Lo siento por Chucho Cataño. Yo sé que un día Inés, su mujer, y su hija, le van a dar una muenda por machista y retrógrado. Esa muenda ya me la dio a mí la vida. En 1985, cuando llegué a estudiar teorías económicas a Brasil, como es obvio me acerqué al Partido de los Trabajadores (PT), en plena transición a la democracia. Los militares aceptaron ese año regresar al juego parlamentario a cambio de impunidad total, como festeja siempre Bolsonaro. Entonces apareció Fernando Gabeira, candidato del PT a prefeito (alcalde) de la ciudad más bella del mundo, Río de Janeiro. Él mismo expuso en televisión su hoja de vida, diciendo algo así como: fui guerrillero del MR-8 (Movimiento Revolucionario 8 de octubre, día que la CIA capturó al Che Guevara); la Dictadura me detuvo y me torturó; hui a Londres; la mejor experiencia de mi vida fue haber conducido el metro drogado con LSD y ver así las luces del amanecer londinense; soy autor del bestseller “O que é isso, companheiro”; soy homosexual; tengo una bella hija (ahora tiene dos) y voy a ser el prefeito de Rio de Janeiro.
Chucho Cataño. Foto: Jorge Pulecio
Entonces fue Troya para mí. ¿Cómo pueden ustedes, companheiros, poner a un “marica” como candidato…? El machismo retrógrado de la izquierda esclerótica me salió por la garganta sucia, como a Chucho Cataño ahora.
Para entonces yo ya era ecologista, había creado el Grupo GECUS de la Universidad Surcolombiana (Grupo Ecológico de la US) y dado mil batallas por reforestar las quebradas El Dedo, La Yuca y la Sardina en mi pueblo desastre, Florencia, una historia aún sin contar. Pero oyendo a Gabeira hablar de ecología me enamoré de ese marica. Casi gana la prefeitura y entonces fui consciente de que el marxismo esclerótico, como dice Salomón Kalmanovitz, nunca entendió los temas de género y misoginia.
El Partido de Lula, el PT, fue el primer partido de izquierda en darle espacio pleno a los activistas LGTBQ y a las mujeres en la vida política nacional. Fidel Castro reconoció esto muy tarde, cuando su hija comenzó a liderar esa población en Cuba. La Iglesia católica se está moviendo, muy lentamente, en ese sentido, con Francisco. Pero del otro lado quedan Putin, Turquía, China, los musulmanes y en particular los talibanes. Estos últimos acaban de prohibir en Afganistán de las mujeres asistan a las universidades.
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El candidato Petro a la Alcaldía nos preguntó: ¿cuántas secretarías tiene Bogotá, doce? Pues tomémonos una foto, seis mujeres y seis hombres. El problema era que en el equipo de campaña solo estábamos seis personas y cinco éramos hombres
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Cuando comenzamos la campaña de Gustavo Petro a la Alcaldía de Bogotá y en las encuestas apenas marcaba 7 % de opción de votos, la tevista Semana de entonces, no el boletín comercial de ahora, dijo entre otras cosas que de ganar Petro, no tendría equipo de gobierno. Entonces el candidato nos preguntó: ¿cuántas secretarías tiene Bogotá, doce? Pues tomémonos una foto, seis mujeres y seis hombres. El problema era que en el equipo de campaña solo estábamos seis personas y cinco éramos hombres. Tuvimos que conseguir en dos días el equipo de mujeres que luego serían funcionarias. Desde ese momento la política del amor de Gustavo Petro es con las mujeres o no es, a pesar de los malentendidos y las broncas.
Cuando Chucho Cataño pone memes en la red donde un sátrapa le pega con una olla a una mujer y otro la tira a las fauces de un tiburón, él cree estar haciendo un chiste, y sí, es un chiste, machista y misógino. No creo que Inés y la hija de Chucho se rían de la misma forma. Temo que ni La Cabal y La Paloma se rían de eso. La lucha es larga, companheiro. Por algún lado hay que comenzar: o deja que sus mujeres del alma vayan a la universidad, como ya lo hicieron, o detiene la risa, sí, esa mueca machista y retrógrada que nos acosa y nos acusa.
Chucho Cataño ha sido un gran periodista, como lo atestiguan su paso por El Tiempo y RCN y sus crónicas actuales, como la de este link. Yo mismo he propuesto que se le reconozca, en vida, su aporte al periodismo nacional y del Sur, pero, como a todos y todas, se nos van las luces, aún en navidad.