que entre los que definitivamente sabían sobre la guerra están los llamados "siloviki", miembros de las agencias de seguridad de Rusia de quienes se dice que han ganado una influencia cada vez mayor en el país en los últimos años.
El grupo incluye al ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y Valery Gerasimov, jefe de personal de las Fuerzas Armadas rusas. Es probable que ambos estén dirigiendo ahora algunas de las operaciones diarias de la invasión. A finales de septiembre, Shoigu se fue de vacaciones con Putin a la taiga siberiana. Según informes de medios, el viaje puede ser cuando Putin informó a su ministro de Defensa de sus planes para tomar Kiev.
Los jefes de espionaje de Rusia, Alexander Bortnikov, quien es director del Servicio Federal de Seguridad (FSB), y Sergei Naryshkin, jefe del Servicio de Inteligencia Exterior (SVR), probablemente también sabían que una invasión a gran escala estaba sobre la mesa, según Petrov. El propio Putin es un exoficial de inteligencia exterior de la KGB y ambos hombres han trabajado con él desde la década de 1970. Pero Petrov argumenta que Bortnikov y Naryshkin "no parecen las cabezas pensantes que hayan desarrollado ningún tipo de estrategia" en cuanto a la invasión.
En cambio, Petrov señala a otro hombre que trabajó con Putin en la KGB en la época soviética: Nikolai Patrushev, conocido por sus puntos de vista antioccidentales. Es secretario del Consejo de Seguridad, organismo dirigido por el propio Putin. Patrushev "se comunica con Putin muy a menudo porque hay reuniones semanales del Consejo de Seguridad", dice Petrov. Patrushev fue una figura destacada detrás de la estrategia de seguridad actualizada de Rusia, publicada en mayo de 2021, la cual establece que Rusia puede usar "métodos contundentes" para responder a acciones hostiles de países extranjeros.
Creciente aislamiento
Si el círculo de personas con las que Putin consulta es pequeño, la cantidad de personas que hablan con el líder ruso en persona es aún menor. Se sabe que Putin tomó medidas extremas para protegerse del COVID-19. Desde la pandemia suele aparecer en televisión desde su residencia en Novo-Ogaryovo, en la región de Moscú. Las instalaciones han sido dotadas de un túnel de desinfección especial para visitantes. El político opositor encarcelado Alexei Navalny ha comenzado a referirse burlonamente a Putin como el "viejo en el búnker". Según los reportes, todos los que quieran acceder a Putin en persona deben previamente aislarse 14 días o sentarse en una mesa muy larga lejos de él.
Petrov resalta que, como resultado de estas medidas de precaución, la mayoría de los involucrados en asuntos gubernamentales activos le hablan a través de videoconferencias porque no tienen tiempo para estar en cuarentena con tanta frecuencia. Reemplazar las reuniones en persona con videollamadas podría dificultar "sentir qué piensa exactamente la persona con la que estás hablando sobre un tema", dice a DW.
¿Purgas por venir?
Más de dos semanas después del inicio de la guerra, los servicios de seguridad occidentales han declarado públicamente que el avance de la invasión del ejército ruso aparentemente se está desacelerando.
Si esto es cierto, podría significar que aquellos en el círculo íntimo de Putin eventualmente podrían convertirse en el blanco de su ira, según Abbas Gallyamov, analista político y antiguo redactor de los discursos del presidente ruso. "A quienes quiere purgar definitivamente son los líderes del Ministerio de Defensa, tal vez el FSB. Las personas que no le advirtieron que esta será una guerra larga y sangrienta, y no una 'guerra relámpago' fácil", explica Gallaymov a DW.
"Pero no lo hará ahora porque está en guerra. Y castigar, por ejemplo, al ministro de Defensa o al jefe del Estado Mayor (del Ejército), sería admitir que fracasaste", agrega.
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