En el afán por construir una Colombia mejor, honesta, transparente, lejos de la corrupción que solo un político oportunista y ambicioso lleva en su ADN, surgen preguntas como: ¿será que este candidato si nos sacará del atolladero en el que estamos?, ¿será que le podemos creer? Preguntas como estas y muchas más embargan a diario a los colombianos en esta época de campañas – unos preocupados, otros resignados – saltan de la cama esperando cuál es la próxima perla u olla que se destapará en el día, y no es para menos cuando en este momento la realidad de la justicia y de la política de este país es vergonzosa. No bastó el cartel del papel higiénico y el de los pañales. Ahora tenemos el cartel de la toga y de los apostadores en el fútbol profesional colombiano.
Es una gangrena social que a diario corroe, pero ni amputando esta infección llamada corrupción logramos salir de semejante mal. Por otro lado, la contienda electoral se convirtió en un desfile de candidatos(as) al reinado de la presidencia, en el que se escuchan respuestas sin fundamentos y poco convincentes, tal cual como las de los certámenes de belleza. La Registraduría Nacional se convirtió en una pasarela donde ya son más de treinta los aspirantes que desfilan desesperados por hacerse a un lugar en los próximos comicios, desespero que no se sabe si está disfrazado de esa sonrisa amable, discurso encantador, cargada de niño ajeno y foto con los abuelitos solo por el hambre de poder o porque realmente les preocupa el país y quienes lo habitan.
Hoy desperté con una noticia que me deja bastantes interrogantes, un nuevo candidato se une a la puja por alcanzar la presidencia de este ingenuo, desangrado pero ante todo hermoso país. El empresario Jesús Guerrero, fundador de Servientrega y con participación en otras 44 compañías en 8 países, quien también saca toda su maquinaría para recoger las 382.000 firmas que necesita para inscribir su candidatura. De “Chucho” como cariñosamente le dicen, se puede decir que es un vivo ejemplo del colombiano rebuscador y camellador que a base de esfuerzo construyo lo que tiene. Este jenesano que inició como mensajero y que al hablar lleva ese acento particular del típico boyacense de ruana y sombrero, afirmó en una entrevista hecha por La W, en un discurso tajante pero muy coherente que: “hay que salir de la zona del confort” y que lo que este país necesita para salir del atolladero es: “una oportunidad para todos”.
A casos como el de “Chucho”, también se suman otros como el del alcalde de Cali, Maurice Armitage, el de Bucaramanga, Rodolfo Hernández y yendo un poco más lejos, Donald Trump y el del expresidente de Chile, Sebastián Piñera, dejan ver que la clase empresaria también es una alternativa para gobernar, pero en nuestro país es algo incierto –como todo–, personas que quizá no están curtidas de la política como los otros aspirantes, que son primíparos en esto, pero que según ellos como empresarios quieren darle un cambio a sus ciudades, a sus países y poner orden en la casa. ¿Será una opción acertada que en algún momento las riendas de este país las lleve un empresario? o ¿seguir con los políticos?
Juzguen ustedes.