Creo que no vale la pena discutir sobre las posiciones políticas de Peñalosa y Petro. La drástica reducción en el presupuesto de la salud y el aumento desmedido y muy por encima de la inflación en las tarifas del Transmilenio, por parte del primero, y el lamentable estado de las vías de los barrios exclusivos y residenciales que dejó el segundo de los nombrados, dejan claro por qué carril anda cada uno de estos políticos.
Sin embargo, y ajeno a aquellas discusiones partidistas, de parte mía (creería que mía y cuatro pelagatos más…) va un aplauso para que se destine un carril exclusivo para bicicletas en la carrera once.
¿Qué el caos vehicular va a ser mil veces peor? Por supuesto, y la respuesta es demasiado simple: la ciudad no puede estar diseñada para el beneficio de los vehículos. La ciudad, a la que no le caben más vías, se quedó pequeña frente a la gran cantidad de llantas.
La alcaldesa de Madrid, ante la polución, ya anunció que en la capital española perfectamente se puede decretar la prohibición de los vehículos. Y eso que hablamos de una ciudad perfecta en lo que atañe a servicios públicos de transporte y en donde siempre, a menos de cien metros, hay paradas de bus y estación de metro.
La medida bogotana, pequeña e insignificante y que causará algo más de caos, es la perfecta solución a los pocos miles de habitantes que, por su bien y el bien de todos, han decidido trasladarse en bicicleta, y estas pocas personas merecen un trato preferencial y por ello y dicho en pocas palabras, es que apoyo la medida del alcalde.
Y sería perfecto que destinara en esa misma vía dos carriles exclusivos para el transporte público, en donde los viajantes parecen racimos de uva.
¿Y los carros? En el cuarto carril y que sigan en su trancón.
Qué bonito fuera que la ciudad perteneciera a los peatones y a los ciclistas. No va a ser así, seguirá siendo de los carros y sus pitos, y por ello me alegra esta pequeña decisión.
Qué bueno fuera que los ministros y viceministros
y senadores y demás gente de ese tipo
dejen de usar cuatro o cinco o seis narcotoyotas
Qué bueno fuera que los ministros y viceministros y senadores y demás gente de ese tipo dejen de usar cuatro o cinco o seis narcotoyotas con vidrios negros defendidos por ocho policías de tránsito que pasan por alto todas las normas de tránsito. Qué bueno fuera que se comportaran como todos los ciudadanos aunque, pensándolo bien, un tipo que se gana veinticinco millones al mes difícilmente puede actuar como un ciudadano común y corriente. Y menos si lo acompañan quince guardaespaldas con Colt de doble martillo. Ellos, que son los principales agresores, deberían tener serias limitaciones, pero no va a ser así y este grito se limita a ser un grito en el vacío.
Y hablando de …
Y hablando de gritos al vacío, me he divertido bastante leyendo un escrito en este mismo portal de alguien que daba alaridos porque el eslogan de la nueva alcaldía es “la ciudad de todos”. No se ofendía por el fondo del asunto y en donde queda claro que no es la ciudad de todos, sino de los privilegiados del momento. Esta persona (o persono) se ofendía por el machismo del mensaje ya que daba a entender que todos se refiere exclusivamente a los hombres y se excluía así a las mujeres.
Y tan tonto comentario me hizo recordar a una ministra de igualdad en la época de Rodríguez Zapatero en España, quien en un mitin de su partido (PSOE) y haciendo alarde del nuevo idioma que nos quieren meter a las bravas se dirigió a los asistentes con este arranque de discurso: ”Miembros y miembras”. Y así, tal vez, pensaba que tanto los miembros del partido, como las miembras del mismo iban a quedar igualmente complacidos y complacidas.
