Hace un siglo la condición de los trabajadores en el naciente Estado moderno colombiano no había cambiado mucho desde los tiempos de la Colonia; es cierto que heredaron la libertad conseguida en el siglo XIX, pero para disfrutarla debían trabajar doce horas diarias por sueldos de hambre. Ese mundo de otrora, contado, entre otros, por Gustavo Almario en su “Historia de los trabajadores petroleros” y por Carlos Nicolás Hernández en su libro “Mahecha.
El Río Grande, la USO y la Zona Bananera”, era un mundo donde reinaba la explotación, impulsada por la codicia de las compañías petroleras, bananeras, navieras y ferroviarias, y allí surgen los primeros sindicatos, impulsados por personajes como Raúl Eduardo Mahecha y otros intelectuales, críticos implacables de las condiciones económicas y sociales de su tiempo, sobre todo en función de la lucha contra la explotación laboral que agenciaban las empresas norteamericanas en nuestro suelo patrio.
Con la asesoría de Mahecha, varios miles de trabajadores petroleros, reunidos en este rincón del Magdalena Medio, en la bien llamada Capital Roja, Barrancabermeja, se rebelan contra las condiciones infrahumanas a las que estaban sometidos; así nació en la clandestinidad “la Sociedad Unión Obrera” en 1923, la que once años más tarde sería la USO.
Gustavo Rubén Triana Suárez, actual Secretario General del recién nacido partido Dignidad & Compromiso, es heredero de esas luchas, hombre fiel a sus ideas, que han trazado fronteras infranqueables para el oportunismo; a lo largo de su vida ha librado un cúmulo de batallas, signadas todas por la coherencia.
Mientras toma un vaso de agua, piensa; recuerda el lugar que lo recibió cuando tenía 19 años, habla de la solidaridad histórica entre los trabajadores de los campos petroleros y la refinería y los pobladores provenientes de los más variados lugares de la geografía nacional -los colonos-; está convencido de que esa solidaridad se ha forjado al calor de las diversas luchas por mejorar las condiciones de vida y por defender la soberanía nacional; luchas que han librado los obreros y cuyos logros comparten con los campesinos de las zonas aledañas, los pobladores barriales, los comerciantes de la ciudad y los trabajadores que desempeñan sus labores en otras actividades del sector privado y del Estado, con quienes también se hermanan en las movilizaciones por los derechos más sentidos de la población.
R.Ch. -La creación de la Unión Sindical Obrera USO, se remonta al año 1923, con lo cual se cumplieron 100 años de su existencia ¿cuáles son, en su concepto, los hitos, los momentos más importantes en esa historia centenaria?
G.T. -La misma fundación de la Sociedad Unión Obrera de los trabajadores que laboraban en el enclave de la Tropical Oíl Company, es ya uno de los principales hitos del movimiento sindical. La fundación del sindicato ocurrió de manera clandestina, el 12 de febrero de 1923, a orillas de la quebrada La Putana, en una vereda del recién fundado municipio de Barrancabermeja, que hasta el 26 de abril de 1922 había sido un corregimiento de San Vicente de Chucurí. La ley no contemplaba el reconocimiento del derecho de asociación de los trabajadores, era tan incipiente el desarrollo capitalista que la legislación no contenía alusión alguna a las relaciones del capital y el trabajo.
Me tomaré el atrevimiento de relacionar algunos de los hitos en orden cronológico:
- La participación de la USO y sus dirigentes en los Congresos Nacionales Obreros de 1925 y 1926, congresos que aprobaron la organización y fundación del Partido Socialista Revolucionario PSR y significaron un salto importante en la tarea de construir un partido político que representara los intereses de los trabajadores.
- La huelga por el Pliego de Peticiones de 1927, en el cual se dio el salto político de reclamar la nacionalización de la industria petrolera y ponerle así fin al contrato de la concesión De Mares con la Troco, y que, ante la represión del gobierno, dio origen a la primera huelga de solidaridad, principalmente de los trabajadores de las empresas que funcionaban sobre el río Magdalena como portuarios, bananeros, ferroviarios, braceros, navieros, entre otros, quienes prácticamente lograron paralizar una parte importante del país.
- La lucha que junto a Jorge Eliecer Gaitán y Diego Montaña Cuellar se libró contra la prórroga del contrato de la concesión De Mares a la Troco y que tuvo su mayor expresión en la Huelga de 1948, producto de la cual se ordenó mediante Ley de la república, la reversión a la nación de la concesión y la creación de una empresa estatal para operar los campos petroleros, la refinería de Barranca y el oleoducto de Andian. El 25 de agosto de 1951 se crea la empresa Colombiana de Petróleos, Ecopetrol.
- La huelga de 1977 por impedir la venta de la planta de polietileno a la Dow Chemical, multinacional gringa que era socia de Ecopetrol.
- Las distintas movilizaciones y negociaciones colectivas que permitieron incorporar a Ecopetrol los campos que mediante contratos de concesión y asociación explotaban las multinacionales, tales como los yacimientos de Texaco y el Oleoducto Transandino en el Putumayo, las explotaciones de Hocol en Huila, los campos de gas y crudo de Occidental en Sabana de Torres, Santander, los campos petroleros de Yondó y Cantagallo que explotaba la Shell en Antioquia y Bolívar respectivamente, los yacimientos de Cocorná y Nare de Texaco en Antioquia, los pozos de Cusiana, Floreña y Pauto de BP en Casanare y los promisorios yacimientos de Castilla y Rubiales en Meta, entre otros.
- Las luchas amplias y democráticas que consiguieron las distintas ampliaciones y modernizaciones de las refinerías y los desarrollos petroquímicos de Barrancabermeja y Cartagena.
- Por último, la resistencia contra los gobiernos de Gaviria, Samper, Pastrana y Uribe que intentaron con todo el poder del Estado dividir y privatizar la Empresa más importante de Colombia y que, gracias a la resistencia de los trabajadores y los demócratas no lo lograron, aunque le hayan provocado grandes debilitamientos como privatizar el 12%, prorrogar los contratos de Caño Limón Arauca con la OXI, los de Chuchupa y Ballenas de La Guajira con Chevron-Texaco y escindirle el transporte de gas natural. Las principales resistencias se concretaron en la participación de la USO en el Paro Estatal de 1998 y la Huelga en Ecopetrol de 2004.
R.Ch. ¿Cuál es la razón para que en la fundación de la USO jueguen papel fundamental intelectuales revolucionarios de la época, como Raúl Eduardo Mahecha y otros?
G.T. -La historia del movimiento obrero internacional y desde luego de nuestro sindicalismo, pasa por reconocer que la influencia de las ideas y el conocimiento sobre las leyes económicas que rigen las relaciones del capital y el trabajo, le llegan de sectores de la intelectualidad y la academia que se interesaron por hacer conscientes a los obreros de su condición de explotados, que les demostraron la necesidad de la organización y la movilización para superar la condición de esclavos modernos en que los puso la revolución industrial.
Cuadros políticos avanzados llegan para dilucidar a la luz de la ciencia las relaciones entre el capital y el trabajo y a contribuir a que los obreros adquieran conciencia de la necesidad de organizarse y luchar para salir de tal condición. Para el caso del movimiento sindical que surgió como consecuencia del desarrollo del transporte de mercancías por el río Magdalena, la construcción de distintos tramos de los ferrocarriles, la irrupción de la aviación, la explotación petrolera, la gran plantación bananera para exportación y la modernización de los puertos, entre otras inversiones, dirigentes de la talla de Raúl Eduardo Mahecha, María Cano, José Eustasio Rivera, Ignacio Torres Giraldo, Floro Piedrahita, Julio Buriticá, Tomás Uribe Márquez, entre otros, se encargaron de cumplir con esta loable tarea histórica. Pero también se destacaron, por supuesto, luchadores obreros como Escolástico Álvarez, Eugenio Villate, Francisco Jaramillo, Ovidio Peña, Rafael Mejía, Felipe Salazar y Sebastián Murillo, entre muchos otros, y contra quienes se dictó orden de captura en la huelga de 1924.
R.Ch. Esa organización con 100 años de historia ha tenido una gran cantidad de líderes. Usted escribió el prólogo de un libro dedicado a uno de ellos, Eliécer Benavides ¿cuál fue el papel que jugó este dirigente en la historia de la USO?
G.T. -Eliécer Benavides es un obrero de la Shell en los campos de Yondó, Antioquia y luego de la Troco y Ecopetrol en la Concesión De Mares en Barrancabermeja. Eliécer es el prototipo de los miles de trabajadores de la costa Caribe que migraron a Barranca en busca de empleo; era de origen conservador y allí se vinculó al sindicalismo, abrazó la causa de los trabajadores petroleros en lo reivindicativo, y en lo político comprendió la necesidad de la lucha por la nacionalización del petróleo. Llega a la presidencia de SintraShell, de la USO y a la dirección de la Federación de Trabajadores Petroleros, Fedepetrol y eleva su formación política junto a dirigentes revolucionarios de la época como Diego Montaña Cuellar, Camilo Torres Restrepo y Francisco Mosquera Sánchez, contribuyendo a rescatar la condición nacionalista de la USO, después del retroceso que significó la toma del sindicato por la UTC en el periodo de la violencia liberal-conservadora y la dictadura militar. Eliécer Benavides aparece en escena cuando se trabajaba para lograr la desafiliación de la UTC, luchando por la nacionalización del recurso petrolero y en pleno proceso de creación de la estatal petrolera, Ecopetrol, y juega un importante papel de liderazgo durante las décadas de los años 60, 70 y 80 tanto en las luchas reivindicativas como políticas.
R.Ch. En los orígenes de la USO juega un papel muy importante la postura de la gran mayoría de dirigentes sindicales y sociales de la época contra la expoliación de empresas extranjeras en nuestro suelo, pugnando por la nacionalización de los recursos naturales que extraían y de las empresas que se ocupaban de ello. ¿tiene vigencia hoy esa lucha de los obreros y el pueblo colombiano contra la explotación del trabajo y las riquezas nacionales que hacen las empresas extrajeras?
G.T. -La explotación de las riquezas naturales de Colombia es una historia de saqueo desde la época de la Nueva Granada como colonia de España y en lo transcurrido de nuestra existencia como República. No se ha logrado hasta la fecha un desarrollo nacional avanzado e independiente que permita el crecimiento de las fuerzas productivas, de tal manera que el trabajo y los recursos naturales estén dirigidos a crear la riqueza que demanda atender adecuadamente el bienestar de la población; por el contrario, llevamos más de un siglo en el que nuestra economía y desarrollo están limitados y obedecen al interés del capital financiero y las multinacionales de Estados Unidos; la historia de la explotación del petróleo y el gas son el mejor ejemplo de esa condición. Igual ocurre con recursos como el oro, platino, níquel, carbón, cobre, coltán, entre otros.
La creación y fortalecimiento de Ecopetrol como resultado de la lucha de los trabajadores y de los sectores más avanzados de la sociedad, demuestra su incidencia positiva en la industrialización del país, el fortalecimiento de las finanzas del Estado y el bienestar de la población. La explotación e industrialización de estos recursos crea riqueza, agrega valor y permite que el país avance por la senda del desarrollo y rompa con la dependencia extranjera. Así lo demuestran los desarrollos económicos en ciudades como Barrancabermeja, Orito, Yopal, Villavicencio y otras regiones petroleras donde se ha desarrollado la industria. El último balance entregado por las directivas de Ecopetrol sobre la gestión de 2022 es diciente: utilidad neta de 33.4 billones de pesos, transferencias a la nación de 42.4 billones, exportaciones de petróleo y gas que significan más del 40 % del total del país, entre otros resultados destacados.
R.Ch. Usted mismo formó parte de un contingente de dirigentes obreros que conducían las luchas de los trabajadores petroleros. ¿en qué época actuó como dirigente de la USO y cuál fue su papel en el movimiento sindical?
G.T. -En lo personal debo toda mi formación política y sindical en primer lugar al MOIR y luego, como complemento imprescindible, a la escuela de lucha y vida que significó mi militancia en la USO y el estar de lado de los intereses del resto de la sociedad en Barrancabermeja y las demás zonas de producción petrolera. Sin esa formación y sin la ligazón a esas regiones y su población no habría tenido mérito alguno como sindicalista. Eso me ha permitido estar hoy de lado de los intereses de la nación y defendiendo posiciones democráticas que muy bien sintetizan las propuestas de mi partido Dignidad y Compromiso, partido que lideran Jorge Robledo, Sergio Fajardo y Juan Manuel Ospina.
Ingresé como estudiante al programa de refinación y petroquímica del SENA en 1977, como trabajador de Ecopetrol en la Refinería de Barranca en 1978; fui elegido a la directiva de la USO en 1980, al Comité Ejecutivo de Fedepetrol en 1999 y al Comité Ejecutivo Nacional de la CUT en 2002, en donde terminé mi carrera sindical como vicepresidente nacional en 2012. En esos 32 años de brega sindical logré estar siempre del lado de los trabajadores, la producción nacional y la soberanía de Colombia, nunca dejé de deslindar campos con quienes llamaban a la lucha armada y al vandalismo, actué siempre en la resistencia civil, en la lucha organizada y civilista como muy acertadamente nos lo orientaba Francisco Mosquera, el fundador e ideólogo del MOIR.
R.Ch. Hoy asistimos a una discusión muy importante sobre la transición energética que deben hacer todos los países para enfrentar los desastrosos efectos del cambio climático que afronta la humanidad ¿cuáles son, a su modo de ver, las principales posiciones que están en juego y cómo deberíamos avanzar para que Colombia contribuya a la solución de este grave problema?
G.T. -Muy sencillo, tal como lo defiende la USO, la transición energética debe ser planeada y responsable, con autosuficiencia y soberanía. Prescindir de los combustibles fósiles tiene que ser de manera gradual y evitando que el cambio vaya a representar padecimientos para la población, un golpe a las finanzas del Estado y mucho menos un mayor entrabamiento para el desarrollo de nuestro raquítico aparato productivo. La responsabilidad sobre el cambio climático se tiene que asumir en proporción a la responsabilidad que se tenga con las causas de éste y en tal sentido, las naciones que más emiten gases de efecto invernadero y que tienen prácticas menos amables con el ambiente, son las que deben hacer las mayores contribuciones y sacrificios. Colombia responde por menos del 0.3 % de esas emisiones, que obedecen principalmente a la quema de bosques y a la ganadería; pero por otro lado poseemos grandes sumideros de carbono como son nuestras selvas y océanos por cuya preservación no obtenemos compensación alguna por parte de las potencias que más contaminan. Debemos ir de manera planeada y responsable avanzando hacia esa transición; en ese marco no tiene cabida la descabellada propuesta del presidente Gustavo Petro y la ministra de minas Irene Vélez de suspender la firma de nuevos contratos de exploración de gas y petróleo, debilitar operativa y financieramente a Ecopetrol y arriesgarse a convertir Colombia en país importador de crudo y gas.
Las reservas probadas de gas vienen cayendo de manera sostenida desde el 2010 y según las estimaciones de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, al ritmo actual del consumo, éstas sólo alcanzan para los próximos seis años y las de crudo, teniendo en cuenta consumo interno y exportaciones, para ocho años y medio.
La exploración petrolera es riesgosa, la relación de éxito en Colombia, en el mejor de los promedios es del 20% y es una actividad que demanda inversiones cuantiosas; por ejemplo, el costo de la búsqueda de nuevos yacimientos en 2022, incluidos 110 pozos exploratorios, según reporte de la Asociación Colombiana del Petróleo sumó 3.600 millones de dólares, luego es una irresponsabilidad con el país desistir de la firma de nuevos contratos para la búsqueda de hidrocarburos y exponernos a perder la autosuficiencia energética afectando gravemente las finanzas del país y el bienestar de la población.
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