"La razón por la cual no quiero que Cien años de soledad se haga en cine es porque la novela, a diferencia del cine, deja al lector un margen de creación que le permite imaginarse a los personajes, a los ambientes y a las situaciones como ellos creen que son".
Gabriel García Márquez
¿La mega producción promete ser fiel a la pluma del Gabo? Tengo mis dudas. Empezando porque el lenguaje de la película jamás tendrá la envergadura del lenguaje literario. La adaptación de una gran obra literaria como ésta, implica el riesgo de la degradación de reducir la novela a la mera pretensión de diversión mediante bufonadas. Para la mayoría de los guionistas le resulta muy complejo sortear el imperativo de condensar, simplificar, resumir la trama de la historia. Es decir, lo que le tardó a García Márquez, dieciocho meses, en escribir su obra cumbre, el cineasta lo embute en noventa minutos y, en el mejor de los casos, en setenta y tres horas (Game of Thrones). Es indiscutible que la película ya tiene garantizada una basta audiencia de lectores de la obra, en la cual está basada la adaptación cinematográfica. Sin embargo, las expectativas de esta audiencia son muy altas y exigentes, es un público riguroso que ve más allá de la diversión y entretenimiento, muy inflexible en cuanto a gazapos, a negociar con el cineasta la suspensión de la realidad, su extremada suspicacia dinamita cualquier atisbo de publicidad por emplazamiento. En definitiva, es un reducido público culto que no traga entero, su inmutable gusto por la novela, muy difícilmente se verá persuadido por la magia del cine. Solo en contadas excepciones, cuando su escepticismo y reticencia se ven arrinconados y, a regañadientes, no le queda más opción que admitir que la película tiene mayor calidad estética que la obra literaria en que se basa, ojalá que ésta sea una de esas excepciones. La mucha disponibilidad que, ofrece la novela escrita de suscitar la imaginación a través de la palabra, nos conlleva a la poca deseabilidad de dejarnos hipnotizar por el ilusionismo del cine. Probablemente aquellos que nunca han leído el libro, serán quienes disfruten mucho más la película, y se entusiasmen por leerlo. Algo similar experimenté al ver "Memoria de una Geisha" de Arthur Golden. La película despertó mi curiosidad por la novela. A manera de colofón: algunas adaptaciones cinematográficas, incluidas las del Gabo, llegaron a la pantalla con sus "Rotten tomatoes" (tomates podridos) incluidos. Esperemos aplaudir esta adaptación, y no tener que arrojarle tomates y huevos podridos.