Una de las decisiones fundamentales en la vida cultural de Colombia, es la reorganización de la lectura de una de las colecciones más importantes que tenemos: Colección de Arte del Banco de la República.
Esta obra titánica, que lleva más de tres años requiere una gran voluntad política, perseverancia y visión estética cuando se tiene los destinos claros.
Bajo el liderazgo del último director del Banco de la República, Miguel Urrutia, esta colección se fue consolidando con la ayuda y cooperación de muchos de nosotros, para lograr tan importantes logros como tener bajo su acervo obras como la del español del Siglo XVII Francisco de Zurbarán, la adquisición de un Jan Brueghel con su visión paradisíaca de Adán y Eva en su Edén y una importante y extraña instalación de las ánimas del purgatorio, en la que participan muchos artistas anónimos.
Cinco especialistas tuvieron a su cargo el distribuir cinco siglos de historia, contada a través de lecturas artísticas. Todas las versiones estuvieron de acuerdo de un nuevo estilo museológico que consiste en leer experiencias simultáneas para entender cómo un conjunto de ideas hacen parte del mismo tema sin importar el tiempo.
Por ejemplo en la sala Colonial, que incluye obras de la época neogranadina hasta principio del Siglo XIX se encuentra un Juan Camilo Uribe, alternativo Pop —años sesenta y setenta— con sus imágenes de un purgatorio en vidrio, al lado de la Madonna y el niño de Giovani Maineri (1460-1535), junto con la lectura de una artista de última línea como lo es Marina Abramovic —quien nació en Belgrado en 1946— y que presenta una experiencia mística de Santa Teresa en una cocina . Es una experiencia majestuosa. Un montaje a la altura de los museos del primer mundo, que hace parte de una tendencia ya practicada en varios museos como la Tate Gallery de Londres o las instalaciones recientes del Museo de Arte Moderno de Nueva York.
En una segunda sala denominada, Rupturas y Continuidades habla de las expresiones del siglo XIX que comienzan con la Expedición Botánica de José Celestino Mutis donde es importante la observación directa del paisaje natural, bajo su mirada de científico que reveló la práctica de los trabajos en miniatura. Después viene la visión de los viajeros que quiere interpretar los gestos y costumbres, que fueron especialmente revisados por los artistas extranjeros como Juan Manuel Groot o Enrique Price, sin omitir la obra de Ramón Torres Méndez.
En la tercera sala, hay un salto al siglo XX que empieza en 1950 hasta 1980 donde entran los grandes maestros, el título de la sala es Clásicos, experimentales y radicales. Todo tiene una explicación. Nada es un acontecimiento ajeno a la historia. Aquí encontramos una de las primeras influencias de la geografía americana en un óleo de Eduardo Ramírez Villamizar, una de las primeras mandolinas con las que Fernando Botero experimentó la excelencia y la importancia del volumen de la forma y un Luis Caballero, cuadro con el cual se ganó uno de sus primeros reconocimientos.
Este recorrido es un pequeño abre bocas a un colosal trabajo que nos hace tener una de las mejores colecciones de Latinoamérica. Vale la pena conocer las nuevas salas y sentirnos orgullosos de ser propietarios, como colombianos, de un tesoro.