Indignante, y hasta duele por la hipocresía y la burla que significa para la ciudadanía el show que ha montado Iván Duque por la llegada de cincuenta mil vacunas, después de ya casi cerca de sesenta mil personas fallecidas en Colombia y de estar entre los últimos países que inician el proceso de vacunación en América Latina.
Vergüenza es lo que debería sentir porque ello no refleja más que su ineptitud y la falta de gestión adecuada de él y de su equipo de gobierno, que se durmieron sobre los laureles y el llanto de los familiares de las víctimas y no hicieron los trámites a tiempo.
No hay nada que celebrar y mucho menos que agradecerle a quien, aparte de enarbolarse como el presidente más mediocre que ha tenido el país (lo que bien celebrará Andrés Pastrana, que llevaba hasta ahora el primer puesto), se ha dejado ver como el más indolente e irresponsable y a quien le vale un huevo de paloma la vida de sus desgobernados.
Que no se engañe la gente, lo que ocurre hoy con la llegada de la vacuna solo es parte del sainete en que ha quedado convertida la gestión de este gobernante, elegido a dedo por el patán del Ubérrimo y ratificado lastimosamente por unos electores que una y otra vez endosan su conciencia y su voto a las pútridas dirigencias que no han hecho más que defecarse sobre sus propias vidas. Cómo dueles Colombia.
Antes que agradecerle, hoy sí que vale mostrar la indignación y poner en la picota al que no ha sido más que un remedo de presidente.
Ya tuvo con qué tomarse la foto e izar la bandera de Colombia con bombos y platillos en el aeropuerto, mientras en los hospitales seguirán muriendo los que no pueden contarse más que como víctimas de la mediocridad de un todavía aspirante a dirigir los destinos de una nación que en mala ahora quedó a la deriva en sus manos inexpertas.
Cincuenta mil dosis solo alcanzan para vacunar a 0,05% de la población. Un poquitico más de lo que suma el coeficiente intelectual de quien gobierna. ¿Usted de verdad celebra?
