Una de las mayores ironías de la vida es que de los peores defectos e impedimentos de la condición humana e inclusive de la invalidez pueden surgir obras de arte. Chuck Close fue un brillante ejemplo de esto. Un sobreviviente entrenado por su padre en solucionar problemas y de sobrevivir los límites que la vida impone. Chuck Close nació en 1940 en el estado de Washington y murió hace poco, el 19 de agosto de este año, en Nueva York en donde vivió toda su vida.
Chuck perteneció a una generación y época revolucionaria, el hipismo de los 60, de personas que se atrevieron a retar las convenciones, como Philipp Glass, o Lou Reed en la música. Superó a sus dos grandes maestros, Jackson Pollock y William de Kooning, considerados dentro de la abstracción norteamericana. Rompió con la abstracción y surgió lo totalmente contrario, la otra cara de la moneda, un hiperrealismo obsesivo. Empezó haciendo pinturas a partir de fotografías antiguas y daguerrotipos de donde surgió una magia realista y moderna.
Quizás fue a partir de varias condiciones que lo limitaban tanto física como mentalmente. En los ochentas, la rotura de una arteria de su espina dorsal lo paralizó del cuello hacia abajo y vino a sumarse a la dislexia que sufría desde niño, y a una condición que estaba clavada en el medio de su trabajo, la incapacidad de reconocer y fijar rostros. De ahí su obsesión por pintar su propio rostro y el de otros y en formatos gigante.
Investigó en varias dimensiones. Es prolífico. La primera fue fotorrealismo en blanco y negro, después a través de un meticuloso estudio casi clínico desarrolló una pintura que fijaba en cada casilla de la cuadricula que ponía en la fotografía, una construcción geométrica que podría considerarse precursora de los pixeles, o hacer un viaje al pasado hacia el puntillismo de Seurat. En todos se necesita la distancia para ver la realidad de la imagen.
Sus propias limitaciones lo empujaron a encontrar nuevas técnicas y métodos que son los que identifican su estilo y su obra, pese a que no trascendió universalmente y permaneció en el ámbito del mundo de arte norteamericano sicodélico. Al igual que el puntillismo, su obra no conformó un movimiento sino una aproximación personal a los procesos experimentales y revolucionarios de su época.