Nuestras madres al pie de la cama en aquella lejana infancia, donde no existían redes sociales, ni teléfonos inteligentes, nos contaban la fábula del pastorcito mentiroso, con este cuentico narrado antes de dormir, las abnegadas mamás querían hacernos conscientes de la necesidad de siempre y en cualquier circunstancia decir la verdad.
Otra moraleja nos enseña la magistral interpretación de Jim Carrey en mentiroso-mentiroso, una película de los años noventa, que aborda la vida de un exitoso abogado que aceptó el desafío de su pequeño hijo en el sentido de no mentir por 24 horas.
La verdad era apreciada en Colombia, nuestros antepasados se ufanaban de medir la valía de un hombre por su palabra, “el hombre vale por su palabra decían”, “el hombre vale por su palabra” es un eco atormentador mientras conocemos de las ultimas andanzas de un candidato a la presidencia, quien aparece en un vídeo con un hombre que presuntamente chuzaba a los negociadores del gobierno con las guerrillas terroristas de las Farc en Cuba.
¿En qué momento la verdad cayó en desgracia?, consideramos que esta tragedia viene aparejada a la propagación del relativismo moral como paradigma ético de finales del siglo XX y lo que va del siglo XXI, con el relativismo no hay absolutos, podemos ser o no ser o las dos cosas al tiempo, no hay una “verdad”, sino “verdades”, todas igual de “validas”, si no hay un rasero para medir las cosas, podemos mentir, y defender a muerte esa mentira, con el argumento de que es mi verdad, que pueda o no coincidir con la “tuya”
Ese candidato, que se identifica con la “Z” de zorro cuando capturaron al espía, por infiltrar información propia de la seguridad nacional, aseguró al país que lo conocía apenas de vista, que no tenía trato con el “hacker”, pero resulta que el vídeo muestra otra cosa, el “Zorro” conversaba con el “chuzador”, se sienta cerca de él, lo consulta, lo interpela, le da ideas, le expresa sus angustias, en el ambiente hay camaradería y niveles que rayan en cierta complicidad.
El “Zorro” superhéroe que esconde la verdadera identidad de don Diego de la Vega en la época de la colonización Española, ¿Qué esconderá Zuluaga?, bueno este héroe llamado a salvarnos de los enemigos de la patria que nos van a entregar al “castrochavismo, resulto ser un mentiroso.
Diga lo que diga, Zuluaga mintió, así como ha mentido una y otra vez su jefe político, el presidente Álvaro Uribe Velez, o es que acaso ya olvidamos que mintió con la operación Jacke que trajo a libertad a un grupo secuestrados, cuando uno de los miembros de la operación uso el símbolo de la cruz roja, también mintió cuando se violó territorio Ecuatoriano para ultimar al terrorista Raúl Reyes, peor aun mintió bajo la gravedad de juramento, cuando aseguró que el señor Germán Vargas Lleras en el 2005 había involucrado al ministro de defensa de la época: Juan Manuel Santos, en el atentado que le hicieron, la mentira se cayó por su propio peso, pues en ese época Santos no era el ministro de defensa, recientemente nos mintió cuando aseguro que tenía información de que la campaña del presidente Santos fue infiltrada por dineros del narcotráfico, la fiscalía pidió las pruebas, el sigue mintiendo y se embetuna los zapatos, pero no solo miente Uribe, su anterior amigo, el presidente Santos, también miente descaradamente, mintió a todos los colombianos cuando en un debate público asevero que no aumentaría los impuestos, mintió al dar las cifras sobre las exportaciones de productos lácteos en virtud del Tlc, mintió cuando en los medios afirmó que de darse medidas cautelares a favor de Petro las acataría y cuando estas se dieron las desestimo, volvió a mentir cuando dijo que el paro agrario no existía, a Uribe y Santos parece que no les contaron la fábula del pastorcito mentiroso, o si se las contaron por alguna extraña razón se identificaron más con la historia de Pinocho.
Pero no solo miente Santos, Uribe y el “Zorro”, también mienten los ministros y los generales y miente el terrateniente al no pagar los impuestos por el valor real de su tierra, miente fulanito de tal cuando teniendo ingresos suficientes no paga al sistema de salud y se camufla en el régimen subsidiado, miente la muchacha que se llenó de trapos el estómago para simular un embarazo, miente el universitario que escanea su polígrafo de notas para engañar a sus papás, miente el comerciante que lleva doble contabilidad, miente el que va a la iglesia y le niega un pan al hambriento, mintieron los testigos en el caso Colmenares, también mintió una mujer quien denuncio que había sido atacada con ácido.
Y todavía nos preguntamos ¿por qué el subdesarrollo, la miseria, el atraso y la violencia no pueden ser superados?, obviamente porque somos un país de mentiras y de doble moral, si miente el presidente-candidato, el hombre más popular de los últimos tiempos: Álvaro Uribe, miente el candidato que puntea en las encuestas “Zuluaga”; que se puede esperar de los Juanes de a pie, ¿Cómo aspiramos pacificar el país? si nos rasgamos las vestiduras si se les llegan a conceder beneficios judiciales a los miembros de las farc, pero guardamos silencio ante la impunidad de los autores intelectuales de los crímenes de los paramilitares, nos escandalizamos con lo que le sucede en Venezuela a Leopoldo López, pero celebramos la destitución de Petro.
Colombia mía, señora anestesiada, esté fue tu destino, cuan distinto seria tu presente si todas tus fuerzas vivas desde el empresario hasta el vendedor ambulante fuéramos de una sola pieza, actuáramos con rectitud y abrasaremos la verdad, si nos identificáramos con aquel que declaró: “soy la verdad”, “y la verdad nos hará libres”, ¡pero no!, nos identificamos más bien con la astuta serpiente que engaño a Eva en el paraíso, el padre de la mentira, olvidando ingenuamente que mal le paga el diablo a quien bien le sirve.
Halinisky Sánchez Meneses
