Por allá, por los años 90 del siglo pasado, un imberbe presidente de la República nos cambiaba la hora solar por causas del apagón, que había sido ocasionado por la imprevisión en la planeación, que tenía origen en la ineficiencia de los gobiernos de turno, cuya causa arrancaba a su vez, en la mala cabeza de los electores a la hora de elegirlos. También nos advertía el mozalbete mandatario de aquella época sobre las inconveniencias y maldades que tenía el monopolio estatal, y que lo que se necesitaba para poder darnos la bienvenida al futuro era abrirle las puertas, los brazos y las piernas, a la competencia y si era extranjera mejor, para aquello de la apertura económica, antecedente de los hoy ya maldecidos por muchos tratados de libre comercio.
Recuerdo, como si fuera anoche, que el gordito, joven y brillante Ruddy, Ministro de hacienda y los hoy ya no tan muchachos del kínder de Gaviria (el polluelo presidente de los 90) repetían hasta el cansancio las jaculatorias, letanías, canticos, mantras o como quiera el lector llamar, en las que enumeraban una y otra vez las desventajas de tener empresas como Ecopetrol, Telecom, Aces, Banco Cafetero, Caja Agraria u otras más, en la muy despreciable y ventajosa posición dominante del mercado. Decían que eso provocaba náuseas y que estaba en contra del sagrado dogma de la libertad del mercado, y como decía al principio, el solo mencionar la palabra monopolio, así fuera el del muñequito de la avenida San Juan y los edificios de plástico rojo era algo así como recordarle vulgarmente la progenitora a la progenitora, así de hereje era el asunto.
La mayoría de los yuppies en el poder de finales de siglo pasado entraron en la moda de acabar con las posiciones dominantes en el mercado y los monopolios para dar paso a las muy venerables y bien intencionadas iniciativas privadas de los extranjeros, inocentemente sueltas en los océanos de la prosperidad, únicamente guiadas por la manecita desvalida del mercado. Fue así que sin interés alguno, de manera desprendida, fueron demostrando éxito esos pequeños emprendimientos de garaje como Claro o Avianca, por ejemplo, que tuvo la valentía y la decisión de acabar con esos heréticos monstruos del monopolio aéreo como Aces, Sam y otras tantas ignominias como la competencia desleal a punta de calidad en el servicio y los precios accequibles. Todos contentos y con más y mejores ¿? Rutas para conocerle las orejitas a Mickey Mouse.
Pero como Colombia es tierra de desagradecidos arribistas y de insaciables ansias de ganancia, hoy día la gente de bien y emprendedora ve estupefacta cómo desde las oscuridades del castro-chavismo-madurismo-marxismo-maoismo-leninismo internacional asoma sus pútridas fauces la herencia maldita de María Cano, Giraldo y otros facinerosos de innoble laya, contaminando con su cizaña a la gente de bien que maneja las naves del transnacional holding de la Alianza de la Estrella. Esos despreciables e irresponsables delincuentes con alas de piloto o azafata, en palabras del santo varón de los aires latinoamericanos, el Patrón Don Efro, que dizque ahora les dio por importunar a los necesitados viajeros, haciendo paro en un país en donde todo es transparencia, eficiencia, justicia, equidad e inclusión. Parar en donde el Patrón don Efro dice que no se para es como maldecir al cielo.
Razón tenía el venido a menos, Santo Varón del Ubérrimo, cuando se fue lanza, decretos, ordenes de captura, gases lacrimógenos y fusiles, en ristre, en contra de esa gleba que aún persistía en mantener vivas las empresas del Estado, estaba claro que lo que se necesitaba era que no existiera ni por un día más la amenaza del monopolio, así fuera del Estado. Hoy día, ante el asedio irresponsable de los casi-delincuentes con alas que trabajan en el pequeño emprendimiento de Don Efro se echan de menos las cruzadas del buen y siempre gentil hombre padre de Tom y Jerry, así nos lo recuerdan, con tristeza, con nostalgia, con desespero, en un rictus de infinito dolor, algunos y algunas periodistas, (pagados por el patrón) que al igual que mucho colombiano de a pie que viaja a diario a Miami, New York, Londres, Madrid, Paris, Moscú, Pekín o Tokio; sufren la ignominia de estos dizque sindicalistas alados de atreverse a levantarle la voz al Patrón Don Efro y lo más insidioso, dizque osar parar en donde nadie para, ni siquiera el nuevo patrón.
Ojalá Dios, por intermedio de Pachito “El Che”, recién ido de estas insalubres tierras de sindicalistas y de terroristas de cuello blanco, coja confesada a esa inmensa mayoría de almas, que a falta de alas propias acude a la única empresa (en posición dominante o monopolio que llaman) de viajes aéreos en Colombia que es siempre eficiente, sin filas, amable con los clientes, que nunca retrasa un vuelo, que respeta el destino de los equipajes y que despega sus naves a tiempo, así sea con dos pasajeros por aquello del servicio y que ojalá el video viralizado en redes del nuevo Patrón, Don Efro, sirva para atemperar a esa horda de laventados y levantadas; que aún no ha entendido que esta tierrita, de siglo XXI, es la tierra de los patrones y de nadie más.