La cita era a las cuatro de la tarde en el Hotel Gran Hyatt de Bogotá, que anunciaba el peso del evento en el salón principal de eventos. Ya no se trataba de la elección de un candidato en Colombia, era la consolidación del político de izquierda que tiene reales opciones de ganar la Presidencia. Gustavo Petro y la Colombia Humana, en una de las coaliciones más fuertes, se presentaron como una gran maquinaria política, de esas que son capaces de manejar los hilos de la política y mover masas, de esos mismos partidos y alianzas que tienen el suficiente dinero para financiar grandes eventos.
En el lobby del hotel la ansiedad estaba a flor de piel. Los candidatos del Pacto Histórico que llegaron desde primera hora iban y venían con el celular en la mano como buscando una voz o un rostro que le diera un parte de tranquilidad. David Racero, quien encabezó la lista del pacto en Bogotá para la Cámara de Representantes, cargaba sobre sus hombros el peso de una elección en la que él era quien debía jalonar los votos.
Las mesas de votación se cerraron a las cuatro de la tarde y comenzó el conteo regresivo. Eran dos partidas distintas: las consultas y las elecciones de Congreso. Los resultados de las primeras llegarían con mayor prontitud, y hacia las 4:30 de la tarde Gustavo Petro se comenzó a consolidar como el precandidato más votado del país. Senadores como Gustavo Bolívar empezaron a celebrar desde temprano, con los ojos puestos en la gran pantalla detrás de la tarima se mantenía firme en su apuesta de lograr más de 4 millones de votos. Asesores, amigos y otros aliados se acercaban con complicidad y en medio de risas hacían sus cálculos.
Pero la sorpresa no la traía Gustavo Petro, que sabía era el candidato del Pacto Histórico desde el comienzo. Los resultados de Francia Márquez comenzaron a marcar una tendencia que se mantuvo por lo que restó de jornada: la lideresa de Suárez, Cauca, logró mantenerse en un margen entre el 10% y el 16%.
El ambiente en el salón de eventos siempre fue el de una fiesta que estaba por comenzar. Hacia las cinco de la tarde comenzaron a llegar los hombres más cercanos de Gustavo Petro. Sin ruido, pero bien ubicado en la mitad del salón, se sentó Augusto Rodríguez, el gran asesor del senador y el poder en la sombra. Rodríguez, quien lo ha acompañado desde los años noventa cuando Petro hacía campaña para la Cámara de Representantes, llegó junto a su familia. Junto a él se sentó el Luis Eduardo Parra, uno de los abogados que ha integrado el equipo de defensa de Petro en sus miles de batallas jurídicas.
Solo hasta las 7 de la noche, cuando Petro ya lograba el 80% de los votos de la consulta del Pacto Histórico, los resultados de las elecciones a Congreso comenzaron a consolidarse. La fiesta entonces puso en el centro a los candidatos a senado y las cámaras territoriales. Isabel Cristina Zuleta, que llegó desde Antioquia y estaba en el décimo renglón de la lista, mantenía prudencia, pero sabía que iba a celebrar y su vestido azul y su abrigo negro que la cubría del frío bogotano la delataban. Y como no, si el Pacto Histórico se estaba consolidando como la mayor fuerza electoral del Congreso. Los cálculos eran alegres, pues todos los asistentes miraban con ilusión la pantalla mientras con los dedos de las manos contaban las anheladas 20 curules en el Senado.
Los tambores de la batucada comenzaron a sonar después de que Camilo Romero llegara al Gran Hyatt. El exgobernador de Nariño estaba en la tercera posición en la Consulta, pero entró al salón de eventos entre vivas y aplausos. Los candidatos del Pacto Histórico al Congreso lo abrazaron e Iván Cepeda, Aida Avella y Alirio Uribe lo recibieron como si él hubiese sido el ganador.
A las 8 de la noche los candidatos al Congreso ya se sentían victoriosos, había una tendencia, y aunque no eran las 20 curules esperadas, estaban conquistando 17. La gran sorpresa la dio la Cámara por Bogotá, y David Racero por fin sintió una descarga y el parte de tranquilidad que tanto había buscado en la tarde. Su nombre, en alianza con figuras como la de María del Mar Pizarro, Mafe Carrascal y Alirio Uribe habían conseguido cinco curules.
En medio de los abrazos y las sonrisas, las luces del salón de eventos se apagaron. Anunciaban la llegada del gran ganador, del gran elector. Primero apareció en escena Francia Márquez, acompañada de su gran escudero Ariel Palacios, candidato a la circunscripción Afro. Las arengas en favor de Francia, que estaba alcanzando un resultado histórico con más de 700.000 votos, parecían opacar la entrada inmediatamente siguiente, la de una figura parsimonia que caminaba con una mueca parecida a la felicidad y acompañada de su esposa, Verónica Alcocer, y sus hijos e hijas.
Camilo Romero fue el primero en tomar el micrófono en tarima. Con la voz de un sacerdote o un locutor de radio, hizo todos los reconocimientos al Pacto Histórico, al sueño de la presidencia y a Francia Márquez. Luego fue ella quien tomó la palabra. Su discurso, tan revelador como conmovedor, iba acompañado de algunas arengas que repetían su nombre como si ella se hubiese coronado como candidata. Se convirtió en la tercera votación de las consultas, incluso por encima de Sergio Fajardo.
Petro quiso dar un parte de tranquilidad con su discurso, quitar el velo de miedo que han construido alrededor de su campaña, pero el gran reconocimiento se lo tuvo que hacer a Francia Márquez, quien dio un golpe de autoridad para convertirse en su fórmula vicepresidencial. La suerte está echada y ahora el Pacto Histórico busca la presidencia en primera vuelta, un objetivo que parece impensable, pero como gran elector y fuerza política, el Pacto prenderá su maquinaria para lograrlo a toda costa.
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